Joaquín Trujillo, investigador del CEP y la tradición constitucional: “Cuando no tienes claridad sobre el pasado ocurrirá seguramente que no diseñarás bien lo que viene”

24.01.2020 ENTREVISTA A JOAQUIN TRUJILLO, INVESTIGADOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS PUBLICOS, QUIEN HABLA DE SU LIBRO "ANDRES BELLO: LIBERTAD, IMPERIO Y ESTILO" FOTO: LUCAS ALVARADO / LA TERCERA JOAQUIN TRUJILLO SILVA - ABOGADO - RETRATOS

El abogado es uno de los creadores de una "máquina del tiempo" constitucional, donde se pueden comparar por conceptos y definiciones las cuatro constituciones más grandes de la historia chilena. Aquí, explica las motivaciones de la herramienta y también su visión sobre el proceso constituyente en curso.


Máquina del tiempo. Así se llama la herramienta que el Centro de Estudios Públicos (CEP) puso a disposición en su página web donde se pueden comparar cuatro constituciones de la historia de Chile. Las de 1828, 1833, 1925 y la de 1980. Todas, menos la de 1828, con sus versiones originales y reformadas.

Sus creadores son el historiador Juan Luis Ossa y el abogado Joaquín Trujillo. Este último, explica en esta entrevista qué se busca con la máquina y también da su visión sobre el trabajo de la Convención Constitucional.

¿Cuáles fueron las razones que motivaron a los investigadores del CEP a crear una herramienta como esta?

La necesidad de tener una perspectiva concreta, con los textos constitucionales a la vista y contrastados. Esta “máquina” (bautizada así por Aldo Mascareño) lo que permite es comparar las cuatro grandes constituciones chilenas, la de 1828, 1833, 1925 y 1980, en sus versiones originales y gradualmente reformadas, a la luz de más de 200 criterios. Con Juan Luis Ossa recibimos la ayuda inestimable de Matías Mastrangelo (UChile) y Marianne Poehls (UDD). Y también esperamos recibir sugerencias de quienes viajen en ella.

¿De qué forma cree que esta herramienta aporta a la discusión constitucional?

Básicamente, nos ayuda a saber cuáles han sido nuestros ideales constitucionales, al menos, en el nivel de los textos. Por eso mismo, debe leerse a la luz de las prácticas constitucionales que consigna la historia institucional.

¿Qué tan relevante, para el debate constitucional, es conocer nuestra tradición constitucional?

Cada vez que proyectamos el futuro, querámoslo o no, nos referimos al pasado, para modificar o para perpetuar ese pasado. Cuando no tienes claridad sobre el pasado ocurrirá seguramente que no diseñarás bien lo que viene. En el ámbito constitucional esto se vuelve insoslayable: toda sociedad acumula basura, pero también reliquias. Miremos los teclados de nuestros computadores. Ahí está el alfabeto latino, los números indoarábigos, la simbología aritmética, los espaciados mediavales, la organización de la vieja máquina de escribir, etc.

¿Qué tan difícil es relevar esa tradición hoy por hoy? Cuando lo “tradicional”, “el pasado”, es visto de tan mala forma?

Los pueblos originarios son un buen ejemplo, Ello son tan admirables porque han sabido cuidar su pasado, eso que se conoce también como “identidad”. Ellos también tienen problemas internos, como todos los seres humanos, pero han sabido darles su justa dimensión. Quien cuida el pasado, cuida su futuro, como una herencia a la que pueden recurrir, en momentos de apuro, las generaciones que vendrán. Obviamente, todos tenemos derecho a no autodesecharnos, derecho al amor propio de lo que, para bien o mal, hemos sido.

¿Cuál es su visión general de lo ocurrido, hasta ahora, en la Convención?

Mientras no logre un reglamento, la Convención está ensayando su estilo. Cuando esté el reglamento sabremos cuál será su estilografía, o sea, las reglas que ha adoptado para empezar a escribir. Los exabruptos tendrían que tender a desaparecer.

¿Qué espera de la discusión de fondo, del articulado de la nueva Constitución, en términos de calidad del debate?

Lo resumiría en lo siguiente: ante todo, saber equilibrar los antagonismos. O sea, no olvidarse jamás, pero bajo ninguna circunstancia, que siempre un bien en abstracto, por santo que parezca, puede tener una consecuencia perniciosa en lo concreto. La capacidad de pensar en los fundamentos de la vida en común dice relación con eso, con revisar el bordado por el derecho y por el revés. Es la experiencia que resume el desacreditado pasado la que nos recuerda las contradicciones en las que cayeron los viejos ideales. Los nuevos no estarán a salvo.

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