Unicornios en estampida

La fiesta de los unicornios —"startups" avaluadas en más de mil millones de dólares— está llegando a su fin en Silicon Valley. Ahora parece que, a diferencia del mítico animal, son demasiadas y no valen tanto como se cree.




El final de fiesta asoma este año en Silicon Valley, como hace 15 años con la debacle puntocom.

2015 fue el año de los unicornios, startups avaluadas en 1.000 millones de dólares o más. Pero la etiqueta perdió su mística, ya que hay tantas de ellas que no tiene sentido compararlas con un animal fantástico. Ahora pareciera que sobran y muchos desconfían de que todas tengan un futuro tan excelente como su estimación de valor.

La razón para empezar 2016 con 150 y tantos unicornios es que había mucho dinero dando vueltas, buscando sacarse la lotería del próximo Google o Facebook. Grandes inversionistas, como administradoras de activos y fondos de pensiones, llegaron a Silicon Valley. Invertir en startups también se puso de moda entre las celebridades, desde el actor Jared Leto a la banda Linkin Park, desde el astro de la NBA Carmelo Anthony al ex quarterback Joe Montana.

El cash era muy fácil de conseguir. Cualquier emprendedor con un Power Point y dos dedos de frente recibía millones de dólares en capital de riesgo.

"Llevo 20 años en esta industria", decía en abril al New York Times Stewart Butterfield, CEO de la aplicación para comunicación de equipos de trabajo Slack. "Puede ser el mejor momento de la historia para cualquier tipo de negocio de cualquier industria, desde la época del antiguo Egipto. Sin duda, es el mejor momento para startups en etapas avanzadas que recaudan dinero de capitalistas de riesgo desde que existe este método".

Pero el peak de la ola ya pasó y se espera que este año el realismo vuelva a Silicon Valley.

La etiqueta de unicornio perdió credibilidad cuando empresas como Square salieron a Bolsa por menos de lo que valían como startups y otras como Gilt Groupe se vendieron por mucho menos de su supuesto valor. Otras, como Sidecar, directamente cerraron.

Algunos hablan del estallido de otra burbuja y predicen consecuencias graves para la economía regional y nacional. Otros dicen que será un aterrizaje suave, donde sólo perderán los que invirtieron en las compañías que no son negocio (y sus empleados). En la crisis de 2000, gran parte de las compañías falladas ya habían salido a Bolsa y arrastraron en su caída a millones de inversionistas de a pie.

Esto no significa que peligren los gigantes como Google, Facebook, Apple o Amazon. (Yahoo sí, porque su modelo de negocios está cada vez más en duda).

Los que están más en riesgo son los unicornios que no tienen claro cómo van a ganar dinero en cada producto o servicio que venden. Parece obvio, pero hay muchas startups que hoy invierten en generar millones de usuarios sin tener claro cómo ganar dinero de cada uno de ellos. La teoría predominante es que hay que crecer hasta dominar un mercado y luego preocuparse por la rentabilidad. Un ejemplo es la carrera de Uber contra Lyft y otros servicios similares.

Ahora que el dinero fácil va de retirada, más startups van a tener que mantenerse con los ingresos que generen... y algunas no podrán. La parte buena es que los buenos negocios subsistirán y tendrán menos competencia por talento y capital. La parte mala es que no se sabe qué tan fuerte puede ser el impacto en la economía.

Cuando el agua baje, se verá quiénes estaban nadando sin traje de baño.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.