Gloria a Omar Little de The Wire

Michael K. Williams, uno de los actores con mayor intensidad dramática de su generación y encontrado muerto ayer en su departamento en Nueva York, timbró sus mejores roles en las series y, en específico, en algunas de las principales joyas de HBO. Su obra maestra fue su papel en la ficción de David Simon sobre Baltimore, un personaje que se adueñó de un lugar en la historia de la TV.


En mayo de 2001 Michael K. Williams estaba sobrepasado por las deudas y dependía de sus padres para costear el arriendo de su hogar. Sin nuevos proyectos a la vista luego de sus acotadas apariciones en La ley y el orden y en Vidas al límite (1997), de Martin Scorsese, en ese momento se encontraba en un “lugar extremadamente oscuro”, como le contó a Vanity Fair este año. Un día, mientras con su primo fumaba, bebía y jugaba ajedrez en su living, en la televisión comenzó el último capítulo de la tercera temporada de Los Soprano. El actor había grabado ese hace episodio algún tiempo, su debut en una producción de HBO.

El intérprete, sin embargo, estaba en su living y no en un set encarnando a su siguiente personaje. Tanto su carrera como su vida personal atravesaban un periodo sombrío, que perfectamente podría haber sepultado sus oportunidades profesionales. Pero el instante en que se vio en la pantalla junto a James Gandolfini y compañía fue decisivo para que volviera a probar suerte en la industria.

Así, tras recurrir a sus contactos y enviar pruebas de cámara, al tiempo recibió un fax de la directora de casting Alexa L. Fogel. Ella le ofrecía que compitiera junto a otros colegas por un rol dentro de una serie que se estrenaría el año siguiente en HBO: el Omar Little de The wire.

Ese fue el personaje con el que quedaría asociado para siempre. El crítico de Rolling Stone Alan Sepinwall en su tributo al actor –encontrado muerto este lunes en su casa en Brooklyn a los 54 años– incluso sugiere una idea: si por alguna razón hubiera un Monte Rushmore de HBO, Michael K. Williams tendría un lugar garantizado. El intérprete comprendió a la perfección los atributos que se requerían para encarnar a una figura legendaria y visceral como Omar, el justiciero sin ley y abiertamente gay que les roba a los grandes narcotraficantes de Baltimore. Años más tarde, Ed Burns, productor y cocreador de la serie, revelaría que su rostro fue crucial para que lo escogieran para el papel: “Su lectura fue buena, pero fue la cicatriz. Esta herida de batalla en su rostro parecía decir mucho sobre quién era, por lo que había pasado”.

El actor cruzó límites que no cualquier estrella estaría dispuesta a atravesar. Una vez que le mostraron que el hombre al que daría vida utilizaba una escopeta, de vuelta a su casa contactó a un traficante de drogas que le enseñó como se sostiene y dispara un arma en ese entorno.

Fue “la mejor lección de actuación que he tenido”, según dijo en 2017 a The New York Times, también detallando que la recepción de la serie le produjo un calvario difícil de sobrellevar. A ese mismo medio le entregó otra declaración que estremece a la luz de los hechos: “Los personajes que para mí más significan son los que casi me matan. Es un sacrificio que he decidido hacer”.

En la pantalla timbró una interpretación imponente, pese a que la historia en un comienzo le dio escaso margen para un desarrollo apropiado. Al final de la primera temporada se encumbró como un nombre fundamental dentro del elenco comandado por el detective McNulty (Dominic West), un secundario que impulsa a la producción a un nivel superior. Aunque luego vino la sorpresa, cuando en el segundo ciclo el creador David Simon optó por expandir la trama y darles la bienvenida a nuevos personajes, quitando algo de atención al barrio en que se mueve Omar. “Me amargué mucho. Yo estaba enojado. Yo era un negro enojado”, recordó Williams en una reunión del equipo de The wire en 2014.

Actor y personaje parecían destinados a acomodarse entre lo más brillante que recuerde la televisión, por lo que se impusieron a cualquier giro de la trama. Una mística que se terminó de sellar con su muerte en la quinta temporada, un momento imborrable dentro de una serie de por sí particularmente memorable.

Este lunes, al enterarse del deceso del intérprete, David Simon se excusó por ser escueto. “Estoy demasiado destripado en este momento para decir todo lo que debería decirse. Michael era un buen hombre y un talento poco frecuente y en nuestro viaje juntos siempre mereció las mejores palabras. Y hoy esas palabras no vendrán”, expresó en Twitter. Quizás no haga falta agregar demasiado más, su legado está en The wire, tanto como en Boardwalk empire, The night of, Lovecraft Country y en ese pequeño rol en Los Soprano que lo ayudaría a enmendar el rumbo de su vida y a hacer historia.

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