Joaquín Tuma (PPD): "La Presidenta debe pedir perdón a La Araucanía"




A su juicio, ¿cuáles son las deudas fundamentales en la IX Región?

La constitución del Consejo Nacional de los Pueblos Indígenas y los consejos por etnia, porque clarifican la contraparte del Estado chileno. Y si vemos que esto se resuelve vía consulta, según la Presidenta, a fines del año 2015, signfica que en el año 2016 vamos a estar en este proceso, y los proyectos de ley que se enviarán al Congreso producto de la consulta se van a tramitar el 2017. Entonces, chao gobierno. Este itinerario me parece inaceptable.

¿Qué le parece que la Presidenta aún no haya visitado la zona?

Es mejor que Bachelet no vaya, porque si no tiene un plan concreto, ¿qué va a decir? "Estamos pensando en mandar una consulta". Muchas de las cosas que se dicen son palabras de buena crianza.

¿Cree que el conflicto en esa región no es una prioridad para el gobierno?

Por supuesto. Con lo ocurrido con la ex ministra Villegas y la lentitud del gobierno, es claro que no es prioridad. Lo noto con las actuaciones de los ministros en el Congreso.

¿Qué le han dicho desde La Moneda?

Acudí muchas veces al gobierno, al Ministerio y Subsecretaría del Interior cuando Peñailillo era el jefe de gabinete, y encontré que no tenían ningún plan. El año pasado hice gestiones con el ex Presidente Lagos, puesto que en su gobierno se creó el Consejo de Verdad Histórica y Nuevo Trato. Recibió bien mis propuestas, pero me aclaró que había una condición esencial: que el gobierno se subiera al tema. Pero Peñailillo nunca lo tomó como un tema prioritario. Debo decir, sin embargo, que he encontrado mejor voluntad en el actual ministro del Interior, Jorge Burgos.

¿Cómo evalúa el trabajo del intendente de la zona, Francisco Huenchumilla?

Ha puesto el tema en los medios de comunicación, pero es mucho ruido y pocas nueces.

¿Debe Bachelet pedir perdón a La Araucanía en nombre del Estado de Chile?

Claro que Bachelet debe pedir perdón a La Araucanía, o el presidente que le siga. Tras 130 años de atropellos, el perdón de un presidente debería cerrar un proceso integral de solución, tal como lo hizo Nueva Zelanda con sus propios pueblos originarios.

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