Columna de Elisa Eliash: Barbenheimer, ritual y resistencia de la sala de cine

Fotografías de las películas Barbie y Oppenheimer.


Por Elisa Eliash, cineasta y directora de “Fiebre”

Después de casi 10 años de trabajo, me toca estrenar una película en pleno fenómeno “Barbenheimer”. Siempre hemos sabido que la contienda es desigual y resultaría muy fácil quejarse de la asimetría feroz entre los presupuestos de Chile y Hollywood, para qué decir del marketing que permite bombardear de rosado países enteros. Pero no. Es imposible no conmoverse cuando vemos que las personas se sienten llamadas a inundar los cines, que necesitan esos relatos, que son seducidos por esas imágenes en movimiento y porque en este caso son -como mi pequeña película Fiebre-, filmes que a su manera buscan la expresividad y la experimentación de las formas, llevando el lenguaje un poquito más allá. Es cine de calidad, que nos lleva de vuelta al encuentro ritual con la sala de cine.

En otra escala y para otro público (infantil y familiar), mi película comparte esos objetivos al mismo tiempo que se diferencia profundamente como obra, y eso también debe ser celebrado. La diversidad audiovisual es justamente lo que nos alejará de cualquier posibilidad de domesticación de la percepción. Es un buen momento para el cine en toda su variedad y las producciones nacionales, con todo en contra, son muestra de ello. Actualmente, además de Fiebre, se pueden ver Tan inmunda y tan feliz, Vieja Viejo y Nidal. En todas ellas la creatividad parece impulsada por la precariedad sin por ello descuidar a las audiencias.

No es la eliminación de la competencia lo que llevará al público a la sala y aunque el marketing ayuda, y mucho, aplaudamos que las salas están inundadas de buen cine y sobre todo, ayudemos a que siga pasando. No vapuleemos iniciativas tan importantes y hermosas como la Red de Salas de Cine, un proyecto de muchos años que logró lo impensado: coordinar pequeñas salas de barrio y centros culturales de todo Chile en torno al buen cine. Una red que no discrimina y que acoge tanto al cine independiente, como Fiebre, y la pone al lado de Barbie y Oppenheimer, a diferencia del trato desigual de las grandes cadenas. Nivelemos para arriba y celebremos el cine de calidad venga de donde venga y en lo posible, veámoslo todo.

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