El argumento olvidado

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Nuevamente habrá "debate tributario" en Chile. Nuevamente la centroderecha política parece tener buenos argumentos técnicos, pero la historia demuestra que no son suficientes para convencer a la opinión pública y hacer recalar la nave en buen puerto.

La filosofía política que pone el acento del desarrollo en el Estado y no en la persona, genera una constante presión al alza de la carga impositiva sobre los ciudadanos. Como se quiere un Estado cada vez más grande, con "servicios y organismos" y con "más facultades de regulación y fiscalización", sostienen que se debe financiar necesariamente a través de impuestos.

Lamentablemente la centroderecha política ha olvidado que el argumento central para abogar por una carga tributaria baja no es económico, sino eminentemente moral. Este olvido la ha llevado a construir su discurso tributario argumentando exclusivamente con criterios económicos. En las últimas décadas, con más o menos éxito, ante cada debate tributario que surgió en el país, la respuesta siempre fue la misma: afectará negativamente a la inversión y al empleo. Sin ir más lejos, durante la discusión del alza de impuestos y derogación de incentivos para la inversión impulsados por Michelle Bachelet en su segundo mandato, las voces políticas que en algún momento enfrentaron la ofensiva comunicacional del gobierno socialista apelaron a este argumento para tratar de convencer a la opinión pública, siendo un verdadero fracaso, refrendado por una aprobación unánime de la reforma en el Congreso.

El verdadero argumento central para construir un discurso alternativo al que plantea la intelectualidad socialista y la izquierda política en materia tributaria no es económico, sino que es de un orden distinto.  En primer lugar, se trata de poner a la persona en el centro de propuesta política, y en esta materia específica, implica asumir con decisión y determinación la defensa de los ciudadanos ante el aumento progresivo y sostenido de impuestos que deben soportar. Al final del día, cada nuevo impuesto o cada aumento en la tasa impositiva significa que los chilenos que trabajan verán reducido el dinero del que pueden disponer libremente como contraprestación justa por su trabajo o emprendimiento. En segundo lugar, no debemos olvidar cual es, en último término, la finalidad de todo impuesto: financiar el Estado. Esta afirmación no tiene que ver con un juicio en torno al destino de los recursos: es irrelevante si financia un programa específico o una repartición pública, pues al final es dinero que usa el Estado.

Si se observa desde esta perspectiva, existe un gran campo de batalla abierto en materia tributaria. Un buen ejemplo al respecto son las contribuciones de bienes raíces. Se grava el solo hecho de tener una propiedad, lo que evidentemente entra en colisión con una sociedad que cuenta con un derecho de propiedad ampliamente difundido, muy distinta a la de Chile en el siglo XIX. Como no existe la capacidad política de cuestionar abiertamente la existencia de este tributo, por décadas se ha ido construyendo una red de exenciones en "casos especiales", sin que se aborde derechamente el tema de fondo. Si nos conmueven tantos los casos de adultos mayores que deben pagar altas contribuciones por el único inmueble que tienen ¿no deberíamos discutir seriamente la eliminación de esta carga en caso de inmuebles residenciales o en caso que la persona posea en propiedad un único bien raíz? ¿Por qué una vivienda social puede quedar exenta de contribuciones mientras que quien tiene un terreno y construye su casa debe soportarlas, no obstante estar en la misma situación socioeconómica?

Otro tema interesante lo constituye el IVA. Es sabido que los quintiles de menores ingresos destinan una proporción mayor de sus ingresos a consumo, y que por tanto terminan "pagando más IVA" que los sectores de más altos ingresos. ¿Por qué no discutir seriamente una disminución de este tributo o abogar por la separación, al menos nominal, del valor del producto y del impuesto pagado en las boletas del consumidor final para tomar conciencia del impuesto pagado?

La centroderecha tiene que realizar una profunda reflexión en materia tributaria, cuyo objetivo sea reencontrar los argumentos correctos para proponer, en principio al país, una menor carga tributaria. No solo se trata de contar con los argumentos morales y filosóficos, sino que además de levantar una real y auténtica propuesta alternativa en esta materia, pasando a la acción con ideas novedosas y atractivas para la sociedad.

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