La disputa que enciende el dial

La cuota de música chilena en las emisoras locales aún separa a la Asociación de Radiodifusores y la Sociedad del Derecho de Autor. El proyecto se apresta a iniciar un nuevo round en la comisión donde partió. Si bien la historia data de 2007, ya es el embrague de un debate mayor. Uno sociocultural.




Cuál es la identidad chilena. Dónde nace. Quién la canta. Conceptos similares deambulan por las dos esquinas del cuadrilátero, en medio de la discusión sobre el proyecto de ley que busca establecer una cuota de 20% de música nacional en las radios locales.

La iniciativa, cuyo objetivo de fondo es promover y fomentar la creación chilena, ingresó al Congreso el 20 de noviembre de 2007. Y el pasado 23 de abril, es decir, seis años y cinco meses después, la Cámara Alta resolvió devolverlo a la Comisión de Educación y Cultura, justamente por donde había ingresado, para "añadir indicaciones y perfeccionarlo", según se informó.

Uno de los contendores de esta disputa es la Sociedad del Derecho de Autor (SCD). Su presidente, Alejandro Guarello, valoró este aparente retroceso como una oportunidad de perfeccionar y volver a difundir el proyecto.

"Es imprescindible que se legisle, porque los músicos nacionales compiten en absoluta inferioridad de condiciones respecto de los extranjeros. Son incomparables los costos/beneficios de producción y difusión de artistas como Madonna o One Direction con un artista local, que gasta sus ahorros en un álbum de calidad, pero que después no tiene espacio en el dial", dice.

Y subraya que "además de buscar un equilibrio, ahora se podrá precisar quién debe fiscalizar el porcentaje decidido, si es el Consejo de la Cultura o el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, y, dentro de esa franja, qué espacio le corresponde a cada corriente y estilo musical".

En la SCD destacan que de los recursos que recibe esta entidad, el 92% proviene de conciertos, salas, uso de música en bares, discos, hoteles y otros; y sólo el 8% deriva de la reproducción de la música a través de las radioemisoras. Y que, dentro de ese 8%, el 85% va para músicos extranjeros y solamente el 15% a los chilenos.

En el otro extremo del debate, la Asociación de Radiodifusores de Chile (Archi) sostiene que la imposición de un porcentaje contraviene la libertad de expresión y programación, y no protege la identidad nacional, sino que representa un beneficio económico para determinados músicos chilenos.

Su presidente, Luis Pardo, destaca que "los únicos países de la región que tienen legislaciones restrictivas son Venezuela, Ecuador y Argentina. En otras latitudes se les suman Francia, Australia y Canadá. Pero se trata de experiencias generadas hace décadas y hoy obsoletas. Además, la radio no es el único vehículo tecnológico para acceder a la música, y una ley restrictiva nos pone en inferioridad de condiciones respecto de otras plataformas, como internet, celulares y otras, que no están siendo legisladas".

Agrega que "en las radios chilenas el porcentaje de música nacional ya es de un 17,26%. Lo que se necesita es una política de fomento general, porque un porcentaje sólo beneficiará a los músicos chilenos ya exitosos, no a los emergentes".

Entre los músicos hay cierta unanimidad en apoyar el porcentaje. "Los artistas internacionales son una avalancha, hoy no sería posible una Nueva Ola", dice Luis Dimas. Claudio Parra, en tanto, de Los Jaivas, asegura que "la música nacional no sólo son temas bailables; también es un vehículo para difundir valores nacionales, rasgos culturales y tradicionales del norte, centro y sur. A eso hay que asegurarle un espacio, como una variable educacional".

En cuanto a los parlamentarios, el senador Hernán Larraín (UDI) espera que se llegue a un acuerdo. "Es un debate sociológico de lo que hoy se entiende por protección a la identidad nacional. La televisión ya tiene una experiencia de producción nacional mínima, pero eso hay que compatibilizarlo con la realidad que viven los radioemisores".

Mientras, el senador Juan Pablo Letelier (PS) es más radical: "La banda magnética del dial es un espacio de todos los chilenos y, como tal, el Estado puede y debe ordenar su uso. Creo que es correcto que se le asigne un espacio a la producción nacional, como respuesta a un mercado muy insensible".

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