De la Rúa: el Presidente que salió del poder en helicóptero

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20 de diciembre de 2001: De la Rúa renuncia y deja la Casa Rosada en helicóptero.

Exmandatario argentino falleció hoy a los 81 años. En la memoria colectiva aún está presente su renuncia en 2001 y su partida en helicóptero de la Casa Rosada, en medio de un brutal estallido social.


"Yo no me aferro a un cargo", señaló, nervioso, Fernando de la Rúa. Eran las 17.00 del jueves 20 de diciembre de 2001 y el entonces Presidente argentino había convocado a la oposición a un gobierno de unidad nacional tras un estallido social en reclamo por la dramática situación económica que atravesaba en ese momento el país. Sin embargo, el exmandatario radical -que falleció hoy a los 81 años- sabía que tenía las horas contadas: en la Plaza de Mayo miles de personas, cacerola en mano, exigían su renuncia, mientras la policía reprimía las masivas manifestaciones y provocaba siete muertos en la capital y un total de 29 en toda Argentina.

"Lo mejor es que nos vayamos. Espérenme afuera de mi despacho. Voy a redactar la renuncia", le dijo ese día De la Rúa (1999-2001) a sus más cercanos colaboradores, después de que la oposición rechazó su pedido de diálogo, mientras el estado de sitio declarado el miércoles 19 solo empeoraba las cosas. Esto, sumado a medidas impopulares como el "corralito", la restricción de la libre disposición de dinero en efectivo impuesta por De la Rúa.

Durante la jornada del jueves 20, el Presidente radical solo almorzó un yoghurt con jalea. El canciller Adalberto Rodríguez Giavarini lo acompañó en ese momento. El ministro le sugirió que escribiera su renuncia a mano. Algunos funcionarios se emocionaron. Ya a las 19.00 la dimisión estaba lista, escrita de puño y letra por el Presidente frente a un cuadro del general San Martín.

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Diciembre de 1999: Fernando De la Rúa junto a Carlos Álvarez.[/caption]

Minutos antes de abandonar la Casa Rosada, De la Rúa le pidió al fotógrafo de la Presidencia, Víctor Bugge -a quien poco antes había abrazado- que le sacara su última foto. "Entramos a su despacho, donde no había nadie, y me dijo: 'Vení, vamos a hacer la foto que me querés hacer", contó el fotógrafo a La Tercera en 2001. "Luego, frente al sillón presidencial, comenzó a ordenar sus papeles. Estaba preocupado y triste", agregó Bugge.

"Después, en completo silencio, tomó un ascensor y subió hasta la terraza -donde lo esperaba un helicóptero- y se fue sin mirar a nadie", reveló el profesional. Otro testigo de la escena contó que De la Rúa "estaba nervioso, su cara no era la de siempre". Finalmente, a las 19.52, tomó el helicóptero -tal como lo había hecho 25 años antes Isabelita Perón-, para dirigirse a la Quinta de Olivos. Atrás quedaban 740 días de gobierno, mientras la imagen del helicóptero resumía el dramático momento que vivía Argentina, con la mayor crisis económica, social y política de su historia reciente.

Sin embargo, al día siguiente -el viernes 21 de diciembre- y de manera completamente inesperada, De la Rúa -ya renunciado- volvió a la Casa Rosada, poco antes de las 9.00. Apenas ingresó, un periodista le preguntó: "Presidente ¿Cómo cree que lo juzgará la historia?". "La historia juzgará en perspectiva frente a las dificultades y decisiones tomadas. Quizás las dificultades son tantas que hacen falta períodos más cortos de tiempo", respondió el Mandatario, que había llegado al poder en 1999 como una esperanza de cambio tras la década menemista.

Llanto en la Casa Rosada

Poco después se dirigió a su despacho, donde acomodó sus cosas. Abrió su cajón y luego se fue al escritorio donde el día anterior había redactado su renuncia. Así, tomo su última decisión y derogó el estado de sitio que había declarado el miércoles de esa semana después de reunirse con el ex jefe del gobierno español, Felipe González.

"Finalmente De la Rúa volvió a su despacho, contempló la Plaza Colón y firmó fotos de él mismo que le habían pedido sus más cercanos funcionarios. Muchos de ellos, incluso secretarios de Estado, lloraron", reveló Bugge. Minutos más tarde abrió la puerta de su despacho principal y sus colaboradores comenzaron a aplaudirlo. "Gracias", se limitó a decir en ese momento.

"Me siento con la satisfacción del deber cumplido y deseando lo mejor para mi país. Concluyo una etapa de mi vida donde he entregado lo mejor de mí para el país. Quiera Dios alumbrar el camino de la República", fueron sus última palabras antes de abandonar la Casa Rosada. Poco antes de ese breve discurso, miró por última vez su escritorio y lloró.

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Mauricio Macri frente al cuerpo de De la Rúa.[/caption]

El peso de la historia

A partir de ese momento, De la Rúa se transformó en un político sin peso alguno ni influencia, y se autoexilió en su residencia familiar. Al mismo tiempo, Argentina dio inicio a una traumática sucesión presidencial, con tres gobernantes designados en apenas una semana: Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde.

Fue este último quien logró apaciguar los ánimos y quien convocó a las elecciones de 2003 en las que finalmente resultó electo Néstor Kirchner. De esta manera, sin quererlo, la renuncia de De la Rúa derivó en el comienzo de la era kirchnerista.

De la Rúa fue electo en 1999 en medio del desencanto de los argentinos con el peronista Carlos Menem. Como líder de La Alianza, el entonces candidato de la Unión Cívica Radical prometió el cambio, pero se comprometió a mantener la convertibilidad. "Conmigo, un peso, un dólar", fue su slogan.

El problema para De la Rúa fue que a medio camino la situación financiera, los préstamos y la deuda se hicieron insostenibles, lo que sumado a medidas como el "corralito" o la imposición de un estado de sitio, terminaron por costarle el cargo.

De personalidad introvertida, De la Rúa no se convenció hasta el final de que tenía los días contados. Según los analistas, él mismo contribuyó a su caída, con momentos "surrealistas", como cuando en diciembre de 2000 asistió al programa VideoMatch, de Marcelo Tinelli. La idea del Presidente era poner fin a las burlas de un humorista que llevaba semanas retratándolo como un gobernante torpe. Sin embargo, su participación en el programa se convirtió en un bochorno del cual él mismo se arrepintió tiempo después.

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