Reseña de discos: Mon Laferte desafía, Adelaida regresa con gloria y en Los Angeles hay un súpergrupo

Esta semana la selección de discos, incluye lo más reciente de Mon Laferte; su material elude la inmediatez, y puede parecer áspero para quienes se quedaron esperando un Vol. 2, pero así son las reglas en su mundo. Mientras, los porteños regresan con un disco que es de los que mejor suena de su carrera, generando es una muralla de guitarras, bajos espesos y batería maciza, relucientes desde el primer minuto. Y Lol Tolhurst, Budgie y Jacknife Lee, se unen en un experimento que resulta airoso.


Mon Laferte - Autopoiética

El plano general dicta que Mon Laferte estructura su obra en torno al pasado, revisitando periodos en que la música popular consistía en grandes arreglos y virtuosismos de distintos calibres partiendo por la voz, en un ambiente análogo. Las tomas en detalle revelan que la súper estrella viñamarina siente la necesidad de desprenderse de la última piel para tantear músicas diferentes, que convergen en un collage latino donde el mestizaje es la única constante. Sin soltar los lazos con el siglo XX profundo -el bossa nova de Préndele fuego, por ejemplo-, Mon Laferte se conecta con el presente. No es la primera vez que se percibe la influencia de otras artistas en su repertorio -tal como en Norma (2018) Rosalía sobrevuela-, pero finalmente se trata de una retroalimentación bajo nutrientes de todo el continente y ultramares, contando el trip hop de Tenochtitlán. Las máquinas dominan por completo el corte que da nombre a este noveno disco, una pieza genuinamente electrónica. Levítico 20:09 podría ser una más de sus canciones de amor a tajo abierto aferradas a la raíz, pero se deforma espectacularmente gracias a intervenciones digitales. El material elude la inmediatez, y puede parecer áspero para quienes se quedaron esperando un Vol. 2; pero así son las reglas en el mundo de Mon Laferte.

Adelaida - Retrovisor

Si quedaba alguna duda sobre quién corta la baraja en Adelaida, este quinto álbum de la banda liderada por Jurel Sónico es la respuesta definitiva. Tras la salida de la bajista Naty Lane y el baterista y fundador “Lele” Holzapfel, la banda mutó a cuarteto. Retrovisor aparta de un manotazo los devaneos de Animita (2020) -sintes y cuerdas, arreglos y armonías más elaboradas-, para reencontrarse con la actitud más resoluta de Paraíso (2017) y Madre culebra (2015), los discos que los convirtieron en una de las bandas rock más atractivas de la última década en la escena chilena, en una combinación de grunge y shoegaze.

Para Jurel Sónico, que oficia de productor, el sonido siempre es un factor a superar. Retrovisor refleja el carrete en estudio y es lo mejor que han hecho en esa casilla. El disco es una muralla de guitarras, bajos espesos y batería maciza, relucientes desde el primer minuto con el corte que da nombre al álbum, seguido de Océano mundial, una canción con el ADN de Adelaida: la métrica lleva truco, los acordes son amplios, cadenciosos y espectrales, la música respira mientras se densifica progresivamente con capas de guitarras bajo efectos, con la voz dibujando melodías melancólicas que hablan de perder la cabeza. Regreso triunfal.

Lol Tolhurst, Budgie y Jacknife Lee - Los Angeles

¿Un súper grupo? Exacto. El ex The Cure Lol Tolhurst, el influyente Budgie -capo de la batería en Siouxsie and the Banshees- y el productor irlandés Jacknife Lee, de envidiable currículo trabajando con la élite pop rock -de Taylor Swift a U2, pasando por The Killers, entre decenas de nombres-, forman esta alianza que a su vez convoca estrellas. En Los Angeles figuran invitados espectaculares al micrófono como Bobby Gillespie de Primal Scream, James Murphy de LCD Soundsystem, y Arrow de Wilde de Starcrawler, en tanto The Edge figura en un par de temas instrumentales. En el caso del guitarrista de U2 es imposible adivinar su contribución, como si hay un músico que impone estilo en casi todo el disco es Budgie, con su concepto tribal de la percusión y un sonido reconocible inmediatamente. En Skins por ejemplo, con James Murphy en la voz, se trata de su batería en primerísimo primer lugar.

A pesar de algunas indulgencias, Los Angeles tiene suficiente material para llamar la atención. Uh oh con Arrow de Wilde y la guitarra aullante y procesada de Mark Bowen de Idles, es un carnaval sónico. Ghosted at home impone funk de alto octanaje cachondo y lisérgico perfecto para Gillespie. Los súper grupos suelen dejar un sabor amargo. Acá la excepción.

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