Reseña de libros: de Stefan Zweig a Constantino Bértolo

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Stefan Zweig.

La Obligación, la novela breve del autor vienés contra los horrores de la guerra; una antología de ensayos, artículos y columnas del agudo crítico y editor español, y un viaje científico y fotográfico por la Vía Láctea, en las lecturas de la semana.


La Obligación, de Stefan Zweig (La Pollera)

Desde su casa, ubicada en las alturas, Ferdinand solía ver el lago Zurich como “un espejo pulido en el que cada nube del cielo se deslizaba blanca y con prisa”. Pero esa mañana amaneció fría, húmeda y con niebla. El paisaje habitual le resultaba inspirador para su trabajo artístico y le provocaba tranquilidad: casas junto a la orilla, un barco de vapor abriendo las aguas, las gaviotas revoloteando. “Paz”, pensaba el joven pintor. Sin embargo, esa mañana con niebla recibió una carta que temía desde que se refugió en Suiza huyendo de la guerra. Lo llamaban a combatir en la Primera Guerra Mundial. Aun fuera de su país, el conflicto lo había alcanzado y amenazaba su vida y su libertad. ¿Debía presentarse? ¿Cuál es el deber de un artista?, se preguntaba.  “Cientos de veces consideramos esta posibilidad y yo estaba orgullosa de ti porque sabía que la harías pedazos y no te rebajarías a asesinar personas. ¿Ya no te acuerdas?”, le preguntó su esposa. Publicada en 1920, esta breve novela recoge las preocupaciones y posturas antibélicas de Stefan Zweig, el gran autor vienés conocido por su pacifismo. La nueva edición es fruto de una traducción de Francisco Acosta, quien en el prólogo se refiere al sentido y las resonancias del título y contextualiza la obra.

La Crítica como Combate, de Constantino Bértolo (UDP)

“Lo peor de ser editor independiente es que estás todos los días pendiente”, escribe Constantino Bértolo. Académico, crítico y editor español, fue director literario del sello Debate y de Caballo de Troya, así  como autor de numerosos ensayos y artículos en diarios y revistas. “Un editor, mírese como se mire, es un censor, y un crítico es, quiera o no quiera, un censor del censor”, anota en un textos cargado de humor que recoge esta antología. “Al fin y al cabo, los autores viajan montados en su propia autoridad, mientras que los editores y los críticos viajan montados en la autoridad ajena”, añade. Como editor, dice que lee con esperanza los manuscritos que llegan a su escritorio. “Con la esperanza de encontrar una voz  que necesite ser escuchada porque tenga algo que decir”, precisa. “Leer es oír, y aquello que le pido a un texto es que me obligue a callarme y a escuchar”. Una voz, espera hallar, “hecha de miedo, sueños, deseos, dolor y llanto”. En sus ensayos  se cruzan la reflexión literaria y política, y “quien se asome a los textos aquí incluidos podrá deducir esa área de interés común en que la crítica literaria se constituye como crítica cultural y, en última instancia, como crítica de las palabras e historias que en toda sociedad nos construyen como comunidad política”, afirma.

Viajemos por la Vía Láctea, de Sergio Vásquez (Zig-Zag)

Durante las noches de verano, bajo el cielo del Alto BioBío, solía mirar las estrellas. Dibujaba las formas que reconocía y se preguntaba por la luz y el color que despedían. Hoy Sergio Vásquez es director ejecutivo de la Sociedad Chilena de Astronomía y encargado del Museo Interactivo de Astronomía del MIM. En este libro el astrónomo nos invita a viajar por nuestra galaxia, por sus constelaciones más alejadas y los planetas cercanos. También nos lleva a visitar algunos de los grandes observatorios del país, así como a conocer  el trabajo de destacados astrónomas y astrónomos chilenos, como María Teresa Ruiz, José Maza y Mario Hamuy. Con un lenguaje sencillo y cercano, armado de una enciclopedia de datos interesantes y entretenidos, el libro ofrece una aventura científica y visual, gracias a sus asombrosas fotografías del cielo. Una exploración que nos llevará a través de nebulosas, cúmulos estelares hasta el agujero negro supermasivo que está al centro de la Vía Láctea. Para cerrar con la visión de la galaxia de Andrómeda, que se aproxima a 400 mil kilómetros por hora y se espera que se fusione con nuestra galaxia en unos 4 mil millones de años. Un libro que llega preciso con motivo del Día de la Astronomía, que se acaba de celebrar.

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