Crítica de discos de Marcelo Contreras: la personalidad creativa de Idles, Fito Páez y Robert Plant junto a Alison Krauss

La estridencia de Idles, el perfil de clásico de Páez y la tradición sensible y artesanal que recuperan la dupla de Plant y Krauss forman parte de los sólidos estrenos discográficos de los últimos días.


Idles - Crawler

A pesar de la rabia, la tensión y los arrebatos, el cuarto álbum de los ingleses Idles involucra una catarsis, un abrazo, un punto de apoyo que cruza diversos estados emocionales para quienes “han pasado por traumas, desamores y pérdidas”, en palabras del vocalista Joe Talbot. “¿Estás listo para la tormenta?” pregunta una y otra vez en MTT 420 RR, la primera de un disco que sacude de comienzo a fin.

La mayoría de las canciones son ásperas, telúricas, espectrales: el ritmo de tribu de The wheel, un composición brutal sobre el alcoholismo que mató a la mamá del cantante; la tenebrosa When the lights come on; las declamatorias The new sensation -”sacude tu mierda como si tu mierda estuviera en llamas, sacúdete muy fuerte como si fueras Richard Pryor”- y Stockholm syndrome, que reincide en los excesos, motivo central de Crawler.

The Beachland ballroom ofrece un respiro tapizado de soul, con Talbot transitando desde el crooner, hasta una especie de bestia desaforada de teatral acento. La adrenalina post punk regresa con Crawl!, y la redención llega con Meds, Kelechi y Progress, piezas en fuga sideral, que otorgan colores y matices al intenso mundo de Idles.

Fito Páez - Los años salvajes

Este vigésimo quinto título del astro argentino, que inicia una trilogía con una segunda parte sinfónica y una tercera al piano, fue registrado a todo rock & roll en un par de estudios en California y otro en Buenos Aires. La grandeza de su talento y los detalles empalagosos de su carácter artístico, que inevitablemente recuerdan al inigualable Pomelo, relucen en este disco pandémico, visceral y energético. La pastosidad del funk -Vamos a lograrlo-, el rock frontal de Lo mejor de nuestras vidas, y las guitarras afiladas y juguetonas de Shut up, marcan un magnífico inicio. A partir de la épica La música de los sueños de tu juventud, asoman letras kilométricas entonadas como un carrusel sin pausa -clásico Fito-, con cierta autocondescendencia. Caballo de Troya cabalga en el pop psicodélico de Circo beat (1994). Lili and Drake relata un amor trangénero saborizado con funk. Encuentros cercanos es la obligatoria parada Beatle, mientras Beer blues con Elvis Costello, aflora como una humorada colmada de clichés.

Son 40 minutos exactos de un concentrado del rockero argentino, con su nombre inscrito entre los más grandes hace largo rato.

Robert Plant Alison Krauss - Raise the roof

La primera colaboración entre el ícono rockero y la estrella de bluegrass y country, Raising sand (2007), fue un éxito de ventas alabado por la crítica que se llevó media docena de Grammys, incluyendo Álbum del año en 2009. Producido por T-Bone Burnett, una leyenda por cuenta propia, la triunfal colaboración catapultó la idea de continuar de inmediato. Sin embargo, hacia 2010 Robert Plant reconocía que las sesiones junto a Krauss no habían dado buenos resultados. En Raise the roof se repite T-Bone en la producción y diversos instrumentos, acompañado de músicos sobresalientes como los guitarristas Marc Ribot y Bill Frisell. Tal como en el primer álbum, hay una serie de versiones de clásicos.

Entre ellos, The Price of love de The Everly Brothers, reconvertida en una clave diferente y seductora que reemplaza el nervio por la calma, y My heart would know, de la trágica súper estrella country Hank Williams, suavizada gracias a la combinación de voces y ondulantes guitarras. Cada título se sumerge en un espacio donde los instrumentos y los registros de Krauss y Plant fluyen es una especie de nostalgia sureña y campesina atemporal, de exquisito gusto.

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