La vida después de una mastectomía

El 16% de todos los cánceres detectados en mujeres del mundo corresponden al de mama. En el caso de Chile la cifra aumenta a un 20,9%. Claudia Faúndez, una superviviente, cuenta cómo el cáncer y una posterior mastectomía se transformaron en “una lección de vida” y desde la mirada de la salud mental, la psiquiatra, Dra. Cynthia Zavala de UNAB señala se puede trabajar en un proceso que " no es solo una intervención física, sino que también afecta la salud mental.



En los veraniegos meses previos a la llegada de la pandemia a Chile, cualquiera que mirara desde afuera la vida de Claudia Faúndez podría presuponer que se trataba de una vida de esas a las que la gente llama resueltas.

Entrando a sus cuarenta Claudia se había casado, había tenido a su tercer hijo y gozaba de un buen trabajo como publicista en una reconocida corporación multinacional dedicada a la fabricación y venta minorista de muebles y objetos para el hogar. De hecho, luego de un intenso año de trabajo, en aquel verano, preparaba sus vacaciones fuera de Santiago.

Al regresar de su descanso, Claudia no pudo volver a trabajar presencialmente, las restricciones sanitarias ya se habían levantado. La mujer había dejado una libreta con algunos asuntos que había dejado pendientes en su oficina, entre ellos estaba una orden médica para realizarse una mamografía, trámite que llevaba realizando religiosamente año a año.

La preocupación por dilatar el examen no fue excesiva, eso hasta que se enteró de que una amiga suya fue diagnosticada con cáncer. “Me impactó que alguien cercano a mí tuviera cáncer de mama, ahí no sé por qué me empecé a estresar”, rememora Claudia, quien pidió permiso en su trabajo para ir a buscar su agenda.

Con la orden médica y un permiso de la Comisaría Virtual fue a la clínica, que a esa altura ya se encontraba con varios enfermos e intubados por el Covid-19. Estaba acompañada de una de sus hijas cuando entró al box de atención y su vida cambió para siempre: “Yo ese día fui a la clínica con una expectativa de un voy y vuelvo. Voy a hacer un trámite y regreso. Pero desde ese día casi no volví a salir de la clínica”, recuerda.

El shock del diagnóstico

Durante el examen Claudia lo supuso. Recuerda que la técnica encargada de la mamografía miraba y se detenía por mucho tiempo en una zona de sus pechos. La doctora le mandó a hacer otros exámenes y una biopsia, la que días más tarde confirmó las sospechas.

“El momento del diagnóstico es duro. De ahí vino una resonancia y confirmó que mi cáncer era súper extenso y que iba a requerir mastectomía total”, recuerda Claudia, quien agrega:

“Recuerdo que me dio mucho miedo porque en el fondo del cáncer no sabemos mucho y no estamos muy educados respecto al tema. Uno lo ve y es sinónimo de muerte. Pensar en eso fue instantáneo”.

La psiquiatra y directora de la carrera de Medicina sede Santiago UNAB, Dra. Cynthia Zavala, indica al respecto que: “La mastectomía no es solo una intervención física, sino un proceso que afecta la salud mental. Al momento del diagnóstico genera intenso temor a la muerte, luego adaptarse a los cambios físicos asociados al proceso de tratamiento, y el duelo que se genera por el cambio en la autoimagen producto de la pérdida de la mama. A muchas personas las acompaña de por vida el miedo a la recurrencia de la enfermedad”.

La experta destaca que se ha desarrollado una línea de subespecialidad para apoyar a los pacientes oncológicos dadas las particularidades que tiene su proceso, la psicooncología. Además, sabemos que el apoyo en términos de salud mental es un aspecto clave en el tratamiento del cáncer y que puede influir en su pronóstico. En particular con relación al cáncer de mama, no podemos dejar de considerar el peso de la cultura y los estereotipos de género que pueden imponer un peso adicional a las afectadas. El ideal social acerca de la feminidad, temas relacionados a la maternidad y la lactancia y el proceso de adaptación a la nueva imagen y corporalidad en mujeres que han sufrido mastectomías suelen complicar aún más la experiencia.

Sobre este punto la doctora agrega que cada persona se somete a una mastectomía lo vive de una manera particular y que la adaptación a esta nueva realidad implica respetar y acompañar la individualidad de cada experiencia. “Por ejemplo, no es lo mismo una mujer que no quiere tener hijos que una mujer que ya tuvo hijos o una mujer que quiere tener hijos. El contexto particular de cada paciente es diferente, con su propia historia y experiencias, que influyen en que la vivencia pueda ser muy diversa entre diferentes mujeres, y por lo tanto que lo que más le preocupa o afecta a una mujer puede diferir de lo que le preocupa o afecta a otra”, indica la doctora Zavala, quien agrega:

“Para alguna persona a lo mejor será lo estético, para otra persona será el impacto en la autoimagen, incluso en la identidad. Debemos acompañar a cada persona de la forma en que lo requiera, validando sus emociones y su experiencia individual en el proceso de elaboración de la experiencia. Esto marca un antes y un después en la vida de las personas”.

Pese a la mala noticia, el diagnóstico de Claudia fue una excepción. En 2021 en Chile se realizaron 60% menos exámenes para la detección de este tipo de cáncer. Así lo señaló en su momento a La Tercera la ginecóloga oncóloga de la red de Salud UC Christus, Elisa Orlandini, quien indicó: “Muchas mujeres consultaron cuando ya tenían síntomas o signos de cáncer de mama que representan etapas más avanzadas”.

La detección relativamente prematura del cáncer de Claudia le permitió sobrevivir a la enfermedad, a pesar de ello debió someterse a una mastectomía. “En el caso de la mastectomía total, tienen que sacar todo para que no quede ninguna célula que tenga posibilidad de cáncer(...) y además despegan el pectoral del hueso para poder sostener esta prótesis queda un hueco, y es como que tuviera pasado el músculo para el otro lado”, menciona Claudia.

Luego de la intervención, el equipo médico determinó que Claudia necesitaría sesiones de quimioterapia ya que un tumor infiltrante se estaba esparciendo por su cuerpo. “En ese momento ya había perdido la pechuga y pensé ‘ya está’, pero después creo que la quimio te hace pensar más en el cáncer. En el vivir el proceso de quimio te sientes enfermo, en el fondo se hace patente que estás con cáncer”.

Cuidando la salud mental post mastectomía

El 16% de todos los cánceres detectados en mujeres del mundo corresponden al de mama, mientras que, a nivel nacional, esa cifra aumenta hasta el 20,9%. Según datos del International Agency for Research on Cancer (IARC), cada 100 mil chilenas, se presentan 55 casos de cáncer de mama. Estos números, que pueden sonar fríos, se condensan en que el cáncer de mama es la segunda causa de muerte en mujeres en el país, superando la letalidad del cáncer de pulmón o hígado, de acuerdo a información del Ministerio de Salud.

Quizás por lo que hay detrás de estas cifras a Claudia le gusta referirse a ella misma como una superviviente. Cierto es que pasar por una mastectomía con cáncer de mamas, luego de ya haber lidiado además con el diagnóstico, puede tener un impacto importante en distintas aristas para la persona afectada.

Claudia Faúndez, quien desde su diagnóstico ha compartido con otras y otros afectados por cáncer de mama coincide que cada experiencia es distinta. Ella fue a terapia al final de su proceso de recuperación ya que “el bajón emocional” le llegó cuando ya no tenía urgencias por solucionar cosas.

“El cáncer es un trabajo, como me decía una amiga. Entonces uno está ocupado. Que la agenda, que me toca la quimio, que me voy a la clínica. Y de repente dejas esa vida y caes en la realidad, y ya no estás ocupada, y ya no ves al doctor. Y de un momento se terminan las licencias médicas y uno vuelve a la vida normal, no siendo la misma persona. Ahí pasa algo y en ese momento vi una psicóloga”, recuerda Claudia.

Sobre su experiencia en terapia agrega que ésta le brindó un espacio para expresar sus emociones y procesar el dolor y que si bien optó por no depender de medicamentos antidepresivos, si destaca la importancia de enfrentar el duelo y aceptar la nueva realidad. “Sentí en ese minuto que pude hablar cosas que no demostraba en la casa y poder hablar con un extraño y que te dé libertad de decir todo lo que te pasa yo creo que ayuda”, destaca.

Además de la terapia, Claudia decidió someterse a una cirugía reconstructiva, un año después de la mastectomía. Hay casos en los que esta reconstrucción se realiza al momento de la mastectomía y en otros, cuando las incisiones de la mastectomía cicatrizan y la quimioterapia o radiación finaliza, como le ocurrió a Claudia.

Independientemente del momento en que se haga la cirugía muy pocas opciones contemplan una areola un pezón. Por eso, se dice que el tratamiento reconstructivo está incompleto si estas mujeres no se someten a un tatuaje paramédico oncológico.

Ese fue el caso de Claudia quien se tatuó con Paula Batista, una de las exponentes nacionales de reconstrucción oncológica que desde 2017 se dedica profesionalmente a la micropigmentación estética y oncológica.

Sobre este punto, la doctora Cynthia Zavala agrega que la cirugía reconstructiva va más allá de lo estético y que es una herramienta para ayudar a algunas personas a recuperar su imagen física y, en muchos casos, su confianza. “El acompañamiento psicológico, la psicoterapia es algo que se debería hacer siempre (...)y eso yo te diría que es algo que va en paralelo a lo que desde el punto de vista estético se pueda trabajar en la cirugía plástica o reconstructiva”, comenta.

Rockeando contra el cáncer

“Hemos creado este Instagram para que todas las mujeres que estamos viviendo un cáncer o lo hemos vivido, podamos apoyarnos y ayudar a otras. Vamos que entre todas podemos”, fue el posteo que hace 172 semanas Claudia subió a sus redes sociales bautizadas Rockeando contra el cáncer.

En su perfil Claudia comparte regularmente su propia experiencia con la enfermedad. Para ella la mejor forma de lidiar con el cáncer fue el buen humor, acompañado de una actitud de rockstar.

“Hay un hito que me transformó en rockera dentro de lo que me pasó en el cáncer. Y fue la actitud que decidí tomar. Entonces también pasó a ser parte de mi vida. Yo me compré zapatos, empecé a usar chaquetas de cuero. No siendo un personaje, pero apoyando la actitud de lo que yo quería ser(...). Obviamente estaba pelada, tenía tres pelos y dije ¿Cómo arreglo esta cuestión? Empecé a usar una especie de mohicano. Me rapaba, después me acostumbré y me terminó gustando”, comenta.

Hoy Claudia además de su Instagram está escribiendo un libro en el que narra sus experiencias desde el humor “mi libro ‘Rockeando Contra el Cáncer’ está en proceso. Con 38 capítulos, detallo mi viaje, desde el temor inicial hasta la decisión de ser feliz y nunca dejar de rockear.”, expresa.

Junto con ello planea hacer un podcast de conversación junto a Paula Batista, la exponente nacional en reconstrucción oncológica que la ayudó en su proceso. En el podcast Claudia pretende mostrar una idea que repite con orgullo:

“Es que finalmente, no odié el cáncer. El cáncer para mí fue, como un maestro, como un motor de vida, para poder decir cómo quería vivir la segunda mitad de mi vida, por el resto de mi vida”.

Acercándose el tercer verano desde su diagnóstico, hoy cualquiera que mire desde afuera la vida de Claudia Faúndez podría presuponer que se trata de una vida de esas a las que la gente llama resueltas.

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