Roser Bru



Por Francisco Brugnoli, Artista Visual; ex director del Museo de Arte Contemporáneo

En el Museo Nacional de Bellas Artes, en su mejor sala, llena solo por ella y una de sus pinturas, más el rito de la gradualidad obligada de su entrada, que la hacía aún más solemne, despedimos a Roser Bru. Fue algo como el fin de una segunda etapa que ahora continúa en su obra, una etapa que se inició para nosotros, aún de noche, al llegar a Valparaíso ese barco inventado por Neruda, con aquellos que habían soñado su país en un muy otro destino.

Los recibieron un montón de luces que desde los cerros se desparramaron. Así nos llegó un regalo de vida con muy valiosos intelectuales que nos ayudaron a ser más país. Entre ellos, que se reinventaron, haciéndolo su segunda tierra, estaba la muy joven Roser, aún casi niña, quien ingresa a la Escuela de Bellas Artes. Fue en un momento muy importante de ella, significado por el impacto ejercido por la llamada generación del 28, jóvenes artistas que por una extraña paradoja habían sido becados para realizar estudios en la extraordinaria sorpresa de Europa, lo que generó a su regreso cambios en la enseñanza de arte y una expansión que llegó incluso a fundar el Museo de Arte Contemporáneo. Esto impulsó a los estudiantes hacia nuevas inquietudes, a pensarse aún en perspectivas más grandes. Allí coincidió Roser con nombres como Elsa Bolívar, Gracia Barrios, Balmes, Freifeld, etc.

Pero Roser, salvo la excepción de un curso de dibujo en la nueva Escuela de Arte de la Universidad Católica, lleva su gran impulso creativo al recién fundado Taller 99, por Nemesio Antúnez, que aporta una nueva experiencia del grabado; y ahí estará ella desde el inicio, dejando una muy notable producción, parte de una obra general de grandes dimensiones, que abarcará dibujos y pinturas. Una obra de carácter figurativo que tiene en su primera parte la iluminación de su realidad cotidiana y que luego sentirá el trastorno del reiterar aquella no lejana dura experiencia de vida.

En su obra, Roser estará con los detenidos desaparecidos, con crímenes, como el de Lonquén, con víctimas que se hermanan con nuestra tragedia como García Lorca. También una solidaridad de género que recorre todo un amplio nombrar desde Gabriela Mistral o Violeta Parra, hasta todas las perseguidas. En el MAC, su última gran retrospectiva, mostró su impactante biografía, biografía de dolor y solidaridad con esta tierra que nunca fue más suya.

Ese trozo de sandía, un rojo de sangre y negro de semilla origen de vida.

En una entrevista me preguntaron por mi recuerdo sobre Roser, contesté que ella no cabía en la palabra recuerdo, su estar presente es un siempre.

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