"Estamos cambiando el futuro"

Deportistas transgénero, Jessica Millamán, Chris Mosier, Renée Richards

Jessica Millamán, hockista argentina que inspiró la normativa del COI para deportistas transgénero, rememora su histórica lucha. Atletas trans de todo el mundo continúan abriéndose paso en el deporte con la mirada puesta en Tokio 2020.



De no haber existido Renée Richards, el mundo del deporte sería hoy, probablemente, muy diferente. También la lucha de los deportistas transgénero. Pero la tenista, nacida en 1934 como Richard Raskind, se negó a no ser aceptada en el cuadro femenino del US Open de 1976 tras haberse sometido a una operación de cambio de sexo. Y siguió luchando.

Un año más tarde, la Corte Suprema de Nueva York falló a su favor permitiéndole competir contra otras mujeres en el Grand Slam estadounidense de 1977. Estuvo muy lejos de pelear aquel título, pero eso fue lo de menos. La pelea ya se la había adjudicado al ganarse el derecho de saltar a la cancha como lo que era.

Pero desde la irrupción de Renée Richards, una auténtica pionera, hasta la reciente reconversión de Hannah Mouncey (la jugadora australiana de balonmano que disputará este año el mundial femenino de la modalidad seis años después de haber tomado parte en el masculino), la lista de deportistas transgénero que han logrado competir al máximo nivel no ha dejado de crecer. La batalla que hoy lidia en Chile Ignacia Livingstone.

Las ciclistas Jillian Bearden y Rachel McKinnon (ganadora de una prueba del campeonato del mundo femenino en enero y protagonista de la acalorada y viral discusión con Navratilova sobre identidad de género en febrero); las voleibolistas Omaira Perdomo y Tiffany Abreu; la gran maestra de ajedrez Natalia Parés Vives; la golfista Mianne Bagger; la futbolista Jaiyah Saelua; o la softbolista Pat Cordova-Goff; son solo algunos ejemplos. Como el de Christina Ginther, en fútbol americano; Catherine McGregor, en cricket; Fallon Fox, en UFC; Nong Rose, en Muay Thai; o Louise Sand, handbolista sueca recientemente retirada, a los 26 años, tras confesar haber nacido "en el cuerpo equivocado".

Historias de lucha, éxito deportivo, discriminación y recelo, como la vivida en 2017 por la halterófila neozelandesa Laurel Hubbard tras colgarse la medalla de plata en el campeonato mundial de la especialidad convirtiéndose en la primera mujer transgénero en obtener un metal en una cita planetaria de la categoría. Hubbard, que no asistió a la rueda de prensa posterior a la competencia para no alimentar la polémica, fue abiertamente criticada pese a todo por los técnicos de la primera y la tercera clasificada de la prueba. "Nadie quería que ganara Hubbard", llegó a reconocer sin titubeos Tim Swords, preparador de la campeona del certamen Sarah Robles.

Pero no solo mujeres transgénero han conseguido prosperar en el mundo del deporte en los últimos años tras haberse sometido al tratamiento de reemplazo hormonal. Mediático -y tremendamente difícil de explicar- es el caso del joven luchador grecorromano Mack Beggs, de apenas 18 años, a quien continúan obligando a competir contra mujeres en su disciplina pese a haber iniciado en 2015 su transición hacia la masculinidad y que sigue siendo abucheado en cada presentación.

Muy distinto es el precedente sentado por Chris Mosier, un auténtico adalid de la lucha por desmontar todos los prejuicios y estereotipos; el primer hombre transexual en formar parte del equipo de duatlón masculino de Estados Unidos; en disputar un Mundial de la modalidad en la categoría de varones habiendo nacido mujer; y en protagonizar una campaña para la marca deportiva Nike.

Pero pocos deportistas trans han tenido tanta incidencia en el cambio de las reglas del juego como la jugadora de hockey argentina Jessica Millamán (34), cuya admirable y viral lucha inspiró la redacción de la nueva normativa del Comité Olímpico Internacional. Una batalla que comenzó en 2013, cuando la deportista (con todos los documentos oficiales en regla y la producción de testosterona controlada como consecuencia del tratamiento hormonal), se vio privada de competir por la Asociación de Hockey de Chubut. "Todo empezó porque la Federación rechazó mi refichaje (por el Germinal de Rawson de Chubut) sin dar ninguna explicación, sin razón alguna y sin ningún papel escrito que dijera por qué yo no podía jugar. Entonces hice un video explicando mi caso y contando que sentía que había sido objeto de discriminación. Tuve la suerte que a la semana se volvió viral en Argentina y después en el mundo. Ahí arrancó mi lucha. A la semana un juez falló a mi favor diciéndole a la Federación que tenían que reintegrarme al hockey en menos de 24 horas o se comían una multa de 30.000 pesos diarios cada uno de los integrantes", rememora para La Tercera.

"Al poco tiempo me reintegraron al hockey y el COI cambió las leyes por el tema de un año de hormona antes de jugar y tantos nanomoles", prosigue Millamán, quien comenzó su transición a los 15 años y quien hoy sigue jugando y luchando porque otros deportistas trans también puedan hacerlo: "Yo venía de ser un nene, pero a los 15 años ya tuve la fuerza de aceptarme a mí misma y soy trans desde los 15, así que mi cuerpo nunca lo llegué a forzar como un varón. Lo que me gustaría que quedara claro es que los trans hacemos el tratamiento porque nos hace muy bien a nuestros cuerpos y mentes y que una vez que iniciamos el tratamiento hormonal no tenemos ninguna ventaja con respecto a una mujer cis. El cambio del COI fue muy positivo, más aún siendo yo la protagonista, y diría que hoy vamos muy bien, que vamos ganando derechos que nunca se nos tenían que haber sacado y que estamos cambiando el futuro para cualquier chico o chica trans".

A apenas un año y medio de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, al menos Laurel Hubbard y Tiffany Abreu parecen destinadas ya a seguir reescribiendo la historia.

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