El rugby, uno de los motores que transformaron en milagro la tragedia de Los Andes

Imagen archivo del plantel de 1972 del Old Christians.

Los supervivientes siempre han relacionado la fortaleza que tuvieron en la cordillera con su pasión y dedicación al rugby. De hecho, ese fue el motivo por el que viajaban a Santiago cuando se produjo el accidente.



La tragedia (y milagro) de Los Andes cumple 50 años. Hace medio siglo el Fairchild Hiller 227 de la Fuerza Área Uruguaya colapsó ante un macizo del cordón montañoso a 4.000 metros de altura. Un accidente que impactó al mundo y que tenía al rugby como eje central: el avión llevaba hacía Chile al plantel del equipo universitario Old Christians de Montevideo. Allí tenían contemplado un partido ante Old Boys, pero la idea de ir a disputar un juego amistoso, terminó provocando que jugarán la partida de sus vidas.

Aquello hace imposible no pensar en el rol que tuvo una vida ligada al deporte en los 16 supervivientes. Sobre todo en una disciplina como el rugby, donde se construye la resistencia, el amor propio y el compañerismo. De hecho, con el tiempo los mismos protagonistas han admitido y reflexionando en torno a esta situación.

Uno de los primero en hacerlo fue Roberto Canessa, quien al poco tiempo de ser rescatado del Valle de las Lágrimas conversó con la revista El Gráfico sobre la implicancia del rugby en los meses de lucha a 3.500 metros de altura. “El deporte nos enseñó a absorber grandes esfuerzos. Incentivamos un espíritu de sacrificio que nos acostumbra a grandes cambios. Sabemos ganar y sabemos luchar contra la adversidad. En el rugby, además, aprendimos a apoyar al compañero necesitado, a socorrer el sector flojo, a solidarizarnos con quienes haga falta para que lo colectivo sea más importante que lo individual. Esto mismo lo explicamos en la Cordillera. Hicimos de un grupo de desahuciados un equipo que se disponía a ganarle a todas las dificultades. Y lo logramos”, comentó.

Una reflexión muy cercana a la que expuso Gustavo Zerbino en la revista Viva hace unos años: “Para mí, haber sido rugbiers hizo la diferencia, porque el rugbier ya está adaptado antes de empezar a jugar. Primero, tienen que, todos juntos, llevar la pelota al otro lado; en el scrum son ocho que empujan todos juntos y te enseñan a levantarte cada vez que te caes y a seguir corriendo”, añadió en aquella oportunidad.

Lo más importante es que el juez siempre tiene razón. ¿Qué quiere decir? Que no importa lo que pase, vos tenés que seguir haciendo lo correcto por los motivos correctos, sin quejarte. El rugby es el deporte más democrático que conozco porque juega el gordo, el flaco, el veloz, el lento, el alto, el bajo; todos tienen un lugar. En la Cordillera, cada uno tenía un don y, en eso, yo era el número uno”, añadió Zerbino.

Pero el rugby no solo quedó allí, ya que también ha estado presente más allá del rescate. A estas alturas ya es un clásico el duelo que se juega cada octubre llamado “Copa de la Amistad” y que busca homenajear a los fallecidos en el accidente. También la disciplina está presente en el memorial que existe en el lugar del accidente. Son decenas de elementos relacionados al rugby, como pelotas, poleras y placas conmemorativas de equipos chilenos y argentinos.

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