Recuerdo de un vals radiofónico

El relator Vladimiro Mimica evoca su narración más legendaria. Mañana se cumplen 25 años de un título bailado por todo un país.




A Vladimiro Mimica los ojos se le achican cuando habla, cuando trata de regresar a aquella noche, instalarse en su cabina de radio y  abarcar con la mirada las tribunas repletas de gente del Monumental. Lo recuerda todo con detalle, con precisión de artesano, pese a que, reconoce, ha pasado desde entonces "mucha agua bajo el puente".  "A mí me da la impresión de que todo esto ocurrió ayer, pero han pasado 25 años y eso es mucho tiempo, un cuarto de siglo ", exclama, a modo de presentación, el relator deportivo de 70 años. "Era una noche fría, triste, muy nublada, pero la gente llegaba, y también nosotros, con una tremenda convicción de que en esa oportunidad no se podía escapar la Copa Libertadores de América", prosigue.

Asegura Mimica, que siguió de cerca las evoluciones de aquel plantel campeón, que la confianza podía palparse en el ambiente cuando los protagonistas saltaron a la cancha. "Yo creo que Mirko Jozic tuvo un gran poder de convicción, que logró llegar con su mensaje. Los jugadores se aprendieron ese libreto, se conocían de memoria y, pese a las ausencias, se percibía un clima de gran tranquilidad, porque existía la convicción de ser campeones", argumenta.

Una convicción que no tardó demasiado en trascender los límites del rectángulo de juego cuando Luis Pérez logró perforar por partida doble el arco guaraní, antes del ecuador del primer tiempo. La confianza, entonces, se volvió certeza y, desde la intimidad de su cabina de Radio Monumental, Vladimiro la convirtió en poema. Embriagado, tal vez, por la atmósfera que dominaba el recinto, el relator, en una de las narraciones más recordadas de toda la historia de la radiofonía deportiva chilena, se envalentonó y decidió hablarle directamente a la Copa, de tú a tú: "Lo que pasa es que yo ya tenía muchos años. A mí me había tocado ya con Colo Colo 73 antes, con la Unión Española, me había tocado con Cobreloa, y daba la impresión de que la Copa no quería llegar a las vitrinas chilenas. Entonces, cuando se va Colo Colo en ventaja al vestuario, bueno, le comienzo a hablar a la Copa Libertadores de América", rememora.

Colo Colo vencía 2-0, pero tenía enfrente a Olimpia, un club al que apodaban el Rey de Copas, y también un estigma compartido, regional, que recordaba que ningún equipo del pacífico había conquistado antes ese trofeo: " Por eso, yo quise interpretar a los hinchas chilenos, a los viejos hinchas chilenos", explica Vladimiro Mimica, antes de cerrar los ojos para volver a recitar algunos de los pasajes de aquella inmortal narración: "Copa Libertadores de América, coqueta novia de América, la orquesta está en el escenario, bailemos un vals", reinterpreta, casi musitando.

"Y lo bailamos. Yo creo que se bailó en todas las calles de chile", asegura, sonriendo ahora el locutor, volviendo a recorrer mentalmente, 25 años después, aquel país que era Chile a través de aquel relato que era el suyo: "Empuñen la bandera, salgan a las calles, repleten las calles y las avenidas, los hombres en el Sur, allá en Puerto Williams, y allá en las profundidades de la mina de Chuquicamata, los pescadores en la Isla Grande de Chiloé. Hago un recorrido imaginario porque yo desde la cabina me los imaginaba, saliendo a las calles en condiciones distintas a celebrar la victoria de Colo Colo que ya no le pertenecía a Colo Colo, que le pertenecía a todos los chilenos". Y que, finalmente, con el postrero gol de Leonel Herrera, cristalizó.

"Yo creo que los jugadores de ese equipo, de Colo Colo 91, fueron tocados por la varita mágica", sentencia Vladimiro, contemplando por última vez desde las alturas el contorno del Monumental. La narración de aquel partido, de aquel vals radiofónico, incluida en el casete de Colo Colo campeón, obtuvo disco de oro y de platino y fue récord de ventas en Chile.  "Fue algo muy profundo, que me nació del alma, del corazón. Recordarlo hoy me provoca una tremenda emoción, fundamentalmente porque éramos 25 años más jóvenes", termina Mimica, el hombre que puso voz -y música- a un título cuyo eco no se ha extinguido aún.

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