Osorno sin Barros: el terreno que pisa Scicluna

Scicluna
El arzobispo Charles Scicluna (en primer plano) y Jordi Bertomeu en la catedral de Osorno. Foto: Agenciauno

La misión del Vaticano llegó hoy a la diócesis que encendió la crisis de la Iglesia en Chile. Globos y carteles de bienvenida. Banderas. También exigencias. Sacerdotes y laicos se reconocen "divididos". Hasta el lugar de alojamiento de los enviados es tema de pelea. El temblor no pasa.


Con banderas chilenas, carteles y globos verdes, representando "la esperanza". También letreros rechazando a "obispos encubridores". Y muchos saludos y apretones de mano a través de las rejas, a lo rockstar. Así recibieron hoy los feligreses de Osorno a los enviados papales, Charles Scicluna y Jordi Bertomeu, tras su aterrizaje, pasado el mediodía, en el aeródromo Cañal Bajo Carlos Hott Siebert.

La visita de ambos a la Diócesis de Osorno, que comenzó hoy y se extenderá hasta el domingo, es tal vez una de las misiones más difíciles de su viaje apostólico: trabajar en la reconciliación de una comunidad que ha estado dividida desde el nombramiento del exobispo Juan Barros, en enero de 2015, y quien, en los últimos años, ha sido objeto de numerosas críticas y rechazo por parte de un sector de los fieles, quienes lo apuntan como uno de los supuestos encubridores de Karadima.

Si bien se pensaba que el anuncio de aceptación de la renuncia de Barros -el lunes último- y la designación del nuevo administrador apostólico, el obispo Jorge Concha Cayuqueo, ayudarían a disminuir la tensión en la comunidad, previo a la visita de Scicluna y Bertomeu, los mismos laicos reconocen que durante los últimos días la división ha persistido y se ha manifestado incluso en la organización de la visita pastoral.

Sobre ello, Jordi Bertomeu aseguró, tras su llegada a Osorno, que la división es "humanamente normal. Aquí ha habido división como hay división en tantas ocasiones en la vida o en el trabajo, pero también hay encuentro y hay comunión". De hecho, se espera que uno de esos encuentros se pueda lograr el domingo, en una misa en la que participarían todos los sectores de la diócesis.

Pero la comunidad de fieles y sacerdotes que hoy recibieron a Scicluna y Bertomeu pareciera estar lejos de una reconciliación.

"Han sido un poco tensas las relaciones que hemos tenido esta semana. Nos querían imponer un programa que nosotros no compartíamos", explicó Mario Vargas, de la Agrupación de Laicos y Laicas de Osorno. "Hicimos una contrapropuesta porque queremos que Scicluna y Bertomeu bajen a las comunidades y las escuchen. Logramos integrar dos parroquias que son emblemáticas en la ciudad y donde nunca se le permitió el ingreso a Barros", explicó el vocero.

Se trata de la Parroquia Sagrado Corazón y la Parroquia Santa Rosa, donde precisamente hoy, pasadas las 20.30 horas, la agrupación de laicos opositores a Barros, recibió a los sacerdotes en medio de cantos y aplausos, en una cita que duró más de una hora. Previamente, cerca de las 18.30, los sacerdotes habían visitado en la catedral a la agrupación Fieles Católicos Cristianos de Osorno, que ha mantenido una postura más cercana al exobispo. Tras la cita, el vocero José Manuel Rozas aseguró que "se llevaron relatos desgarradores de lo que fue la entronización del obispo Barros aquí en la catedral".

Además, Scicluna y Bertomeu visitarán las parroquias Espíritu Santo y San Mateo, junto con la Casa Betania, donde este viernes sostendrán un encuentro con el clero. También se espera que reciban víctimas de abuso.

Pero, incluso, el lugar de estadía de los enviados papales ha generado asperezas. En carta a ambos sacerdotes, la organización de laicos de Osorno les manifestó que "no era buena idea" alojar en la casa parroquial de la catedral, debido a que los sacerdotes que ahí los recibirían, Mauricio Bello y Bernardo Werth, habrían "marcado posturas en contra de nosotros. Nos preocupa que en la conversación de sobremesa, en los saludos de pasillos, entre otros momentos, se pueda intentar influir en desmedro de muchos". Ellos apuntan a estos religiosos como teóricamente cercanos a Barros, un nombre que, hoy por hoy, pareciera tiznar.

Camino a la reconciliación

A las 12.30, hora en la que en muchas otras iglesias del país comienzan a celebrar la misa, la Catedral de San Mateo, en Osorno, está vacía. Una mujer, de cerca de 60 años, entra a buscar un poco de agua bendita. "Está triste la Iglesia", dice. "Se fue el obispo… lo persiguieron mucho. Yo no sé si habrá hecho algo malo o no, pero en la vida hay que perdonar, por algo uno se confiesa ¿o no?".

Así como ella, varios fieles asistían cada domingo a la misa que oficiaba el exobispo Barros y ahora se acercan a la catedral con incertidumbre. El recientemente nombrado administrador apostólico y exobispo auxiliar de Santiago, Jorge Concha Cayuqueo, aún no ha llegado a la zona. Sin embargo, se espera que el domingo participe de la eucaristía por el "encuentro de todas las comunidades de la Diócesis de Osorno", la última que realizarán los obispos Scicluna y Bertomeu antes de dejar la ciudad.

Aquella actividad es una de las más esperadas de la misión pastoral. Será un punto de encuentro tanto para fieles como para los mismos sacerdotes.

"El clero está dividido. Necesitamos dialogar", reconoce el cura Peter Kliegel. "Ahora ese es nuestro papel, tenemos que hacer un mea culpa, y junto con el nuevo administrador apostólico buscar la reconciliación".

Kliegel, sacerdote opositor a Barros, no asiste a una eucaristía en la catedral desde 2015. Pero asegura que el domingo estará presente. "Es una tremenda alegría y espero que todos entren".

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