Abbott, el militante retraído

Jorge Abbott asumió esta semana como fiscal nacional. Hace 46 años tuvo una discreta vida política como miembro de la DC y, después, del Mapu, optando por el ala moderada tras la división de esta última agrupación durante la etapa final de los mil días del gobierno de Allende.




Mayo de 1969. Un grupo de  la Juventud de la Democracia Cristiana (JDC) de la V Región renuncia a la militancia del partido que, por esos días, lideraba su primer gobierno con el entonces Presidente Eduardo Frei Montalva a la cabeza. En síntesis, los argumentos detrás de esa diáspora de quienes integraban la JDC eran la necesidad de profundizar el proceso de transformaciones sociales que, de forma moderada, llevaba a cabo la “revolución en libertad”. Era hora de sumarse a las fuerzas de izquierda.

Entre aquellos entusiastas muchachos se encontraba el presidente del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad Católica de Valparaíso (UCV). Su nombre: Jorge Abbott Charme.

El futuro abogado se plegaba, 46 años antes de convertirse en el nuevo fiscal nacional del país, al camino que abría uno de los líderes de la JDC, Rodrigo Ambrosio, formando el Movimiento de Acción Popular Unitaria (Mapu). Con una mezcla doctrinaria de marxismo y teología de la liberación (corriente ideológica progresista al interior del catolicismo), el Mapu terminaría sumándose a la candidatura presidencial de Salvador Allende y a su coalición de partidos, la Unidad Popular (UP), en desmedro de la carta que promovía la DC, Radomiro Tomic.

Pese a la intensidad del compromiso político de la época, Abbott mantendría, en los años siguientes, una militancia más bien discreta: más cerca de los códigos y leyes que de la revolución “con empanadas y vino tinto”.

La sombra de Manuel Montt

Abbott asumió esta semana la jefatura del Ministerio Público, en reemplazo de Sabas Chahuán, culminando un dedicado trabajo que lo tenía, desde aquella época, cuando recién había egresado de Derecho, con sus prioridades centradas en ese rubro, no en la política. Esto, pese al historial de su familia. Su madre, Luz Charme Montt, era dirigenta DC, y su hermano Lionel también militaba en el Mapu. Pero mientras se sucedían los mil días del gobierno de Allende, el joven Abbott llevaría adelante una militancia pasiva al interior del Mapu.

“Si bien éramos del Mapu, Jorge era bastante pasivo respecto a otros militantes. Más que un político, él era un hombre de derecho”, recuerda el abogado Jaime Esponda, quien lo acompañó, en calidad de secretario, en la directiva del Centro de Estudiantes de Derecho de la UCV. “Éramos un grupo de dirigentes que nunca abandonamos los estudios. Solíamos estudiar a la sombra del busto del Presidente Manuel Montt en Viña del Mar, de quien Jorge es descendiente. Y mientras muchos nos íbamos a disfrutar de la bohemia porteña, en lugares como el Roland Bar, él optaba por pololear con quien sería su esposa, Ana María Urzúa, porque era medio retraído. De hecho, fue el primero en casarse. Es un hombre de fuerte convicción católica”, agrega su ex compañero.

“En realidad, él nunca fue un militante destacado del Mapu. A diferencia de otros, siempre prefirió los estudios y su vida personal”, resume Marcelo Contreras, ex director de la revista Apsi y antiguo miembro de ese partido.

Con todo, el activismo de Abbott en la UP se tradujo en ser el interventor de la Compañía de Navegación Interoceánica. Y en las postrimerías del gobierno de Allende, el Mapu sufriría una división, de la cual Abbott no estuvo ajeno. Una facción más radicalizada la lideró el dirigente Óscar Guillermo Garretón, frente a otra corriente moderada que encabezó Jaime Gazmuri. Abbott adscribiría a esta última, que se resumió como el “Mapu-Gazmuri”.

Con el paso de los años, Jorge Abbott recordaría todo esto, de esta forma, en una entrevista a El Mercurio de Valparaíso, publicada en 2003: “En mi juventud yo tuve una constancia bastante progresista. Pertenecí al Mapu hasta septiembre de 1973. Fui primero demócratacristiano. Incluso, fui presidente de la Juventud DC en Viña”.

El Golpe de Estado encontró a Abbott trabajando en una empresa de viviendas prefabricadas de El Belloto. Por entonces, se aleja del Mapu y se queda trabajando cinco años en la compañía, junto al interventor del régimen militar, el oficial de Marina Roberto Vargas Biggs.

Luego, trabajaría como abogado externo del Banco Hipotecario y de Fomento Nacional, donde coincidiría con el jurista fiscal de la entidad, Aldo Cornejo, durante casi toda la década de los 80.

“Tras el Golpe, dejó la actividad política, pero siempre dejó en claro que era opositor a la dictadura de Pinochet”, recuerda el actual diputado DC, quien aún mantiene contacto con el nuevo fiscal nacional.

Fue en 1988 que Abbott ingresa al servicio público como subdirector de la Corporación de Asistencia Judicial. Una década después, ejerce de fiscal jefe de la V Región, rol con el que, entre otras cosas, supervisó la investigación del desvío de recursos del Programa de Generación de Empleos (PGE) de Quillota para financiar a activistas políticos de la zona, caso en el que se condenó a tres personas en 2010.

Con los años, se volvería a encontrar con un abogado ligado a la investigación de esa causa. En septiembre pasado, previo a su designación como jefe del órgano persecutor del país, Abbott llegó a la casa del senador Guido Girardi (PPD), donde se reunió con el legislador y con el abogado Ciro Colombara, actual defensor de Marco Enríquez-Ominami en el caso SQM. “Fue una cosa totalmente transparente”, sostendría Abbott una vez revelada la cuestionada cita.

Días después de eso lo nombraron como  fiscal nacional, cargo en el que recibiría las investigaciones sobre presunto financiamiento irregular de la política que han afectado a destacadas figuras del oficialismo y oposición. Sin embargo, en sus primeras definiciones estuvo delegar las indagatorias de SQM y Penta en fiscales regionales. Y sobre este último caso, Abbott ya decidió inhabilitarse, debido a  que es primo del ex canciller Alfredo Moreno Charme, actual presidente de empresas Penta.

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