Los derechos de la naturaleza en la nueva Constitución



Por Cristián Bonacic, departamento de Ecosistemas y Medio Ambiente, Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC

Más allá de la discusión legal o filosófica que conlleva el asignarle derechos a la naturaleza, creo que es importante hacer una reflexión respecto a sus implicancias en la real defensa de la naturaleza y su relación con la sociedad. La protección de la naturaleza ha sido una de las motivaciones más importantes en mi carrera académica, por ello, buscar los mecanismos para que la sociedad chilena tenga una relación responsable con la naturaleza ha sido mi prioridad.

Mi principal aprensión respecto a asignarle derechos a la naturaleza pasa por la posibilidad cierta de que grupos de interés denominados “defensores de la naturaleza” se apropien de su defensa sin que esta sea necesariamente para la conveniencia de la naturaleza y la sociedad.

En cierta medida, estos grupos de interés se saltan a la democracia que elige sus líderes por votación popular y asumen roles y cuotas de poder en la sociedad sin control. Lo importante es que la forma de relacionarnos con la naturaleza sea con una adecuada legislación para regular el uso, cuidado y restauración de ella por nuestra sociedad. Por ello, veo la idea de asignarle derechos a la naturaleza (objeto con una complejidad enorme para su definición) como una real amenaza al entendimiento de la importancia de ella y la aceptación por parte de la sociedad de que es responsabilidad de todos protegerla.

Espero contribuir con esta reflexión a una discusión seria y respetuosa sobre las múltiples implicancias de asignarles derechos a la naturaleza.

Me alegra que la nueva Constitución explicite claramente los desafíos cruciales que estamos enfrentando con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Esto lo apoyo decididamente, pero me preocupa que se le asignan derechos a la naturaleza por sus eventuales consecuencias de aumentar la conflictividad entre los estamentos de nuestra sociedad.

Lamentablemente este patrón se repite en muchas secciones de la propuesta de nueva Constitución donde el enunciado es muy loable y el futuro que se nos viene es adverso. Pero el mecanismo con el cual quieren abordar el tema va a llevar a mayor conflictividad social y enfrentamiento entre chilenos.

La Constitución debe ser clara, breve, precisa y sobre todo justa, donde todos los miembros de nuestra sociedad tengan la posibilidad de interactuar en armonía, paz y certeza judicial. Necesitamos una Constitución que sea la base para enfrentar de todo tipo de problemas ambientales.

Necesitamos una Constitución que señale la forma de poder convivir con armonía, con criterios de sustentabilidad, protección social y posibilidades de seguir desarrollando nuestro país. Los próximos 20 años son claves para la humanidad debido al cambio global. Necesitamos una nueva Constitución que se haga cargo de ello con un país unido, con personas iguales ante la ley y sin distinciones odiosas ni dividiendo al país en territorios autónomos de difícil gestión territorial.

La gobernanza de Chile por el bien de la naturaleza y sus habitantes requiere coherencia, contrapesos en los poderes del Estado y un camino claro a seguir sobre todo pensando en que las amenazas del cambio global pueden desestabilizar las democracias del mundo (ya lo están haciendo).

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