Nicolás Peric: "En la vida, uno tiene que hacer locuras"

El veterano guardameta, refuerzo de Audax para el Apertura, repasa los momentos clave de su carrera. No se muerde la lengua al hablar de la selección y analiza su extravagante temperamento en la cancha.




Nicolás Peric (Talca, 19 de octubre de 1978) está de vuelta en La Florida. El veterano arquero, campeón del pasado Clausura custodiando el arco de Cobresal, es de nuevo, casi una década después, el guardameta de Audax Italiano. A lo largo de sus más de 15 años dedicados al fútbol profesional, el jugador ha vivido prácticamente de todo. Ha defendido la polera de 11 clubes diferentes, ha sido campeón con dos de ellos, ha tenido sus más y sus menos con árbitros, jugadores, entrenadores y seleccionadores, y su temperamental e intransferible comportamiento no ha pasado nunca desapercibido para nadie. Con su ironía intacta y la abrumadora franqueza que siempre le ha caracterizado, el Loco Peric se sienta a conversar con La Tercera. No elude ninguna pregunta. Nunca ha sido de esos tipos que acostumbran a callarse.

De nuevo en La Florida. ¿Encuentra algún paralelismo entre ésta y su anterior etapa en Audax?

Es difícil comparar, pero sí digo que mi vida ha cambiado mucho. La primera etapa fue de querer consolidarme, de hacerme un nombre en mi primer equipo en Santiago, y hoy ya vengo con otra expectativa, ahora me toca confirmar lo que soy, demostrar lo que hice. Tengo la necesidad de ratificar cosas, no de demostrarlas.

¿Y Colo Colo es rival para eso?

A mí me gusta jugar contra los grandes, sobre todo cuando tengo armas para enfrentarlos. Y hoy me parece que tengo la posibilidad de enfrentar a Colo Colo en igualdad de condiciones y en su casa. Me gusta esa clase de partidos.

Su larga trayectoria empieza en Talca, ¿qué queda hoy de Talca? 

Todo. Yo sigo siendo hincha absoluto y acérrimo, fiel e incansable de Rangers. Y no voy a cambiar eso. En Talca está mi casa, mi equipo, tengo a mis hijos allí, tengo mi campo, mi cordillera y vislumbro la posibilidad de tener mi vida en el futuro en ese lugar. Ojalá, porque soy malo para ciudades grandes. No termino de acostumbrarme a los trayectos largos, los tacos y esas cuestiones.

Usted ha marcado un gol desde su arco y dado positivo por un té... 

Fue más raro meter el gol, porque se han dado muchos casos de lo otro, del doping por té de coca. No es tan difícil dar positivo por eso como meter un gol de arco a arco.

¿De su paso por Turquía qué dice?

La aventura en Turquía fue maravillosa. Un lugar muy distinto, con una cultura y una religión muy diferentes. Fue muy lindo hasta que me corté un tendón de un pie y entonces todo cambió y se hizo insostenible. Además me querían operar allá y yo no entendía nada de lo que hablaban y no podía ir con mi traductor a la operación, así que tuve el temor de que algo se complicara y decidí venirme.

¿Algún episodio curioso motivado por ese choque cultural?

Sí, muchos. Recuerdo una vez en septiembre, cuando estaban en Ramadán, que yo por el cambio de horario chateaba en el computador a las 4 ó 5 de la mañana. Entonces pasaban tocando el bombo por las calles para avisarle a la gente que era hora de levantarse a comer, el único momento en el que podían. Y yo no entendía nada y me escondía y me tiraba al suelo en la terraza porque no sabía si iban a poner una bomba o qué iba a pasar ahí.

¿Y el tema del ayuno se le pegó?

No, a mí no. Esas cuestiones, por su religión, eran normales para ellos, pero no para mí. Era como el tema de bañarte desnudo en las duchas, allí no lo podías hacer. Tienes que bañarte con el short o con el calzoncillo. Pero después de un tiempo, yo ya andaba desnudo por todos lados y les hacía la típica broma de “ustedes no se pueden quitar la ropa porque no les dejan o porque la tienen chica”. Me costó poco acostumbrarme y me trataron súper bien. Ésa es la realidad.

Ya de vuelta, Borghi le lleva a Argentinos Juniors. Y campeonan. ¿Qué destaca de esa etapa?

Fundamentalmente a Claudio. Yo venía de la muerte de mi vieja, y quería irme a Talca. Y él me vino a buscar y a preguntarme si tenía ganas todavía. Y yo tenía ganas. Me quedo con la cercanía que quiso tener conmigo. Lo admiro, no sólo como deportista, sino como persona y cómo se portó conmigo. Y conseguimos un logro que hacía 25 años que no lograba Argentinos. Y después yo tenía contrato pactado por tres años, pero con el cambio de técnico los dueños me dijeron que tenía que esperar. Y yo dije: “Yo no voy a esperar, hace 25 años que no salen campeones ustedes ¿y ahora me van a hacer esperar? Hasta luego, me voy”. Y ahí me voy a Olimpia.

¿Es su seleccionador favorito?

No, no hay favoritos. Acosta era, por ejemplo, en su forma de entender al futbolista, muy semejante a Borgui, dándole mucha libertad a los jugadores. A los dos les pasó algo muy parecido, que los futbolistas confundieron libertad con libertinaje durante sus procesos.

¿Y qué ocurrió?

Hay futbolistas que no supieron asimilar la cercanía de los técnicos. Y cuando mejores resultados obtuvo la selección fue cuando a los futbolistas les andaban con el látigo. Yo estuve veintitantos días en una concentración en Austria con Bielsa aislados, porque él sabía lo que había pasado y era su forma de trabajar. Yo sé que tanto Claudio como Nelson no van a traicionar su forma de pensar por más que los jugadores en algún momento les hayan traicionado. Ojalá los jugadores que en su día traicionaron y cometieron errores se den cuenta. Eso les va a servir para madurar.

La gente recuerda más los procesos de Bielsa y Sampaoli.

Marcelo tuvo un gran éxito mediático, en parte por su forma de ser. Futbolísticamente le dio un cambio tremendo a la selección, y después de Marcelo vinieron todos los imitadores de Bielsa que te puedas imaginar. Vinieron todos acá.

¿Sampaoli entre ellos?

Bueno, Sampaoli es un seguidor de Bielsa, pero también un tipo muy inteligente porque tuvo la capacidad de acomodar todas esas ideas a sistemas diferentes. Algo que Marcelo no hacía.

Estuvo usted en los procesos clasificatorios a los Mundiales de 2006, 2010 y 2014. ¿Le quedó alguna espina clavada? 

Yo estuve cuando tenía que estar y ahora están los que tienen que estar. No estuve cuando no se me llamó. La espina fue tal vez no haber ido a Sudáfrica tras quedar campeón en Argentina. Pero no sucedió. Ahora si me preguntan si me gustaría ir a la selección, mi respuesta sería no, no me gustaría. No me gusta estar en circunstancias en las que no me siento cómodo.

¿Le da pena no haber formado parte del campeón de América?

Como hincha fue una satisfacción espectacular, un orgullo por lo que consiguieron los muchachos.

Fue usted también el primero en denunciar las irregularidades en la repartición de los premios por clasificar al Mundial de Brasil. 

Yo lo tenía que decir porque era la segunda eliminatoria que me pasaba. 10 pesos, 20 pesos, 100 pesos, lo que sea, era mío. Era mío y de todos los jugadores que no estaban recibiendo lo que les debían. Y ya era segunda vez. Y la primera vez te aseguro que era muchísimo más dinero que esta vez, pero recibí menos dinero que cuando hablé.

Nos hemos acostumbrado al jugador que habla poco, que no tiene opinión o no la da. 

Es malo acostumbrarse al jugador que no habla y es malo acostumbrarse en la vida a no hablar. Es malo no decir lo que piensas. En la medida que puedas decir las cosas con respeto, hay que decirlas.

¿Tienen razón los que le llaman loco?, ¿cómo surge ese apodo?

Bueno, nació cuando era más joven. No me gustaba ver los partidos después, porque sentía que hacía cosas que eran realmente estúpidas, que me daba vergüenza mirarlas a mí, desde fuera. Yo decía: “¿Cómo puede este gallo hacer estas cosas?”. ¡Y era yo! Todo nace de una serie de locuras, de hacer lo que no había que hacer, alegar lo que no había que alegar, decir cosas que no había que decir. No me molesta el nombre, porque todos me han conocido así y yo me gané un respeto así.

Llegó a pedir ayuda profesional para controlar sus impulsos  sobre la cancha. ¿Le recetaron algo?

Sí, que me calmara.

¿Cuál ha sido su mayor locura?

Yo creo que el haber hecho de vedette. Eso fue una locura grande, pero también una prueba para mí. No me molesta que me digan loco. La locura es un estado mental, hay otros que son hueones y no se les va a pasar en toda la vida. En la vida uno tiene que hacer locuras, porque si no  pasas como si nada, pasas plano y te sientes insatisfecho.

¿Y a su vida, qué le falta?, ¿haber llegado a jugar en un grande?

El problema es la percepción de lo que es un grande. Yo siento que ya jugué en el más grande, que para mí es Rangers, y yo me lleno de satisfacción diciéndolo y paseándolo por todas partes. Jugué también en Cobreloa y fui capitán. Yo ya cumplí jugando donde yo quería.

Y fue campeón con Cobresal. ¿Por qué abandonar el barco ahora que se venía la Libertadores?

La oferta de Cobresal se demoró y yo decidí escuchar otras opciones. La propuesta de Audax fue buena. Hizo quizás un esfuerzo mayor que Cobresal para que yo esté acá. Yo admiro mucho a un club como Cobresal y me acostumbré a El Salvador. Lo extraño y sé que es una locura. Al final, la cercanía con mis hijos, que están en Talca, influyó mucho en mi decisión.

Once equipos después, ¿qué es lo primero que piensa la gente al escuchar el nombre de Peric?

¿Guapo?. No, arquero. Sólo arquero. O loco.

¿Hay personaje detrás de Peric? 

No, yo soy así. Cuando estoy con mis amigos o en mi casa no me gusta mucho que mi intimidad sea invadida, exponer lo mío demasiado, pero yo soy así.

¿Tiene fecha de caducidad?

En Audax, por lo menos dos años. Físicamente no he tenido lesiones graves, no tengo lesiones invalidantes y me siento bien, cómodo. Mi hijo ya es grande y tampoco quiero que él me diga: “Oye, retírate ya, que te están puteando todo el rato, estoy escuchando puras puteadas”. No quiero eso, pero tampoco que el fútbol me vaya dejando afuera, sino dejarlo cuando yo decida que es el momento.

¿Algún proyecto en mente para cuando llegue ese momento?

Palpables y relacionados con el fútbol, no. No he hecho el curso de técnico. Lo mío pasará más por gerencia deportiva, asesorar jugadores, ayudarlos, evitar que los caguen como los cagan. Algo que ya he hecho durante este tiempo anónimamente. Pero lo mío va más por el campo. Quiero tener un complejo turístico en la cordillera. Quiero poder mostrar la cordillera y que la gente la disfrute como yo. Eso es lo mío. Eso me ilusiona más que cualquier otra cosa.

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