Varinia Brodsky, nueva directora del Museo de Bellas Artes: “La inteligencia artificial es una herramienta que debemos abordar”

Foto: Romina Díaz, MNBA.

Confirmada la semana pasada como la flamante timonel del Museo de Bellas Artes, Varinia Brodsky charló con Culto sobre los principales desafíos que tendrá su gestión. La primera mujer en ocupar el puesto en democracia reflexiona sobre la curatoría del museo anclada en género, disidencias y pueblos originarios; el papel reflexivo a 50 años del Golpe y cómo es manejar un museo de arte en un mundo digital.


Desde el pasado 1 de mayo, Varinia Brodsky Zimmermann está al frente al Museo Nacional de Bellas Artes. Claro que en esa fecha asumió de manera interina tras la renuncia -por motivos personales- del exdirector Fernando Pérez Oyarzún. Hasta ese momento, Brodsky se desempeñaba como coordinadora artística de la institución (desde mayo del 2022). Desde ahí se inició un concurso público para buscar al nuevo timonel, puesto que finalmente quedó en sus manos tras adjudicarse el concurso público de Tercer Nivel Jerárquico abierto.

Desde el 13 de septiembre, es oficialmente la directora del Museo Nacional de Bellas Artes, siendo la primera mujer que ocupa el puesto en democracia. Al teléfono con Culto, reconoce que el período de interinato de alguna forma le sirvió para tomar el pulso de lo que le tocará enfrentar en adelante.

“Desde el puesto de coordinadora artística me tocaba resolver varias cosas, entonces, cuando me tocó asumir la subrogancia, tenía cierta naturalidad para mí asumir ciertas funciones, evidentemente con todas las responsabilidades que tienen que ver con la dirección. Eso me permitió desarrollar un trabajo y entender de manera fidedigna las implicancias de un cargo así. Fue un buen ensayo de lo que significa asumir la dirección del Museo”.

Foto: Romina Díaz, MNBA.

Brodsky es licenciada en Artes con mención en Pintura de la Universidad de Chile, magíster en Museografía y Exposiciones de la Universidad Complutense de Madrid, y actualmente cursa el Máster de Gestión y Emprendimiento de proyectos culturales en la Universidad Internacional de La Rioja. Fue coordinadora general del Museo de Arte Contemporáneo entre 2008 y 2015; luego se desempeñó como coordinadora nacional del área de artes visuales en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, entre 2015 y 2022; además de trabajar en la Política Nacional de las Artes de la Visualidad 2017-2022 y ser parte del equipo fundador del Centro Nacional de Arte Contemporáneo de Cerrillos.

En el marco de esa trayectoria, Brodsky sobre todo ha hincado el diente en el tema de la mirada de género. Pero también tiene claros los otros horizontes que tendrá al frente. “Los primeros desafíos tienen que ver con otorgarle al Museo una plataforma que permita descentralizar su gestión, me parece que el trabajo que tiene que ver con los territorios es tremendamente relevante, sobre todo pensando en la naturaleza del Museo como Museo Nacional. La vinculación con otros territorios dentro y la fuera de la región Metropolitana”.

“También otro desafío importante es poder avanzar en la inscripción del Museo en el circuito latinoamericano, poder interrelacionarse con otros museo pares”, agrega.

Desde 1910 el museo se ubica en el Palacio de Bellas Artes en pleno Parque Forestal.

Su antecesor, Fernando Pérez, entre otras cosas, llevó a cabo un trabajo de recuperación de obras de la colección en préstamo; exposiciones de artistas nacionales de renombre y nuevas adquisiciones pensando en paridad de género. ¿Usted se ve más cerca o más lejos de esa administración?

El museo venía desarrollando políticas de adquisición desde hace bastante tiempo, justamente desde ese lugar, pensando en la recuperación de obras patrimoniales que han estado en préstamo para poder tener el acervo en su haber e incluirlo en el desarrollo curatorial del Museo. Por otra parte, ha sido bien importante el trabajo que se ha ido desarrollando por ir llenando los vacíos, uno de ellos tiene que ver con la baja representación de género, de mujeres, disidencias y pueblos originarios. El museo ha dio avanzando en aquello, pero es un avance lento porque los déficit son muy profundos.

¿Qué sello distintivo puede poner una mujer que llega por primera vez en democracia al cargo de la dirección del MNBA?

Lo que me motiva es que en términos culturales, la mayor parte de los equipos que gestionan museos y centros son mujeres, entonces poder liderarlo de manera directa creo que le podemos dar un impulso mucho más colaborativo, de mayor colectividad y poniendo temáticas que son atingentes a las miradas y modelos de gestión que podemos impulsar las mujeres.

¿Cómo se puede lograr un nuevo acercamiento del museo a nuevas audiencias?

Estamos trabajando especialmente en ello, una de ellas es abrir espacios para abordar las primeras infancias, que es un público que el museo por distintas razones no ha podido abordar. Queremos impulsar un proyecto de un laboratorio donde haya una plataforma interactiva para potenciar la discusión de la colección, pero a través del conocimiento, de manera que las familias, niños y niñas puedan tener un acercamiento a lo que es el patrimonio de todas y todos.

Museo de Bellas Artes en medio de las calles vacías de un Santiago en cuarentena.

Quisiera ahondar en ese punto. ¿Cuál es para usted el rol del Museo en estos tiempos de predominio de lo digital?

Justamente ahí hay un cruce en lo que respecta en el trabajo hacia los territorios. En el fondo, el museo debe ir más allá de sus propias fronteras, y eso pasa por un buen trabajo desde lo digital. Ya desde la pandemia aprendimos que los museos se tienen que autodesafiar para generar contenidos, cómo pueden acercarse a las comunidades y vincularse con las comunidades a través del mundo virtual. Ahora en postpandemia nos preguntamos cómo usamos estas herramientas en beneficio propio pero sin perder esta vinculación.

En este período se han inaugurado exposiciones que tienen que ver con la memoria, el género y los pueblos originarios, como la muestra La mujer en el arte 1975; o la de Carlos Arias, Amnesia de la verdad; de Cecilia Vicuña, Soñar el agua, y se acaba de inaugurar una de Alfredo Jaar. ¿Son esos los principales lineamientos de lo que se seguirá presentando en el museo?

Este año fue particularmente especial por el contexto de la conmemoración de los 50 años de golpe y para el museo fue una oportunidad de poder liderar una visión como institución pública, cómo establecemos una memoria, cómo podemos respetar un contexto. Cómo podemos poner en el debate público cuestiones que nos parecen fundamentales, como el respeto a los derechos humanos. Este año ha sido una decisión editorial la de potenciar esas lógicas a través de la mirada de distintos artistas.

Y a propósito de esas cosas que les parecen fundamentales, ¿qué rol juega y ha jugado el MNBA en la democracia y la memoria?

El museo habla a través de sus obras. Es una plataforma que puede plantear cuestionamientos, debates, con lo cual los artistas que estamos exhibiendo tienen que ver justamente con poder hacer una reflexión, adelantar miradas y problematizar lo que las sociedades están viendo en una primera capa. Cómo el arte tiene un rol político, de poder transmitir a través de la memoria, de poder sensibilizar, de cómo puede ser un transformador.

En otro aspecto, ¿qué piensa del rol de la Inteligencia artificial en el arte?

Me parece que es una herramienta que debemos abordar, por eso estamos pensando en un laboratorio. Me parece que no hay que darle la espalda al uso que le dan las nuevas generaciones, la realidad virtual es parte de nuestras vidas, no podemos negar que los niños y niñas la están usando en su diario vivir. Hay que pensar, ¿cómo usamos esta herramienta a nuestro favor para poder generar conocimiento desde el arte, de manera virtuosa, que sea un aporte?

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