El submundo de las apuestas en el tenis: la telaraña que envolvió a Michel Vernier y que ya enredó a otros jugadores chilenos

Michel Vernier, en una imagen de archivo.

El deportista fue suspendido por siete años y cinco meses, pero no es la única raqueta nacional que cae por este tipo de situaciones, en la que las mafias contactan a los exponentes, principalmente, en torneos de baja categoría y con escasos premios.



¿Cómo hace un tenista de bajo ranking y poco recursos para jugar torneos en los destinos más lejanos y exóticos que le sea posible? ¿Por qué un jugador en muchos partidos pierde o gana 6-0 o 6-1 el segundo set? Estas dos preguntas inocentes son para la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA) la piedra angular de cualquier investigación de amaño de partidos. Y así fue como cayó un chileno: Michel Vernier, quien recibió una suspensión de siete años y medio más una fuerte multa.

El deportista de 29 años violó cuatro artículos del Programa Anticorrupción del Tenis, relacionados con facilitar que terceros apuesten sobre un resultado; con no hacer sus mayores esfuerzos en un partido; con solicitar o aceptar dinero, beneficio o contraprestación con la intención de influir negativamente en los mejores esfuerzos de un jugador dentro de un partido y no entregar información a la ITIA al momento de ser abordado por los apostadores o las redes de corrupción.

Precisamente, las normas asociadas a no hacer los mejores esfuerzos en el tenis son las que se quiebran más frecuentemente en este tipo de situaciones y están vinculadas a perder juegos, sets o partidos deliberadamente, algo que muchas veces es advertido o informado por los jueces de silla, pero también otras veces que no. Si es este el caso, ese árbitro posiblemente también está involucrado en esa red de corrupción. Es lo que le pasó al italiano Francisco Totaro, quien el 22 de junio pasado fue suspendido provisionalmente por amaño de partidos.

En el caso del chileno Vernier, este admitió haber recibido dinero por arreglar resultados en partidos del año 2018. De hecho, el actual 730 del ranking era seguido hace bastante tiempo por la ITIA debido a estas sospechas. Es más, el tenista no disputa un encuentro oficial desde fines de marzo, cuando cayó ante el mexicano Juan Alejandro Hernández, en la primera ronda del M25 de Medellín. Eso sí, hace un par de meses disputó un torneo RUN en Curicó, donde se quedó con la corona tras vencer a Benjamín Torres.

Entre las excusas más frecuentes que dan los sorprendidos en arreglos de partidos, se encuentra la de los bajos premios que ofrecen los torneos de menor importancia en el circuito, que asoman como una excelente oportunidad para estas mafias de aprovecharse de la desesperación económica de jugadores emergentes y no tanto. “Un tenista puede recibir por arreglar un partido lo mismo o más que lo que recibiría por ganar el torneo. Muchas veces en una primera ronda te puede tocar un tenista con el que siempre pierdes y la tentación es grande, ya que saliendo campeón con suerte alcanza para cubrir la semana”, cuenta un exjugador que prefiere resguardar su identidad.

En el mismo ambiente del tenis se cuentan por montón las historias de jugadores con autos lujosos o que gastan fuertes sumas en fiestas, lo que no se condice muchas veces con su nivel en la cancha ni tampoco con su origen socioeconómico.

Mentiras y amenazas

En 2016, Juan Carlos Sáez, hoy suspendido por ocho años por amaño de partidos, contaba a El Deportivo su experiencia. “No alcancé a recibir ofertas concretas. Supe después que eran 18 mil dólares. Estuve a punto de aceptar, porque necesitaba plata para viajar, pero por miedo dije que no”, dijo en aquella ocasión. Precisamente, la Unidad de Integridad del Tenis (hoy ITIA) lo investigó por partidos en ese periodo y terminó sancionándolo con dureza tras descubrir que había mentido durante el proceso al señalar que había perdido su celular, lo que fue descartado por el organismo que detectó movimientos semanas después del supuesto extravío.

Actualmente, en la lista de sancionados de la entidad figura, además de Pinky, Mauricio Álvarez (suspendido de por vida). A él se suma el entrenador y exjugador Sebastián Rivera, quien está suspendido de forma provisional. Mientras que anteriormente Cristóbal Saavedra purgó un castigo de dos años y medio por no proporcionar información a las autoridades sobre situaciones anómalas. Asimismo, hay otros jugadores sudamericanos con severas sanciones. Es el caso de los argentinos Franco Feitt (alguna vez compañero de dobles de Vernier), inhabilitado para siempre, y Nicolás Arreche (cuatro años) o el venezolano Roberto Maytin (14 años).

Las mafias de apostadores se concentran en Europa del Este, principalmente. Desde ahí contactan a jugadores y las peticiones de amaño pueden ir desde una cantidad de dobles faltas, perder un juego, un set o hasta el partido. En algunos casos, los inusuales movimientos en ciertos juegos alertan a las agencias que están encargadas de monitorear estas operaciones, lo que termina advirtiendo a las autoridades. Así pasó en 2016, en un Futuro en Talca, cuando una agencia polaca detectó flujos sospechosos en partidos de jugadores chilenos y avisó. La forma de pago nunca es “tradicional”, ya que muchos se cuidan de no dejar rastro contable.

Muchos de los jugadores y jugadoras son amenazados. Es el caso de la uzbeca Ksenia Palkina, tenista de 24 años y madre soltera, quien fue suspendida por 16 años y una multa de US$ 100 mil, reducidos a US$ 12.500, por haber aceptado 500 euros para amañar, según reveló L‘Equipe. Luego, la tenista confesó que los timadores le dijeron que sabían dónde vivían su madre y su hija. Esa investigación también salpicó al tenista ruso Aslan Karatsev, cuyo exentrenador, el bielorruso Yahor Yatsek, es sindicado como uno de los líderes de esta oscura red. Sin ir más lejos, trascendió que el jugador está siendo investigado y su exnovia Sofia Dmitrieva también fue apartada de por vida del tenis.

Qué motiva a un apostador a transformarse en un adicto. Para el psicólogo deportivo de la UNAB, Rodrigo Cauas, la explicación tiene varios factores. “Hay que diferenciar al jugador que lo hace para divertirse y lo que lo hacen como compulsión. Los ludópatas tienen una tendencia desarrollada de la compulsión, ya que han pasado de la diversión a no poder gestionar adecuadamente. Además, se produce un mecanismo interesante en que cada vez que un apostador gana, produce mayores niveles de testosterona y genera mayores niveles de dopamina en el cerebro y se siente bien. Eso es lo que le incita a volver a apostar. Es un círculo muy vicioso porque se sigue buscando ese placer, aunque no gane”, plantea.

Con relación al deporte, la situación es mucho más compleja, señala. “Si más encima estoy involucrado en el tema o la injerencia de poder cambiar o hacer algo para que la apuesta sea a mi favor, es un poco parecido a lo que hacen los deportistas con el doping, cuando se busca un mecanismo por fuera para satisfacer la necesidad de ganar. Esto en deportes individuales es más directo, aunque ahora con el tema de las casas de apuestas en el fútbol, también podríamos verlo ahí”, sentencia.

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