“Zan Library”: la única biblioteca de mujeres de Kabul cierra por las amenazas y el acoso de los talibanes

Una mujer afgana asiste a la inauguración de una biblioteca para mujeres en Kabul, Afganistán, el 24 de agosto de 2022. Foto: Reuters

La biblioteca, fundada en 2022, a un año de la llegada de los talibanes al poder en Afganistán, recibía a más de 400 mujeres, ofreciéndoles libros y talleres de formación gratuitos. Para una de sus fundadoras, el centro representaba una forma de lucha y resistencia.


Tras la llegada de los talibanes nuevamente al poder en Afganistán, en agosto de 2021, los derechos de las mujeres y niñas del país se vieron nuevamente cercenados, pese a la promesa de los insurgentes de que no insistirían en las prácticas de su primera administración (1994-2001). Se les prohibió estudiar después de los 12 años, trabajar en organizaciones e ingresar a parques. Incluso se les restringió viajar sin ser acompañadas por un pariente hombre. Todo ello, según la ONU, “podría equivaler a una persecución por motivos de género”.

Sin embargo, hasta hace poco, hubo un lugar que luchaba por rescatar el derecho de las mujeres afganas a la educación y la cultura: la biblioteca Zan, un centro instalado en un sótano del mercado del barrio Red Pol, en Kabul. El recinto, además de prestar libros, ofrecía talleres educativos a las mujeres que quisieran participar.

Después de dos intentos de clausurar el lugar, y a pesar de la resistencia de sus fundadoras, la biblioteca tuvo que cerrar definitivamente en marzo, debido a las amenazas que recibieron de parte de los talibanes, las mismas que actualmente siguen llegando a través de llamadas telefónicas.

Aun frente al panorama actual, Laila Basim, una de sus creadoras, no lo ve todo perdido: “Mientras estemos vivas, seguiremos combatiendo por nuestros derechos y por la igualdad”, aseveró al diario El País.

Lucha y resistencia

Niñas afganas asisten a clase en una escuela clandestina, en Kabul, el 30 de julio de 2022. Foto: AP

La biblioteca Zan (que significa “mujer” en el idioma darí) fue abierta en agosto de 2022, siendo la única destinada para mujeres en la capital. Su apertura coincidió con el primer aniversario de la llegada de los talibanes al poder.

Fue fundada por un grupo de activistas, entre las que se encuentra Basim, quien desde antes se encontraba en el punto de mira de los talibanes, tanto por su conexión con el anterior gobierno afgano como por su participación en grupos de resistencia.

Basim trabajaba en el gabinete del Ministerio de Economía del antiguo gobierno. Tras la captura de Kabul, al igual que ocurrió con varias empleadas del sector, fue expulsada de su trabajo, viéndose a la deriva, cesante y sin fuente de ingresos. Todo ello la motivó a cofundar el Movimiento Espontáneo de Mujeres Manifestantes Afganas, una organización que, desde el comienzo, atrajo la ira de los fundamentalistas islámicos.

Sus conflictos con las fuerzas talibanas fueron tales que, en una ocasión, según relató la mujer a El País, un oficial de la inteligencia la amenazó a punta de pistola durante una manifestación en 2021, exigiendo que abandonara la protesta.

Mahtab, una estudiante chiita hazara de ocho años, posa para una foto en su clase de la escuela Abdul Rahim Shaheed de Kabul, el 23 de abril de 2022. Foto: AP

Basim, junto a otras activistas feministas como Zhulia Parsi, y con la ayuda de la organización Crystal Bayat, abrieron la biblioteca en 2022, con el objetivo de ser un espacio para fomentar la cultura y la educación para las mujeres, tras la prohibición impuesta por el gobierno talibán. Para Basim, el local también representaba un lugar de “resistencia civil de las mujeres contra las políticas erróneas de los talibanes”, según contó a El País.

“No pueden aniquilarnos de la sociedad, si nos aniquilan de un campo, seguiremos de otro”, expresó Mahjoba Habibi, profesora afgana que estuvo presente en la inauguración del centro, según Reuters.

La biblioteca, con un estimado de más de 400 socias, contaba con aproximadamente 5.000 libros, según Basim, que incluían desde novelas y títulos de ficción hasta textos sobre ciencia, política y economía. Tanto los volúmenes como los fondos para financiar la infraestructura del lugar se sostenían a través de donaciones de mujeres afganas y amigos extranjeros de las fundadoras.

Junto a esto, la biblioteca ofrecía talleres de formación gratuitos y liberados para cualquier mujer que quisiera participar, donde se trataban temáticas como política, religión, derechos de la mujer, entre otros.

“Desde hace 19 meses, mis compañeras y yo luchamos contra las políticas de los talibanes. Nuestro combate es una guerra de los bolígrafos frente a las pistolas”, expresó Basim al diario español.

Amenazas y clausura

Amanah Nashenas, profesora afgana de 45 años, recoge libros en una escuela de Kabul, el 22 de diciembre de 2022. Foto: AP

Los siete meses que duró abierta la biblioteca fue un período complicado para las voluntarias y las mujeres asociadas. Según contó Basim, los talibanes cerraron el local dos veces, pero que al ver que no daba resultado, comenzaron a visitar la biblioteca todos los días, preguntando qué pasaba allí, y por qué había mujeres dentro.

En una ocasión, cuatro agentes de seguridad ingresaron de forma agresiva al reciento, en las que interrogaron a las voluntarias y exclamaron que “el sitio de una mujer está en su casa y no fuera de ella”.

Tras eso, seguido de una serie de múltiples amenazas que recibieron las fundadoras, la biblioteca se vio obligada a cerrar sus puertas a mediados de marzo. Los libros fueron repartidos entre las mujeres que crearon el reciento, quienes se llevaron los textos a sus casas.

“No se trataba sólo de una biblioteca para mujeres en Kabul. En un momento en que las mujeres están confinadas en sus casas, se reunieron mujeres de distintas partes de la ciudad para leer libros, charlar y hablar de sus luchas”, comentó Parsi al portal Kabul Now.

A pesar de lo que significó el cierre de la biblioteca Zan, para Basim, según El País, la lucha por los derechos de las mujeres en Afganistán está lejos de terminar: “Crear una biblioteca no es ni el primero ni el único modo de luchar contra los talibanes y su ideología misógina. Para nosotras, no hay otra vía, tenemos que seguir luchando”.

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