Review | Everybody 1-2 Switch: Una fiesta con muchos invitados, pero poco que hacer

La inesperada secuela al juego que fue lanzado el 2017 como una demo de lo que podían hacer los controles de la Nintendo Switch hace un esfuerzo tecnológico para incluir a mucha más gente en la fiesta, pero las actividades que propone no son ni creativas ni particularmente dependientes de la consola.


Desde el 12 de mayo recién pasado, para muchos jugadores de Nintendo Switch -me incluyo- no hay juego en la plataforma que logre ser lo suficientemente bueno o interesante como para sacarlos de la eterna y fabulosa vida en el Hyrule de Tears of the Kingdom.

Y para fortuna de muchos que aun ni siquiera hemos tocado los templos principales, Everybody 1-2 Switch no es ni será ese juego.

Bueno, también estoy siendo injusto ya que ambos apuntan a experiencias de juego diametralmente opuestas: mientras el nuevo Zelda es una epopeya de exploración, ingenio y épica para un jugador, Everybody 1-2 Switch es la definición máxima de un juego para fiestas: si no cuentas con compañía no podrás sacarle nada de provecho.

Pero aun tomando en cuenta esta distancia entre ambos géneros de videojuegos, uno puede apreciar la ligereza extrema que tomó el equipo de desarrollo al hacer este juego, a diferencia del anterior, una prueba más de que no todo lo que salga de Nintendo tiene que ser oro. A veces también salen cosas a medio cocinar y Everybody 1-2 Switch es una de ellas.

De partida, se trata de una de esas clásicas secuelas que nadie pidió. Curiosamente, también hace 6 años cuando fue lanzada la consola, 1-2 Switch acompañó a un Zelda, el Breath of the Wild en ese caso.

Y 1-2 Switch era lo que se conoce como una demo técnica de las capacidades que los controles de la Switch podían hacer, pero convertidos en pequeños minijuegos absurdos pensados para dos jugadores y que te ponían en situaciones como ordeñar vacas, tener que afeitarse, hacer duelos en el oeste, bailar como gorilas, y mi favorito, jugar ping pong imaginario.

Un juego con varios aciertos, varios fallos y varios fallos pero que muchos coincidimos en que debería haber sido incluido con la consola, pero para ser un juego en cartucho, estaba de más. Everybody 1-2 Switch se hace cargo en parte de esa crítica: ahora es solo digital y cuesta 30 dólares. Y aun así, se siente mucho menos entretenido que su versión anterior, en parte por la calidad de sus juegos pero también por la necesidad de tener grupos realmente grandes para sacarle provecho.

Everybody 1-2 Switch es un juego totalmente post-pandemia, ya que su gracia está en jugarse con grupos grandes. Puedes hacer equipos de 8 jugadores usando 8 Joycons o bien, jugando a través de una aplicación, reunir hasta a 100 personas al mismo tiempo para disfrutar. Este último caso, evidentemente, solo puede llegar a su máximo potencial en eventos masivos o familias extremadamente numerosas, aunque tampoco se como se gestionarían 100 personas conectadas con 100 teléfonos con diferentes baterías, velocidades de internet y eso. Pero bueno, con poca gente y en ambientes controlados el modo smartphone funciona bien, aunque si me di cuenta de que algunos teléfonos se desconectaban más que otros por su misma configuración de ahorro de batería o de cerrar el browser cuando están sin usar.

Aunque ya sea jugando con joycons, con celulares o con una mezcla de ambos, el juego siempre será el mismo: los participantes se dividen en 2 equipos, los equipos compiten en una serie de minijuegos al azar y el primer equipo que hace una cierta cantidad de puntos -dependiendo de que tan larga quieres que sea la partida- gana. La fórmula de los equipos funciona tanto si juegas de a 2 como 6, 5, 8, 20 o 100, siempre se dividirán en los que están a la izquierda y a la derecha de la pantalla.

Y hasta esta parte, el juego me parecía una mejora con respecto al anterior en cuanto a su estructura y su propuesta, ya que ahora efectivamente es una competencia con un foco. El problema está en que los juegos y las actividades que propone el juego esta vez, son mucho más aburridas que la vez anterior.

De partida, son menos los juegos que hay ahora. Claro, algunos de ellos son más largos y más elaborados que en la versión original, pero eso no quita que, por ejemplo, sigan existiendo juegos que puedan durar cosa de segundos. Y las actividades más largas no se si valgan la pena.

Las peores, siento yo, son versiones digitales de actividades que uno podría hacer en la vida real, como la silla musical o jugar al bingo, dos cosas que de verdad no ganan nada estando dentro de este cartucho: el bingo sigue siendo igual de largo y azaroso y aburrido que un bingo real. Y poder jugar a las sillas musicales sin sillas -gracias a la detección de movimiento de tu dispositivo- tampoco es demasiado creativo.

Y el flujo entre los juegos también suele ser lento: cada vez hay que pasar por la explicación tanto de las reglas del puntaje como los juegos en sí, lo cual, claro, está bien pensando en que supuestamente jugaremos siempre con gente distinta, pero cuando se quiere repetir una competencia, lo cual evidentemente puede pasar, los tiempos se alargan demasiado.

Pero lo más grave, siento, es que los juegos en si no son muy creativos. Toda la locura parece haberse agotado en Horace, el host del juego que es un tipo con una cabeza de caballo, pero ninguno de los juegos presentados es realmente muy creativo ni alocado ni inesperado. Son solo actividades, competencia pura pero que no parecen de un juego de Nintendo.

Hay un juego, por ejemplo, en el que hay que saltar una cuerda imaginaria siguiendo el ritmo de un sonido, y van perdiendo los que pierden el ritmo. El problema es que uno no sabe si esa medición es exacta o dependiente del hardware de tu celular. Hay otro juego en donde hay que hacer sentadillas cada vez que el instructor dice la palabra “Abajo”. El chiste está en que lo mezcla con palabras como “Atajo”, “Acaso” y otras parecidas, pero volvamos a lo anterior: ¿Qué es lo divertido en hacer sentadillas? Y más aun cuando el mismo juego te dice que no es necesario hacer la sentadilla, solo subir y bajar los brazos.

De los juegos que destaco está una batalla de caderazos, uno que mezcla controles y smartphones en donde una mitad del equipo usa el celular para lanzar estrellas y el resto su joycon para golpearlas y otro donde hay que seguir una receta memorizando el tiempo necesario antes de levantar la tapa. Pero el resto, bastante poco memorable, como el juego de trivia que incorpora, muy inspirado en los juegos de Jackbox, pero que se limita solo a respuestas binarias y nada más. ¿De verdad no pudieron hacer nada mejor que programar dos botones en el control virtual?

En resumen, si 1-2 Switch no les pareció entretenido, este no tiene ni la personalidad ni la calidad para hacerte cambiar de opinión. Y a los que si nos gustó -a pesar de su precio- podemos encontrar mucha más diversión en cualquier Mario Party o en el Wario Ware que viene.

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