Crítica de humor: Rodrigo Villegas, gracia y calidad

Como Pamela Leiva, el espectáculo de Villegas contaba con preparación y horas de estudio. No apelaba a improvisaciones ni historias kilométricas.


Para los que tienen buena memoria o pueden revisar en youtube, el debut en la Quinta Vergara de Rodrigo Villegas hace ya seis años tuvo un aspecto distintivo. Aprobado con distinción y totalmente concentrado en su show, de forma espontánea lanzó molesto un “¿qué chucha pasa?”, cuando, al promediar su trabajo, una persona que provocaba desórdenes en la galería tuvo que ser retirado por Carabineros e interrumpió su espectáculo. Cualquiera podría haber perdido el hilo. Pero el hombre estaba seguro de lo que hacía. Tan convencido que, a los pocos minutos, prosiguió su monólogo con éxito.

Pero Villegas no está en el recuerdo de los humoristas históricos de Viña como Hermógenes con Hache, Dinamita Show o Natalia Valdebenito. Y su show, especialmente tras el traspié de Belén Mora –con quien compartió pasado en Morandé con Compañía-, era una incógnita. Con más kilos y más canas que en 2017, el comediante entró ganando. Agarró un teléfono y le dijo al público que riera y gritara como si fuera una fiesta porque grabaría el momento. Y empezó a hilar su repertorio. Fue contundente en su progresión. Pasó de los celulares a las parejas y utilizó muy bien las pantallas como complemento de sus chistes. Inventó una canción en doble sentido solo con productos lácteos –que se sucedían en imágenes- y el Monstruo se entregó por completo.

Foto: Dedvi Missene.

Sin salir de su libreto, hizo un breve relato sobre las actividades cotidianas de los gordos –la especialidad de la casa-, pero tuvo dinámica y fiato en saltar de tema en tema con oficio y un gran manejo de los énfasis y los tiempos. Villegas sabe contagiar. Lo aprendió y tiene algo que viene en los genes: gracia. Además, no conoce los nervios. Inteligente, se apoyó en clásicos de la música de Olivia Newton-John, Queen, Locomía, Miguel Bosé y Rafaella Carrá, entre otros, para enganchar más a la audiencia. Su sketch en que recordaba la degradación de los carretes solitarios en pandemia, con la gente viendo videos en youtube y la interrupción de las canciones siempre con el mismo video del conductor Eduardo Fuentes, fue su peak.

Como Pamela Leiva, el espectáculo de Villegas contaba con preparación y horas de estudio. No apelaba a improvisaciones ni historias kilométricas. Todo lo contrario: lo suyo era el chiste corto, que terminaba una carcajada para iniciar la siguiente.

Cuando recibió la primera Gaviota, gritó “¡¡Viva la comedia, viva el humor!!”, sacó una foto de su padre fallecido que guardaba en su pantalón y habló sobre los efectos terapéuticos del humor. Tras su segunda Gaviota y segundo bis, recicló un sktech que había presentado en la Teletón 2022. La gente ni siquiera se acordó. Le dio lo mismo. Villegas triunfó más que la primera vez. Hasta el momento, el mejor show humorístico de lo que va de Festival.

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