Crítica de discos: The Smile vuelve progresivo, Ana Tijoux hace dialogar estilos y Ty Segall le da aire al rock

Esta semana, las novedades discográficas traen el esperado nuevo disco del proyecto de Yorke/Greenwood, que a primera escucha de siente menos sorprendente que el primer disco, pero es cuestión de tiempo para apreciar su propuesta. Mientras, la chilena vuelve a mostrar su inquietud y su soberbia capacidad para expandirse sobre diferentes música, las que se entrelazan e intiman con fenomenal naturalidad. Mientras, el rubio presenta un ambicioso álbum en que ofrece una lectura personal del rock, sazonado con pasado, pero con ambición del presente.


The Smile - Wall of eyes

El segundo álbum de The Smile repta en vez del despliegue temperamental del debut de hace un par de años, el impecable A light for attracting attention. El proyecto de Thom Yorke y Johnny Greenwood de Radiohead junto al baterista de muñeca sincopada Tom Skinner, mueve las piezas y envuelve oblicuamente. En un primer repaso se siente menos sorprendente que el primer disco, pero es cuestión de tiempo.

Wall of eyes ofrece una variedad de recursos que van desde el dominio del bossa de ribetes siderales en el corte homónimo, a una expresión abiertamente progresiva en función de la canción. Read the room se presenta como una relectura cachonda de los riffs matemáticos del King Crimson. Skinner redobla grácil y Yorke esboza un estribillo que rompe con el escenario previo: corte, cambio, y una nueva escena con Greenwood magistral encajonando guitarras. Under our pillows sigue por una senda parecida: matemática sostenida en un bajo con variedad de frases y un conmovedor trabajo vocal de Yorke, que nuevamente sirve como nexo para elevar el tema. Los arreglos orquestales reconocibles de Greenwood, son ventoleras que se apoderan de las piezas como soundtracks desoladores. Si Radiohead se acaba y esta es la moneda de cambio, no hay queja alguna.

Ana Tijoux - Vida

Tras la publicación de Vengo en 2014, Ana Tijoux se embarcó en un largo proceso promocional y de conciertos internacionales, desarrollado mientras era madre nuevamente. El trabajo intenso y las responsabilidades de un nuevo hijo la dejaron exhausta, y con dudas respecto de su futuro creativo. En un ciclo tan vasto como una década el mundo cambia, y este quinto disco es una demostración de adaptación de la artista de origen chileno-francés a las corrientes. Con una personalidad artística tan definida como la de Tijoux, son los géneros lo que se amoldan a ella, y no al revés. Su bagaje profesional en más de un cuarto de siglo, se deja sentir en pleno en este regreso, como si todos los caminos hubieran conducido hasta acá. Distintas músicas dialogan, se entrelazan e intiman con fenomenal naturalidad. Los resultados son mayoritariamente bailables en diferentes pulsaciones y cadencias que pueden provenir del jazz, el funk, el hip hop de vieja escuela y evoluciones posteriores junto al omnipresente urbano, matizadas con interludios de llamados telefónicos y piezas vocales, en una cuidada configuración cinematográfica. Vida es un álbum profundamente compuesto y orquestado con lógica de collage, revestido de mensajes reivindicativos provenientes del progresismo del siglo XXI.

Ty Segall - Three bells

Denle un estudio a Ty Segall (36) para hacer lo que quiera y las probabilidades de recibir de vuelta una obra magnífica son altas. En este decimoquinto título desde el debut en 2008, el prolífico músico indie trabaja en su propia sala de grabación y se hace cargo de casi todos los instrumentos, en tanto su esposa es coautora de un tercio del álbum. Los resultados -un disco doble de 15 canciones-, devuelven la fe en términos de las posibilidades del rock clásico en mentes creativas. Segall fusiona periodos determinados de diversos tótems como los Beatles, Marc Bolan y David Bowie, junto a vetas como el folk rock, el stoner y el progresivo en combinaciones frescas y ocurrentes, armadas por capas hasta sostener un atractivo completo en prácticamente todas las canciones. The Bell es como una versión acelerada de Space oddity. Void levanta un manto de guitarras acústicas que se hacen cada vez más densas, mientras la batería se solidifica con el bajo, hasta un giro espacial digno de Pink Floyd. El acid rock se dinamiza en I hear y Hi Dee Dee, hasta llegar a My best friend, una de las mejores composiciones en un disco de alta factura: riff matemático y voz en clave psicodélica encaminan a un estallido, que rápidamente se retrotrae. Incluso el patrón reiterativo de Repetition, se urde de tal manera que logra mantener la atención. Ty Segall y talento van en la misma sentencia.

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