Madre de alto rendimiento

Cecilia Fillol (42), hija del ex tenista Jaime Fillol, es la mamá del tenista nacional Nicolás Jarry, quien a sus 22 años ya ostenta el primer sitial de este deporte en Chile. Con orgullo, acá habla de su padre y del camino que han hecho con su hijo. "Más que desearle que gane un Grand Slam o que llegue a los Juegos Olímpicos, quiero que viva la vida que él quiera vivir".




Paula 1249. Sábado 21 de abril de 2018. Especial Madres.

Gen del deporte

"Mi marido Alan y yo fuimos seleccionados chilenos de vóleibol y viví toda mi vida rodeada de deportistas profesionales. Entonces, cuando Nicolás decidió dedicarse al tenis a los 17 años, no fue algo que no conociera o me diera miedo. De hecho desde muy chicos, a nuestros 5 hijos –Nicolás (22), Belén (20), Sofía (17), Diego (15) y Sebastián (9)–, les decimos: 'Hagan lo que quieran pero un deporte al año, porque estamos convencidos de que potencia la responsabilidad y hábitos positivos, como el saber que si te pierdes la mejor fiesta del año porque al día siguiente tienes que entrenar, no solo lo haces por ti, sino también por un equipo'. Cuando Nico nos dijo que el tenis era su pasión, supimos que lo iba a hacer bien. Él es muy mateo y responsable, ha sido un camino fácil y sin mayores aprensiones. Yo tuve una experiencia muy buena porque vi a mi papá disfrutar mucho con lo que hacía, el tenis fue lo mejor que le pudo haber pasado y esa energía la transmitió a todas las generaciones de la familia".

La sombra del abuelo

"Hace cuatro años Nicolás tuvo una conversación muy profunda con mi papá, en la que no estuve presente, pero que me imagino debe haber sido muy emotiva. Nico estaba empezando a jugar y entrenaba con Martín Rodríguez, quien le daba ciertas instrucciones en el entrenamiento y mi papá, por su lado, le decía todo lo contrario. Entonces él no sabía cómo cuajar ambos discursos y le tuvo que decir a su abuelo que no lo aconsejara como entrenador porque él ya tenía uno. Pero esto pasó hace años. Hoy Nico ha aprendido que debe aprovechar de toda la gente que lo aconseja, y luego tomar sus propias decisiones, porque tiene la suerte de estar rodeado de tenistas: mi papá, su padrino que es mi hermano, otra hermana mía que jugó tenis y Fernando González, con quien es muy cercano. No todos tienen esa oportunidad y eso lo ha entendido con el tiempo. Así que hoy lo toma como algo positivo y no como algo que lo ahoga".

Mi hijo como referente

"Con Nicolás se abre la puerta a nuevas generaciones de tenistas por algo muy simple: se está empezando a ver más tenis en la tele, así como pasa con el campeonato nacional de fútbol, donde quizás el nivel no es tan bueno pero la gente lo ve y lo practica. Tengo amigas que me dicen que gracias a Nicolás sus hijos empezaron a entrenar tenis. Ojalá esta nueva camada genere eso. Porque cuando Nicolás era chico, y estaban en su pick González y Massú, tú veías a 500 niños inscritos en la Federación de Tenis, hoy debe haber con suerte 100. Después de esa dupla hubo un break y ahora está volviendo. Creo firmemente en que no importa a lo que te dediques, no hay que esperar que te apoyen para hacerlo, sino que ir en busca de lo que quieres y si el apoyo aparece, mejor aún".

Los costos

"Nos fuimos a Estados Unidos por dos años, justo cuando Nicolás terminaba primero medio. Se fue a la edad donde perderse una fiesta o una salida con los amigos duele más, sobre todo en una cultura como la chilena. No es que allá los adolescentes no salgan o no hagan tonteras, pero el horario es más conveniente para los papás y para un deportista, todo es más temprano. Y los colegios te dan más espacio para dedicarte a un deporte. Cuando volvimos y llegó a cuarto medio, ya había decidido dedicarse 100% al tenis. Entonces las salidas las enfrentaba con la responsabilidad de querer ser un profesional".

El amor

"Nico empezó este año a pololear por primera vez, llevan poquito. Lo veo contento y ella es muy agradable. No me considero una madre celosa porque tampoco ella me ha dado razones para serlo. Eso sí, creo que una mujer que acompaña a un deportista de este nivel tiene que ser alguien que quiera una relación que dure y eso significa no pensar en uno mismo. La pareja no se puede enojar porque no llegas a un cumpleaños o porque no la puedes acompañar a alguna otra actividad, porque no es que no quiera, sino que no puede. Entonces tiene que haber mucho amor y mucha entrega. Mis papás tuvieron eso. Desde el día uno mi mamá viajó con él a los campeonatos y solo decidió dejar de hacerlo cuando yo cumplí 4 años y tenía que entrar al colegio. Ahí compraron una casa en Chile y mi papá siguió viajando solo".

El deporte a todos lados

"El veraneo familiar lo hacemos en Santo Domingo en la casa de mis suegros. Nos subimos los ocho –porque también llevamos a nuestra perra Cala– a una camioneta cargada de raquetas, paddle, paletas de playa y bicicletas. Además, llevamos una maleta con distintos tipos de pelotas: de vóleibol, rugby, fútbol y obviamente de tenis. En todas las comidas familiares sí o sí sale algo sobre tenis, es imposible que no. Las niñitas se aburren más con ese tema pero los otros tres –Nico, Diego y Seba– que entrenan tenis, ya lo aceptaron y saben vivir con esa dinámica. A los dos más chicos los veo muy animados con el tenis, de hecho, Diego, el de 15, decidió antes que Nicolás dedicarse a este deporte profesionalmente".

Un medio, no el fin

"Me encantaría que si el tenis sigue siendo su carrera, Nico comprenda que es un medio y no el fin. Que cuando termine su carrera y se retire, pueda mirar atrás y ver que lo que hizo fue algo que él decidió y que fue positivo. Que no termine como varios tenistas que afirman que fue una mala etapa. Que, en cambio, sienta lo que mi papá sintió con el tenis. Más que desearle que gane un Grand Slam o que llegue a los Juegos Olímpicos, quiero que viva la vida que él quiera vivir".

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