La silenciosa y desconocida guerra científica entre EE.UU. y China

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La administración Trump está redoblando su política de seguridad interna, incluso en el ámbito científico, lo que está generando secuelas en la comunidad científica china en ese país y abriendo un nuevo flanco entre las agrietadas relaciones entre ambos países.


El pasado 3 de septiembre, el director interino de la Oficina de Administración y Presupuesto de EE.UU., Russell Vought, junto a Kelvin Droegemeier, presidente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (NSTC, por sus siglas en inglés) y el asesor científico presidencial de Donald Trump, enviaron un memorando a las principales agencias federales vinculadas a la investigación científica del país, estableciendo las prioridades presupuestarias del gobierno para el año 2021.

"Este memorando de prioridades presupuestarias de I + D para el año fiscal 2021 es parte de una estrategia nacional multisectorial a más largo plazo para dar saltos audaces y transformadores en C&T, construir una fuerza laboral diversa del futuro, resolver grandes problemas previamente intratables desafíos y garantizar que EE.UU. siga siendo el líder mundial en ciencia y tecnología para las generaciones venideras", señala el documento.

La primera de estas cinco prioridades, agrega, es la "seguridad nacional", lo que está desgarrando aún más la ya tensa relación entre la comunidad científica y el gobierno, y peor aún, entre EE.UU. y China. Las otras cuatro prioridades son la investigación energética y ambiental, la salud y el bienestar y el progreso a corto y largo plazo en la exploración espacial.

Todos los descubrimientos e innovaciones de EE.UU. "hoy nos permiten observar el funcionamiento interno de las partículas atómicas, así como la inmensidad del Universo", escribieron Vought y Droegemeier. "Desafortunadamente, esta nueva era también presenta amenazas nuevas y extraordinarias que deben ser enfrentadas con cuidado y eficacia", agregaron.

En un artículo publicado en el sitio web de la revista Nature, se describe una creciente represión en materia científica para los extranjeros, que incluye un acceso reducido a visas y controles de exportación más estrictos, lo que deja a las universidades e instituciones de investigación en una encrucijada: equilibrar las preocupaciones legítimas del gobierno versus la histórica y democrática apertura académica.

Este nuevo foco en la seguridad nacional, generó, por ejemplo, el despido de al menos cinco científicos étnicamente chinos, nutriendo temores de que los investigadores de ascendencia china estén siendo injustamente atacados, aunque el NSTC lo niega, al igual que las instituciones científicas aludidas.

La comunidad científica teme que las crecientes tensiones puedan conducir a un éxodo de investigadores de origen  chino de instituciones estadounidenses.

Este foco ha generado una soterrada batalla entre la comunidad científica y la administración de Trump, y ahora, en un nuevo flanco entre China y EE.UU.

Según la comunidad académica, la ofensiva gubernamental sobre la influencia extranjera en la ciencia está afectando a investigadores chinoamericanos y al mundo académico estadounidense en general.

Un grupo de 60 sociedades científicas, incluidas ocho organizaciones relacionadas con la Física, se unieron la semana pasada para decir que los esfuerzos del gobierno estadounidense para fortalecer la seguridad nacional y económica están poniendo en peligro la investigación científica.

Por ejemplo, en agosto,  la U. de Emory en Atlanta, despidió a dos miembros, según la comunidad científica, por esta creciente represión. Pero la universidad niega las imputaciones, y sostuvo que estos investigadores (de origen chino pero que no quiso identificar), no habían informado adecuadamente sobre el financiamiento extranjero que estaban recibiendo, y menos "el alcance de su trabajo para instituciones de investigación y universidades en China".

Pese al secretismo de la universidad, el neurocientífico Li Xiao-Jiang y la coinvesigadora de su laboratorio (además de su esposa), Li Shihua, ambos chinos estadounidenses, se identificaron como los científicos despedidos y negaron los cargos. Li garantizó que siempre había informado a la universidad de su trabajo para China.

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El neurocientífico Li Xiao-Jiang y la coinvesigadora y esposa de su laboratorio Li Shihuaa.[/caption]

Equilibrar las cosas

Los líderes de muchas organizaciones científicas estadounidenses han rechazado la creciente represión. Argumentan que el gobierno debe equilibrar la seguridad nacional con el libre intercambio de información, para garantizar que EE.UU. pueda continuar atrayendo talentos científicos de primer nivel desde el extranjero.

La represión ha sido tan creciente, que los investigadores de origen chino se han organizado en un gremio de defensa de estadounidenses de origen chino. Su expresidente, Steven Pei, físico de la Universidad de Houston, dijo a Nature que no tiene suficiente información para asegurar sobre si hay una represión racial o no, "pero existe preocupación".

En medio de la tensión, Droegemeier busca aplacar el escenario, y el lunes 16 de septiembre, hizo algunas precisiones sobre este nuevo foco político-científico de la administración Trump, en una carta abierta dirigida a científicos estadounidenses.

En su carta, Droegemeier describe los principios del NSTC en torno a esta materia y cómo en mayo formó un comité para explorar temas que incluyen la seguridad de la investigación. Ese panel está recopilando "una serie de ejemplos en los que nuestra empresa de investigación fue explotada o comprometida", escribió el asesor científico en la misiva.

Pero la represión del gobierno de EE.UU. contra investigadores extranjeros va más allá de universidades o agencias de investigación. En un memorando publicado en enero, el Departamento de Energía dijo que ya no permitiría a sus empleados y beneficiarios de subvenciones participar en programas de reclutamiento de talentos dirigidos por países "sensibles", en una clara alusión al programa Mil Talentos del gobierno chino, una prestigiosa iniciativa asiática para llevar académicos líderes a China y promover la investigación nacional.

Además, en junio de 2018, el Departamento de Estado de EE.UU. limitó las visas para estudiantes de posgrado chinos en robótica, aviación y fabricación de alta tecnología a un año, en lugar de cinco. Y en agosto pasado, el Congreso promulgó una legislación que exige que el Departamento de Defensa evalúe la influencia extranjera en los programas académicos. La Fundación Nacional de Ciencia dice que también está evaluando y clarificando sus políticas.

Droegemeier le dijo a Nature que era demasiado pronto para decir cuántas personas han investigado las agencias federales por posibles violaciones de seguridad. Pero argumentó que el NSTC, que coordina la política de ciencia y tecnología de todo el gobierno, está en una buena posición para guiar a las agencias de investigación, universidades y otras instituciones en el tratamiento de tales problemas.

"Hay mucho en juego aquí", dijo Droegemeier. "Esta es una oportunidad para reafirmar los principios fundamentales de la investigación, que requiere un comportamiento ético, honestidad e integridad. No creo que ningún investigador argumente que queremos comprometer estas cosas".

Droegemeier dice que su misión es ayudar a coordinar y supervisar estos esfuerzos individuales y por lo mismo, iniciará una gira nacional donde visitará instituciones académicas en todo el país en los próximos meses, para escuchar directamente de los científicos afectados o interesados ​​sobre la supuesta reciente represión.

Pese a su voluntad, un científico del Centro Oncológico MD Anderson de la U. de Texas, nacido en China y que ahora es ciudadano estadounidense, reconoció a la revista Nature estar sintiendo presión por su perfil racial. El científico, que pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias, reconoció tener algunas otras ofertas laborales, por lo que probablemente "me iré muy pronto ".

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