Donald Trump y su más dura derrota política

Donald Trump reiteró sus acusaciones de fraude electoral el jueves, cuando tres jueces federales desestimaron su solicitud de detener el conteo. Foto: AP

La pandemia, su retórica y la polarización del país parece haberle pasado la cuenta al Presidente republicano. Atrás quedarán sus discursos cargados de frases hechas, superlativos y muletillas como “fantástico”, “asombroso”, “estupendo” e “increíble”, entre otras cosas.


Donald Trump nunca se había postulado para un cargo político hasta su campaña presidencial de 2016. Fue cuando el empresario republicano conmocionó al mundo al derrotar a la demócrata Hillary Clinton en las elecciones de Estados Unidos. Sin embargo, a partir de hoy, tendrá que contar otra historia.

Populista y según sus críticos de discurso xenófobo y antisistema, este promotor inmobiliario y expresentador de reality shows derivó los pronósticos de las encuestas y comenzó su primer mandato en enero de 2017 bajo un grito de guerra que también utilizó para su segunda campaña: “Construir el muro”.

La construcción de una muralla a lo largo de la frontera sur del país, destinada a detener el paso de indocumentados hacia Estados Unidos, mostró la dureza de su postura migratoria, —de acuerdo con The New York Times— uno de los asuntos políticos que animan a su base: una combinación de voto rural y voto obrero blanco.

Taxonomía de un vendedor

En el libro El arte de la negociación (Grijalbo), Trump se jacta de su predilección por la “hipérbole veraz… una exageración inocente, y una muy efectiva manera de promoverse”. Para el Presidente, “hipérbole veraz” no es un simple oxímoron. “Una pequeña hipérbole nunca hace daño”, dice en su debut literario, donde remata: “La gente quiere creer que algo es lo más grande, lo mejor y lo más espectacular”.

Mientras PolitiFact puso a prueba cada declaración de Trump durante su primera campaña, cifrando en un 76% las falsas; Robert Slater, periodista que lo entrevistó para el libro No hay peligro en sobreexponerse (Prentice Hall), explica que Trump utiliza el concepto “hipérbole veraz” para atraer la publicidad sobre sí mismo. “Mientras los demás venden, él vende y se vende, y es precisamente esta capacidad la que constituye la clave de su éxito”.

Quizá por eso sus discursos están cargados de frases hechas, superlativos y muletillas como “fantástico”, “asombroso”, “estupendo”, “increíble” y varios sinónimos de “enorme”.

Un biógrafo anotó que, como buen vendedor, Trump se especializa en simular intimidad en lugar de practicarla. Lejos del montón, en conversaciones con periodistas, antepone la frase “es extraoficial, pero lo puedes usar”, lo que tiene tanto sentido como la taxonomía de sus bienes raíces: “Lujo, súper lujo, súper súper lujo”.

Lo cierto es que detrás de la frase del muro está el hombre que entendió bien un par de asuntos: que los estadounidenses estaban hartos de sus políticos tradicionales y que necesitaban un enemigo. Así, su primer ataque público como candidato fue contra los mexicanos.

Pronto, las expresiones prejuiciosas y racistas que muchos estadounidenses decían en la intimidad de sus hogares comenzaron a inundar los discursos políticos y las redes sociales.

Este año, además, el Presidente se alzó como el defensor de una nación cristiana bajo amenaza. “En Estados Unidos, no recurrimos al gobierno para restaurar nuestras almas, ponemos nuestra fe en Dios todopoderoso”, señaló en la Convención Nacional Republicana.

750 dólares en impuestos

Trump, conocido antes de llegar a la Presidencia por realizar expresiones exageradas sobre sí mismo, siempre ha afirmado ser multimillonario. Lo cierto es que siempre ha sido complejo cuantificar cuál es su fortuna real, y el mismo Trump se ha encargado de proteger sus declaraciones de impuestos.

En medio de su segunda campaña, una investigación de The New York Times determinó que solo pagó US$ 750 en impuestos sobre la renta en 2016, año en que ganó la Presidencia de Estados Unidos, y 2017.

El reportaje concluyó que el mandatario no pagó impuestos sobre la renta en 10 de los últimos 15 años, según la investigación, “en gran parte” porque las empresas del magnate reportaron pérdidas.

“Es una noticia totalmente falsa”, señaló Trump en respuesta al medio, “en realidad pagué, pero lo verán tan pronto como mis declaraciones de impuestos estén listas”.

“Sería profundamente injusto decir que Trump miente todo el tiempo. Jamás me atrevería a sugerir que miente cuando está dormido”, escribió uno de sus biógrafos, el periodista Mark Singer, “por lo demás, es sabido que solo duerme cuatro horas al día”.

Alair Townsend, exvicealcaldesa de Nueva York, llegó a decir: “No le creería a Donald Trump, aunque su lengua estuviera notariada”.

Michael Bloomberg, fundador del servicio de noticias y una de las personas más acaudaladas del mundo según Forbes, también tuvo palabras para Trump en una Convención demócrata: “Soy neoyorquino y reconozco a un estafador con solo mirarlo”.

Control de crisis

Pese a haber restado importancia a la amenaza del coronavirus y demorar en responder a la crisis sanitaria en el país, Trump cambió su discurso durante la última campaña para mostrarle a los votantes que las acciones de su gobierno salvaron vidas. Pero eso no le bastó: Estados Unidos acumula 237 mil muertes por Covid-19.

Ansioso por reactivar la economía, el Presidente culpó a China y la Organización Mundial de la Salud (OMS) por la crisis, al tiempo que promovía dos acuerdos comerciales clave de su mandato: un tratado con Canadá y México, y un acuerdo comercial inicial con el gigante asiático.

Mientras, complació a los republicanos, gracias a su ritmo frenético para nombrar jueces conservadores en los tribunales federales y su doctrina en política exterior, que puede resumirse en una frase que choca de lleno con los principios de alianzas como la OTAN y el mundo de los acuerdos: “Estados Unidos primero”.

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