Una Constitución para el desacuerdo fundamental


Por Antonio Carlos Pereira Menaut, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela y colaborador de POLIS, Observatorio Constitucional de la Universidad de los Andes

¿Le ha tocado a usted hacer o reformar una Constitución sin acuerdo fundamental en su país? Mala suerte. Podríamos decir mentiras piadosas (el diálogo entre los constituyentes compensará el desacuerdo; el nuevo texto nos dará un nuevo acuerdo fundamental...) pero no vale la pena.

Chesterton en 1905 alertó de que algún día se desenvainarían espadas para probar que las hojas son verdes. Bernard Crick, ilustre socialista, decía en los 80 que el acuerdo fundamental sobra, pues ¿qué va a decir: que un hombre es un hombre y una rosa es una rosa? La realidad es que Sir Bernard se equivocó: aquellas obviedades desgarran hoy la sociedad.

Hay veces que todas las soluciones son malas y esta es una de ellas. La destrucción del acuerdo fundamental, ahora aparatosamente precipitada, pero con viejas raíces, ha sido —reconozcámoslo— lamentable. No trajo libertad y pluralismo sino más poder, pensamiento único, legisladores insensatos, jueces desatados, delirio de reescribir las sociedades como páginas en blanco... El radical desacuerdo que explotó en 2019-2021 golpeó duramente a las democracias viejas porque presuponían mucho acuerdo fundamental, como Inglaterra (y no digamos a las jóvenes). En nuestras tierras baldías (Eliot) hasta “the ties that bind” y las instituciones más básicas —el médico, el maestro— han sido erosionados. Perder la base común occidental ha sido un pésimo negocio.

Destruida la visión social compartida que llevó siglos crear, a corto plazo será imposible sustituirla. El acuerdo fundamental es como el folklore: no se crea por un decreto ni por una Constitución. Chile es (o era) el país hispanoparlante con más acuerdo fundamental. Deshacerse de él, o de lo que quede, sería una imprudencia gratuita. España lo perdió hace 200 años y nunca generó otro. Al hacer la Constitución (1978) los escasos defensores del acuerdo fundamental quedaron de fundamentalistas autoritarios: la Constitución iba a ser el nuevo acuerdo tanto procedimental como fundamental. La realidad en España, 2021: todas las instituciones públicas están desprestigiadas y la Constitución nunca significó menos. Al mismo tiempo nos estamos quedando sin sociedad.

Mensaje captado. Y nosotros hoy, con el acuerdo fundamental por el suelo ¿qué haremos? Pues... lo que podamos. Hace decenios a falta de acuerdo fundamental muchos sugirieron confiar en la ley. Y hemos confiado en... los que mandan en las leyes, con resultados a la vista.

Veamos tres opciones. La más de moda: consagrar en el nuevo texto toda identidad y grupo social (étnicos, culturales, sexuales, etc). Segunda: identificar aquello (quizá poco) en que todavía exista acuerdo sustancial y limitar la magna carta a ese mínimo. Tercera: limitarla al acuerdo solo procedimental, evitando todo pronunciamiento de fondo (si se puede).

Ninguna de ellas hará milagros. La primera atomizará la polis; la segunda sería la mejor... en teoría; la tercera quizá sea hoy la más realista. Pero tampoco será mágica pues el acuerdo procedimental siempre implica un mínimo acuerdo sustancial. Como decía Julio Camba, los ingleses, a base de jugar limpio con las truchas, juegan limpio con las personas.

Observen el deporte. Los rivales que parecen chocar a muerte en realidad concuerdan en todo (qué deporte, campo, reglas, sanciones) excepto una cosa: el resultado. Es como si en un país concordáramos en todo menos el resultado electoral. Y es que el acuerdo procedimental hace rivales nobles de los enemigos: démonos puñetazos, pero según las reglas del Marqués de Queensberry.

Como la gente no es mala, algo se podrá hacer. Primer paso: un acuerdo procedimental con las instituciones no partidistas (monarquía, judicatura, procesos electorales, etc.) realmente independientes.

El sentido común de la gente corriente dará los pasos siguientes. Tratémonos como truchas: tomemos en serio el acuerdo procedimental y pronto se generará algo de acuerdo fundamental.

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