Columna de Óscar Guillermo Garretón: Bajo una misma bandera

Izamiento de la Gran Bandera Bicentenario


Finalmente entregaron su obra constitucional. Observo con sorpresa la cubierta del texto oficial. Es una bandera chilena fragmentada en trozos de diferente tamaño. ¿Se les habrá pasado inadvertido lo que evoca o quisieron representar sin equívocos esa pluralidad fragmentada de naciones que propone el texto?

A estas alturas resulta evidente que la Convención generó una mayoría nacional unida en la insatisfacción con su obra. Unió a la inmensa mayoría de chilenos y chilenas tras un mismo pliego de peticiones: reformar después del plebiscito la mala obra de la Convención, gane el Rechazo o el Apruebo.

El tránsito desde vociferaciones, payasadas, incompetencias y banderas extrañas a la mayoría que caracterizaron la Convención, al cuidadoso republicanismo con bandera chilena y canción nacional del cierre, es síntoma inocultable que el Rechazo transversal está venciendo y los obliga al menos al disimulo. Entre lo que más rechazo motiva, está el menosprecio a la identidad y símbolos nacionales, y las definiciones de plurinacionalidad, por la desigualdad y privilegios que establece entre etnias originarias y ese mestizaje que somos las mayorías nacionales; por amenazas a la solidez de la identidad y fronteras nacionales; por el caótico desmembramiento del Estado chileno ante las poderosas autonomías indígenas del texto constitucional.

Pero esa convergencia tras la bandera nacional va mucho más allá. Incluye cosas del nuevo texto que deben mantenerse en las futuras reformas -como derechos sociales o multiculturalidad- como también, un grueso de disposiciones inaceptables para la mayoría, sobre sistema político, atribuciones presidenciales, Senado, Poder Judicial, igualdad ante la ley, orden público y seguridad, economía sana y otros.

No sorprenden entonces las reacciones ante la declaración del Presidente Lagos sobre el plebiscito de salida. Se hizo parte de las mayorías nacionales que reclaman iniciar un genuino proceso para reformar la obra de la Convención. “Los Amarillos” de Cristián Warnken, rápidamente reaccionaron apoyando la propuesta de Lagos, que coincide con sus críticas y reclamos que los motivó a optar por el Rechazo. Durante la semana, un aluvión de centroizquierda se sumó al Rechazo: y la transversalidad social de éste, lo confirman todas las encuestas

Así las cosas, entre esta mayoría nacional por reformar y los esfuerzos inocultables de la mayoría convencional por impedirlo, lo del “Apruebo para mejorar” suena poco convincente. Alimentan una misma opción con esa minoría, adversaria a sus propósitos, que no quiere reformas posteriores al plebiscito. No es banal la pregunta que les hizo Lagos: ¿si estaban tan convencidos de mejorar lo aprobado, por qué no lo hicieron antes? Pero, en fin, espero ver al menos flamear nuevamente unida, con ellos y los del Rechazo, una misma bandera post plebiscito.

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