No olvidemos...




HA PASADO lo más fuerte del desastre de los incendios forestales. Vendrá ahora la tarea de la reconstrucción y otra muy difícil: que el olvido no llene de nuevas cenizas a los pueblos, víctimas y a quienes colaboraron realmente en la emergencia.

Para atenuar ese olvido es bueno recordar quienes fueron esos grandes actores que contribuyeron a combatir estos incendios. Aquellos que recibieron el aplauso espontáneo y el agradecimiento de la gente. Sin establecer un orden y ojalá sin olvidar a ninguno.

En un primer momento, los alcaldes de las zonas afectadas. Verlos en las primeras imágenes en terreno, combatiendo personalmente el fuego junto a su gente y solicitando dramáticamente ayuda: "Nos estamos quemando". Posteriormente conocer que ellos mismos habían advertido en La Moneda que había que prepararse para estos incendios y que recibieron como respuesta: ¡Vengan después porque estamos de vacaciones! Por decir la verdad, fueron castigados por el gobierno, pero no por sus vecinos.

Junto a ellos los Bomberos. Voluntarios que concurrieron dejando de lado trabajos y descansos, arriesgando sus vidas y compartiendo el dolor de un compañero mártir. Sin jamás quejarse ni exigir nada, solo luchar y luchar.

Los acompañaban los brigadistas de la Conaf, jóvenes que destinan unos meses a este arriesgado trabajo, para ganarse unos muy pocos recursos que los ayuden el resto del año. Muchos son "temporeros" de los incendios. Poca capacitación y menor equipamiento. La Conaf no es un ejemplo ante nadie, pero sí sus brigadistas.

Y como siempre, Carabineros. No fallan, estando y entregando tranquilidad a la gente. Por eso es que en los momentos de inseguridad los llaman y piden que permanezcan junto a ellos.

Hasta su General Director estuvo liderando en terrreno. No se crea que esto ocurre en todas los países, es más bien algo muy propio nuestro. Y una vez más dos de sus miembros entregaron sus vidas por proteger a la comunidad y honrar su juramento.

Finalmente, la solidaridad de nuestro país. Quizás única en su intensidad y espirítu. Desde la presidenta de la junta de vecinos de Santa Olga, Mónica Sepúlveda, pasando por las interminables caravanas llevando ayuda, hasta organizaciones como el Techo y Desafío Chile, entre tantas otras. Solidaridad ante la adversidad, quizás el sello más importante hoy de nuestra alma nacional.

Y un símbolo: Lucy Ana Avilés. Una chilena que viviendo en el extranjero, toma la iniciativa y luchando contra las más increíbles "trabas" burocráticas y "pequeñeces" políticas, nos trae gratuitamente el SuperTanker, llenándonos de esperanzas en un combate tan desigual frente al fuego. Como ella mismo lo dijo, ante su regreso: "No solo fuiste un tremendo aporte para apagar llamas, fuiste una esperanza para el país cuando lo necesitaba hace días".

Este avión se fue en silencio. Sin autoridades que lo despidieran ni menos agradecieran. No importa. No se llevó la esperanza. Más allá de las inoperancias oficiales, sabemos que contamos con la fuerza y el espíritu de nuestra gente. Mónicas Sepúlvedas o Lucys Avilés, personas comunes y corrientes en quienes confiar, que no se merecen el olvido, las inoperancias ni menos las ingratitudes.

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