Columna de Paula Walker: Des-financiar la salud

Imagen Hospital San Jose Urgencia-9


La enfermedad es una tragedia para cualquier familia que vive en Chile. No solo por el dolor de ver sufrir a una persona querida, sino por la rabia y la frustración del costo económico de la enfermedad, la tardanza en la atención, la falta de especialistas.

Aunque en el país vivimos más de 19 millones de personas, nos inventamos un sistema privado de salud solo para 3 millones. La promesa fue una mejor atención, clínicas con especialistas, pabellones, máquinas modernas y hotelería. Claro que las Isapres actúan de manera proporcional al dinero que se paga. Con plata te cuidan mejor. Si tienes poca plata, igual te endeudas por salvar la vida de tus seres queridos. Mientras, el sistema público de salud, Fonasa, ha sobrepasado los 16 millones de afiliados. Durante la pandemia logró sortear una prueba de fuego y su red nacional fue capaz de vacunarnos gratuitamente a todos y todas. Frente a una amenaza como la pandemia, el país se unió y logró encontrar la forma de salvarnos juntos, y no a unos pocos.

Sin embargo, algo anda mal en nuestro presupuesto nacional. Desde 2017, año a año, el Estado arrastra una deuda gigantesca con clínicas y otros prestadores de salud a los cuales Fonasa no les paga. La deuda pasa de un año a otro, de un gobierno a otro, impaga. Y al parecer nadie se pone colorado. Una minuta de la División de Gestión de la Red Asistencial, de la subsecretaría del mismo nombre, determina los montos adeudados. Hablamos de clínicas como la Dávila, que atiende a sectores medios con planes de Fonasa y en menor proporción de Isapres, hasta la clínica Las Condes que atiende a personas del sistema privado y una que otra derivada del sistema público.

En un momento donde la situación del sistema privado de salud se ha tornado inestable, a consecuencia de un servicio con letra chica y discriminador con quienes tenían preexistencias y con las mujeres, existe una oportunidad para generar una alianza público-privada con un sistema de salud mixto, que salva vidas y no que las condena dependiendo de la billetera. Un sistema mixto que realmente sea solidario, colaborativo y eficiente para prestar atención oportuna y profesional a todas las personas. Un sistema de salud mixto debe estar al menos cimentado en la certeza de que el Estado (dueño de fondos importantes) paga a tiempo, que premia a los establecimientos privados que flexibilizan sus planes y entregan buena cobertura a Fonasa, además de las Isapres.

Es evidente que el sistema de Isapres se va a transformar. Y quien decida hacerlo de manera colaborativa y entendiendo el Chile actual, le irá bien. Hay un mercado para la salud privada más allá de los 3 millones de personas actuales. A su vez, el Estado debe hacer de Fonasa un sistema impecable, pagando bien y a tiempo, no solo a los prestadores privados, sino a sus profesionales y técnicos. Un sistema mixto de salud debiera ser un compromiso de los partidos, desde el PC a los Republicanos, porque la rabia también se aplaca con seguridad social para todos y no solo para quienes tienen dinero.

Por Paula Walker, profesora Escuela de Periodismo Usach

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