De buscar academia en una casa rodante a debutar en la Copa Davis: la sacrificada historia de Diego Fernández

Diego Fernández, celebrando la victoria en su debut en Copa Davis. Foto: Luis Sevilla/Fetech.

A los 21 años, el tenista de La Florida tuvo un exitoso estreno ante Eslovenia. Antes de eso tuvo que hacer muchos esfuerzos para abrirse poco a poco su camino en un deporte tan competitivo como este.



Una de las historias que dejó la serie de Copa Davis ante Eslovenia fue el debut de Diego Fernández (833º del ranking). El tenista de 21 años había llegado a la nómina como invitado junto a Daniel Núñez. Sin embargo, tras la baja de Christian Garin ambos pasaron a ser parte oficial del equipo. Así, de pronto, el oriundo de La Florida se encontró de frente con su estreno jugando por Chile, quedándose con el triunfo en un emotivo partido.

Solo los presentes en el Club Unión de Viña del Mar pudieron presenciar la victoria del joven jugador, ya que la transmisión oficial optó por no transmitir el encuentro, lo que desató el reclamo de los hinchas en las redes sociales. “Me enteré después, tampoco puedo decir mucho. Jugué, gané, me sentí bien. Una lástima por la gente que no lo pudo ver y por mucha parte de mi familia que no tuvo el privilegio de ir y vivir el momento. Ojalá haya más experiencias así y no se manden la embarrada de no transmitirlo”, sostiene, mientras prepara su estreno en el Challenger de Santiago, al que accedió mediante una invitación.

En relación a su victoria sobre Sebastian Dominko, recuerda: “Al principio no lo asimilé bien. Cuando estaba calentando para el partido, me di cuenta de que había muchísima gente. A mí me gusta interactuar con el público, porque soy muy intenso y mi juego es muy alegre. Y eso me ayudó a dar vuelta el partido después de haber perdido el primer set”.

Lo vivido durante la semana es un momento que Fernández atesorará por siempre. “Fue súper bueno que me llamaran a mí y a Dani, así no era el único nuevo y eso ayudó bastante. Me quedo con la experiencia de compartir con Nico y Jorge Aguilar, que son unos entrenadores excelentes. Hay muchas cosas que a lo mejor mis entrenadores de España no las vieron y ellos sí, y siempre es muy bueno agarrar esa información de gente como ellos y esa experiencia de escucharlos y que me hayan contado todo lo que saben. Además, el entrenar con Jarry, Tabilo y Barrios, agarrar su mano y escuchar sus consejos y experiencias me va a servir mucho para las semanas que vienen”, relata.

Pero su historia en el tenis comenzó muy pequeño. “Empecé a entrenar a los 5 años en la academia de los hermanos Rivera en La Florida, que son entrenadores de la vieja escuela, a los que les debo mucho. La gente me dice que tengo una técnica bastante linda y a ellos se lo agradezco por enseñarme”, destaca.

A los 12, se fue de la casa. “Me fui a Estados Unidos y estuve cuatro años en la academia de Guillermo Cañas. Por diferentes circunstancias, vimos que la mejor opción era ir a Barcelona y, junto a mi padre y mi preparador físico, viajamos en un autocaravana alrededor de todo España. Vimos unas 12 academias en dos semanas y al final decidimos estar en una que se llama 4Slam, que está ubicada en Barcelona, trabajando. Estuve ahí tres años trabajando con Jairo Velasco, Fernando Vicente y Galo Blanco. Después empezamos a ver algo más privado y pequeño, y hace un año estoy en Pam Shot, también en Barcelona. Ahí somos seis jugadores, con tres entrenadores y uno de físico”.

En 4Slam pudo entrenar con el ruso Andrey Rublev, otra gran experiencia. “Fue tras la pandemia, durante un par de meses. Ahí se notan las diferencias de entrenar con un top 50 que con un top 300″, recuerda.

Durante su estadía en Chile, el promisorio tenista está siendo ayudado por Simón Gregorio de las Heras, un viejo amigo y compañero de entrenamientos. “Actualmente estoy preparando mi examen de grado para titularme de abogado y no he podido viajar con Diego, pero aprovechamos cada oportunidad. Le subo el contenido multimedia, le llevo las redes sociales y me encargo de todo para que solo se preocupe de jugar. En primer lugar somos amigos, luego soy su coach y después soy su manager y un poquito de todo”, confiesa el técnico.

Sobre sus aspiraciones para lo que viene, Fernández prefiere ir paso a paso. “No trato de ponerme muchas expectativas en general, simplemente en cada partido trato de dar el máximo de mí y dejarlo todo en la cancha”, afirma, con la misma ilusión con la que siempre ha enfrentado los desafíos en su carrera.

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