Buenos Muchachos y el pulso musical de Scorsese

Ray Liotta, Robert De Niro, Paul Sorvino y Joe Pesci en Buenos Muchachos. Foto: Warner Brothers/Getty Images

Por primera vez desde su estreno, en 1990, está disponible en vinilo el soundtrack del filme protagonizado por Robert De Niro y Ray Liotta. Una excusa para volver a una obra compuesta de joyas de The Rolling Stones, The Shangri-Las y Aretha Franklin, pero también para recorrer una vez más la indisoluble relación entre el autor italoamericano y la música.


Figura clave desde sus días como guitarrista y compositor principal de The Band, hace dos años el septuagenario Robbie Robertson soltó una frase que expresa con frecuencia –y en la intimidad de la creación– uno de sus colaboradores más habituales, Martin Scorsese: “Siempre y cuando no suene como música de película tradicional”.

Según el artista detrás de la música original de Toro salvaje (1980) y El Irlandés (2019), la regla del director no viene marcada por un afán de desprecio. “No es que él no sienta una gran admiración por las partituras de música clásica, sino que busca algo que retuerza las cosas y se meta dentro de ti de otra manera”, explicó.

En una entrevista de 2016, el compositor Howard Shore (El aviador, Hugo) aportó una perspectiva adicional respecto al método utilizado por el cineasta para dar forma a las bandas sonoras de sus cintas. “A veces vemos otros filmes, otros más viejos. También vemos mucho la película, luego de unas cuantas semanas la vemos sin importar la forma en la que se encuentre”, detalló.

La edad de la inocencia (1993).

Si el universo Scorsese se agrupara en una santísima trinidad, sus eslabones serían la montajista Thelma Schoonmaker, Robert De Niro y la música. Siempre la música. Una obsesión decantada en el sombrío trabajo póstumo de Bernard Herrmann (Taxi driver, 1976), en el épico disco Passion, autoría de Peter Gabriel para La última tentación de Cristo (1988), o en una estupenda colaboración triple con Elmer Bernstein (Cabo de miedo, La edad de la inocencia, Vidas al límite).

Pero a la hora de escoger el largometraje más memorable en ese aspecto, Buenos muchachos probablemente sea su pináculo cuando se trata de juntar canciones populares como complemento o contrapunto de la trama. El reciente lanzamiento del vinilo del soundtrack de la película –por primera vez desde su estreno, en 1990– revive la artesanía detrás de incluir a The Rolling Stones, The Shangri-Las, Aretha Franklin, y artistas italianos como Mina y Giuseppe Di Stefano, como sociedad perfecta de la monumental historia de mafia de Henry Hill, Jimmy Conway y compañía.

En ese filme el director de El rey de la comedia prescindió de la utilización de música incidental y su selección se limitó sólo a canciones que ya hubieran sido lanzadas en la época de la escena en cuestión. A partir de esa determinación se derivan momentos icónicos como el plano secuencia por el club nocturno Copacabana, engalanado con Then he kissed me (1963), del grupo femenino The Crystals. O el inicio de la cinta, en que suena Rags to riches (1953), de Tony Bennett, mientras los mafiosos encarnados por De Niro, Ray Liotta y Joe Pesci acaban con la vida del personaje de Frank Vincent en el maletero del auto.

Aunque Buenos muchachos es tal vez la expresión más radical de Scorsese en el apartado musical, usualmente su apuesta admite la inclusión de las partituras originales de un compositor. Ocurrió con la infravalorada Después de hora (1985), su primera asociación con Howard Shore, cuyo trabajo se cruza con temas como Sevillanas, de Manitas de Plata, y Chelsea morning, de Joni Mitchell, además de Bach y Mozart.

Después de hora (1985).

“Hay múltiples cortes musicales en ese filme que no tienen que ver los unos con los otros y, sin embargo, logran darle una vuelta al conjunto”, dice Christian Ramírez, crítico de cine de Artes y Letras de El Mercurio, aunque su favorita al analizar los soundtracks de su obra es La edad de la inocencia, autoría de Bernstein, ya que “funciona por sí sola”. En tercer lugar ubica a Toro salvaje, cuando “la selección ecléctica de canciones que plantea Robbie Robertson cuajó por primera vez”.

Pablo Marín, crítico de cine de La Tercera, también rescata a Después de hora al momento de mirar la filmografía del director italoamericano y examinar lo que considera una “política muy consciente de que la banda sonora finalmente sea personaje”. “Recortas una parte y es un clip, no porque la película sea como un chicle, sino porque los dos lenguajes se entrelazan y se origina un matrimonio interesante”, indica.

En Killers of the Flower Moon (2022), su esperada cinta en que reúne por primera vez a De Niro y Leonardo DiCaprio en pantalla, Scorsese vuelve a trabajar con Robertson, su socio desde que lo conoció en The last waltz (1978). Otra oportunidad para seguir agrandando la experiencia visual y musical de un autor que desborda su importancia en múltiples frentes.

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