El que pierde paga

Colo Colo, Universidad de Chile

Colo Colo y la U no pueden dejar ir puntos en la recta final por el título. A la misma hora enfrentan a Antofagasta y O'Higgins. Un triunfo de los albos y una derrota de los azules se traduce en la 32° estrella del Cacique. El Clausura empieza a definirse.




La distancia es mínima: un punto con seis todavía en disputa. Colo Colo y Universidad de Chile luchan intensamente por el Clausura. Y salen hoy a la cancha con todo el morbo que sólo los dos equipos más populares del país luchando palmo a palmo por el cetro de campeón pueden generar. Como en 1998 o el Apertura 2006.

Los azules visitan a O'Higgins con la obligación de ganar. Los tres puntos les son imperiosos para estirar la disputa por la corona hasta la última jornada.

El equipo de Hoyos creció durante el actual torneo. No logró convertirse en un elenco de solidez a toda prueba, pero le alcanzó para llegar hasta acá compitiendo y con opciones, algo de lo que había sido incapaz durante los últimos dos años. Debe ganar, eso sí, y clamar por un tropiezo albo para quedar en buen pie de cara a la jornada final.

Los estudiantiles apelan a la confianza exhibida durante las últimas semanas -salvo en el clásico ante la UC- para triunfar en El Teniente y mantenerse en carrera. Con Espinoza y Lorenzetti como hombres clave en la generación de juego. Con Reyes como el equilibrio de la zona media. Con Rodríguez y Beausejour involucrándose sin complejos al juego ofensivo por los costados. Y con Mora, que está inspirado y puede generar peligro hasta en la jugada más intrascendente.

Colo Colo, en tanto, recibe a Antofagasta con la tranquilidad que brinda tener la primera opción. Y con el envión anímico del postrero triunfo ante Everton de la semana pasada, que les dio la punta de manera exclusiva y los acerca un poco más a la estrella 32.

Es el sueño de todo el pueblo albo, que hoy llenará el estadio Monumental esperando vivir una fiesta que, en el mejor de los casos, podría terminar hasta con la vuelta olímpica.

No será fácil. Antofagasta llega con el orgullo herido. Sintiéndose menospreciados por los albos y con ganas de aguar la celebración.

Los de Pablo Guede no han logrado sostener el arrollador tranco exhibido durante las primeras jornadas del torneo y, en los últimos encuentros, el equipo ha sufrido una evidente merma. Ya no hay pulcritud en los movimientos, rendimientos individuales sobresalientes ni un fondo de juego que deleite a los demás.

Pero les basta con un bloque defensivo sólido y consolidado y con la reivindicación del empuje y el coraje como sellos distintivos del equipo popular. Algo queda de la impronta de la camiseta colocolina. Tal y como le gusta a la gente.

Dos fechas, seis puntos y mucho por decidir. El torneo más disputado de los últimos años se acerca a su fin. Y el que pierde paga.

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