Ángela Poblete, ejecutiva de Fábula: “Hoy ya no llamas a una mujer por cumplir con una cuota de género”

Foto: Fábula

En su rol de directora regional de Televisión de la productora, la realizadora acaba de radicarse en México, donde la compañía tiene varios proyectos de series. “El melodrama es un género que tenemos que abrazar”, dice sobre las próximas historias que preparan.


Ángela Poblete lleva cerca de dos meses viviendo en Ciudad de México. Tras completar un período de viajes entre Santiago y la capital mexicana, la ejecutiva chilena se acaba de mudar junto a su familia para continuar desempeñándose como directora regional de Televisión de Fábula, pero ahora situada en la urbe que alberga más de 9 millones de habitantes, donde la compañía abrió oficinas en 2021 y ya ha realizado sus primeros proyectos de series y películas.

“Mi llegada acá tiene que ver con fortalecer nuestra posición en México, que es un país muy generoso en cuanto a historias, talentos y cultura. Nuestra idea es trabajar con creadores y realizadores locales”, indica a Culto. “Parte de mi misión tiene que ver con trabajar con los mejores talentos en ambos mercados –guionistas, directores, técnicos, actores–, para poder hacer series que se distingan tanto por su calidad como por su alcance”.

A distancia (y en ocasiones en terreno), Poblete monitoreó la realización de los primeros frutos de ese trabajo en CDMX: la primera temporada de Señorita 89 (disponible en Lionsgate+), los primeros capítulos de Familia de medianoche (que llegará próximamente a Apple TV+) y la audioserie Batman desenterrado (Spotify).

Una seguidilla de títulos que apuntan a expandir la producción que la firma realizó durante sus primeros años dedicados a realizar series para las plataformas de streaming. Entre ellos se cuentan El presidente (Prime Video), 42 Días en la oscuridad (Netflix), La jauría (Prime Video) y Homemade (Netflix). “Nos abrieron muchas puertas”, afirma Poblete desde su nuevo domicilio.

“Gran parte de mi trabajo acá va a consistir en encontrar talentos, ojalá muchos nuevos. Y también ser capaces de conquistar a los talentos más consolidados, para invitarlos a contar sus historias a través de Fábula”, explica.

Y agrega: “Hemos tenido un crecimiento importante en los últimos años y nos estamos instalando acá expectantes, con humildad, con entusiasmo, con ilusión. Siento que no hemos perdido la capacidad de asombro ni las ganas de mejorar. Estamos inquietos y con deseos de aprender. Este es un mercado que te invita a conectar mejor con las audiencias y a crear historias originales, porque hay mucha competencia. Y, por otra parte, ser capaces de sostener la calidad de nuestros proyectos, que ha sido nuestra bandera”.

-¿El hecho de que ya no esté presencialmente en Chile gatillará algunos cambios en la oficina de Fábula en Santiago?

Mi cargo se mantiene. Lo que yo hacía era comandar la nave desde allá, pero dirigía los dos territorios en el área de Televisión. Ahora que me trasladé, conservo la comunicación con mi equipo y seguimos trabajando más o menos en el mismo esquema, solamente que a distancia. La pandemia facilitó mucho las cosas. Nos enseñó cómo trabajar de manera remota, pero igual hay un componente presencial que es irremplazable. Ahí es donde muchas veces surgen las mejores ideas. Por lo mismo, me vine para acá. Hay que generar confianzas, conocer a los talentos, escuchar cuáles son sus sueños. Porque esta es una industria muy sensible.

Foto: Diego Araya Corvalán/Netflix ©2022

-¿Sensible en qué sentido?

Nosotros tenemos dos fuentes en cuanto a historias: las que desarrollamos nosotros y las que nos llegan. El 70% de lo que hacemos viene de las cabezas de nuestro propio equipo. Cuando hay una semillita la pregunta es a quién se la entregamos. Entonces elegimos muy bien a qué guionista y a qué director entregarle esa historia. La idea es que sea armónico, que se lleven bien entre ellos. Es un arte, es una ingeniería el armar equipos. Al final es lo más importante.

-¿Qué es lo más desafiante de trabajar con talentos internacionales?

Es ser capaces de desarrollar historias atractivas y profundas que hagan que estas personas se interesen en venir con nosotros y nos crean. Y, de ese modo, que se enamoren y se apropien de esas historias. Para conseguir eso tú también tienes que realizar un acto de entrega. Si nosotros fuéramos showrunners de todos nuestros proyectos o fuéramos muy controladores, nos quedaría todo igual, porque sería una misma mirada. En ese sentido, lo más desafiante es otorgarles a los talentos libertad creativa y que puedan volver único y auténtico a ese contenido. Eso implica ponerse detrás, ponerse en segundo plano. Y, por otro lado, se trata de ofrecerles una estructura que les garantice que puedan trabajar con la mayor calidad posible.

-Históricamente, la industria audiovisual ha sido un mundo más bien masculino. Según su percepción, ¿cuán diferente es eso hoy?

En Fábula las directoras de las tres áreas –Cine, Publicidad y Televisión– somos mujeres, y lo que veo en las plataformas es que cada vez hay más mujeres en la toma de decisiones, que es el lugar donde se cocina lo que vamos a contar. Me parece que estamos avanzando. Yo me siento muy orgullosa. En Chile hay mujeres que están abriéndose espacio en las plataformas, en la televisión abierta, en las productoras. Vemos talentos femeninos en la dirección muy relevantes, tanto en México como en Chile. Lo mismo entre los guionistas.

“Tengo la impresión de que los esfuerzos que hemos hecho por generar equilibrios, durante los últimos cinco años, hoy están dando frutos, y es muy emocionante verlo. Hoy día tú ya no llamas a una mujer por cumplir con una cuota de género. La llamas porque es talentosa, porque tiene experiencia y porque tuvo la oportunidad de dirigir tres series y dos películas. Esa mujer viene a ser un tremendo aporte. Eso es fantástico”.

-¿Identifica algún tipo de historias o proyectos que quizás antes tenían mayor cabida que en la actualidad?

No, porque todas las plataformas buscan cosas muy distintas. Lo que sí te diría es que hoy está en la conversación en la industria la idea de que podamos encontrar una manera de contar las cosas desde lo latino. Ahí aparece el melodrama como un género de naturaleza latina que tenemos que abrazar. Cuando hace cinco años comenzamos a hacer series todos hablábamos de por fin empezar a hacer series premium y no más melodramas o teleseries. Pero luego concluimos que con eso estábamos renegando de nuestros orígenes, de lo que más satisfacción nos ha dado, que es contar historias de amor, con emociones, donde los actores actúen y no estén contenidos. Hoy hay una reivindicación en torno a que este género puede ser visto no sólo por audiencias locales, sino que viajar a otros lugares del mundo. Estamos más preocupados que antes de que nuestros contenidos tengan historias de amor.

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