Chevrolet Trailblazer: Con el alma puesta en el todoterreno

Chevrolet Trailblazer

La segunda generación del Trailblazer se muestra robusta no solo por su estética exterior, sino también por su andar tanto fuera como dentro de la pista. Sus tres corridas de asientos y su motor diésel lo ponen como una de las buenas opciones para quienes les gusta salir en familia y aventurarse.




Poco queda en la actual generación del Chevrolet Trailblazer del antiguo modelo. Y no solo porque hoy tenga un origen distinto (llega de Brasil), sino porque hay todo un concepto detrás que cambió. Desde su construcción ejecutada sobre la base de la nueva camioneta Colorado, dotándola, además, de un robusto y entretenido motor diésel, tres corridas de asientos, una tracción 4×4 con reductora y un buen nivel de equipamiento. Todo eso metido a la juguera saca a relucir un SUV a la antigua, de esos modelos que sí servían para salir fuera de ruta sin miedo, donde entraba toda la familia y, además, tenía un noble comportamiento en ruta.

Pero vamos por parte. Estamos frente a un modelo que mide 4.887 mm de largo, 2.132 mm de ancho, 1.845 mm de alto y tiene 2.845 mm entre los ejes. Sin duda que dentro de las medidas lo que más llama la atención es su despeje del suelo, que llega a 230 mm, y sus ángulos de entrada y salida, los que se pueden percibir a simple vista, cambiando así el archiofrecido concepto de SUV de ciudad con un look todoterreno. La única versión disponible del Chevrolet Trailblazer es la tope de gama y viene con pisaderas que hacen mucho más fácil el acceso.

Adentro, nos encontramos con un diseño moderno y materiales correctos, aunque algunos polímeros duros podrían mejorar. Domina una pantalla táctil de 8&" con el sistema de infoentretenimiento My Link que funciona fácil y simple. Los asientos son cómodos y con buen espacio para los adultos en las otras dos corridas de asientos. Algo que se agradece, sobre todo cuando se va con niños, es que los respaldos de la segunda fila permitan la regulación.

Sí me llamó la atención que, con el buen nivel de equipamiento que tiene (destacan seis airbags, alerta de colisión frontal y de cambio de carril involuntario, sensores delanteros y traseros con cámara, control de estabilidad y tracción, asistencia de partida en ascenso, control de velocidades en descenso, entre otros), el volante no tenga regulación de profundidad, a estas alturas un elemento básico, sobre todo en este tipo de vehículos.

» Motor rendidor

Equipa el motor 2.8 litros turbodiésel de 200 Hp de potencia y 500 NM de torque del fabricante americano, además de tracción 4×4 con selector de tracción electrónico con los clásicos modos: 2H, 4H y 4L, asociado a una caja automática de seis velocidades.

El conjunto de motor y caja es muy bueno; nos encontramos con un bloque que empuja con fuerza desde abajo y siempre tiene torque, aunque donde mejor se comporta es entre las 1.800 y 3.500 rpm. La caja es reactiva, pero definitivamente una buena compañera para este robusto motor, que a ratos es menos silencioso de lo que nos gustaría. El Chevrolet Trailblazer se mueve con soltura, sin problemas por el asfalto

Los recorridos de la suspensión parecieran estar bien calibrados y tiende a mantenerse estable ante los cambios repentinos de aceleración o frenaje. Se carga un poco en curva, pero absolutamente normal para su tamaño -principalmente su altura-.

Si bien tiene una bien lograda dirección, con buen tacto, sí me llamó la atención su radio de giro, el que luego comprendí acordándome de que su base proviene de una camioneta. En términos off-road pudimos probarla por unos caminos de tierra y barro y su comportamiento es muy bueno, con grandes aptitudes para este tipo de terrenos.

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