Explosivo y una controvertida carrera como futbolista: el perfil del padre de Juncheng Shang, el enemigo de Marcelo Ríos que cortó su carrera como entrenador

Marcelo Ríos, junto a Juncheng Shang (a la izquierda) y su padre (a la derecha).

Shang Yi, a quien el chileno culpa del fin de su relación con el tenista, tuvo un pasado como futbolista en la Segunda División de España, donde pagó para jugar en el Xerez, de acuerdo a los medios de la época.



La ilusionante historia de Juncheng Shang con Marcelo Ríos terminó abruptamente. Fue el mismo exnúmero uno del mundo el que contó en El Deportivo cómo se dio su sorpresivo despido y cuáles fueron las explicaciones que recibió para finalizar una relación de dos meses, con el saldo de un título y una final, 10 victorias y solo dos derrotas, y un salto desde el puesto 362 al 195, marcas que no se veían desde el paso de Carlos Alcaraz por el circuito challenger.

“A mí no me dieron ninguna razón por la que terminamos. No me dijeron ‘no te gusta cómo te vestís’. Ni una hueá. Esto lo supe por mi agente, que me dice ‘malas noticias, no vas a seguir con Jerry’. Dije ‘ah, perfecto’. Y justo venía en el avión de Atlanta a Sarasota. Me bajé y pillé de sorpresa a Jerry y sus papás y les pregunté ‘¿así que terminamos?’. No se esperaban que yo supiera, pensaban decírmelo a través del agente. Y el papá me dice ‘sí’. Le respondí ‘la raja, todo perfecto, pero me encantaría saber la razón por la que terminamos’. Entonces, el papá se pone a hablar y no le entiendo ni raja. Después le digo: ‘Jerry, ¿me puedes explicar tú?’. Y él me responde ‘mi papá dice...’, relató.

Y justamente el nombre que se repite en la conversación es el de Shang Yi, de 43 años, el excéntrico progenitor del tenista asiático, con quien Ríos tuvo una serie de encontrones. “Yo creo que esta fue una decisión del papá. No fue decisión de Jerry. Aparte la mamá y el papá se agarran todo el día y eso le hace mal al pendejo”, describía el chileno sobre la relación con el padre del tenista de 17 años.

Pago por jugar

El asiático fue un exfutbolista, de una carrera corta, pero resonante, ya que se convirtió en el primer chino en jugar en el fútbol español, cuando firmó en el Xerez de la Segunda División hispana, por la segunda mitad de la temporada 2003-2004. Su fichaje generó curiosidad y también controversia por la manera en que llegó a esa liga. “Su contribución al fútbol español va más allá. El delantero es también uno de los pocos profesionales, si no el único, que han pagado por jugar en España”, señalaba el diario El País acerca de su arribo.

La misma publicación destaca la fórmula, con patrocinio del gobierno chino. El futbolista llegó gratis al cuadro andaluz y con 60.000 euros de parte de un patrocinador personal, que nunca fue revelado. “En estos casos, suelen ser las propias autoridades deportivas chinas -aunque por estética y hasta legalidad se pueda vestir como empresas- las que pagan estos gastos de aprendizaje de sus deportistas. La rentabilidad está en el trabajo futuro de éstos para los equipos nacionales y, si el deportista triunfa, el dinero sería reembolsado a las autoridades deportivas a cargo de los futuros contratos del profesional”, explicaba el matutino.

Este misterioso auspiciador también pagó los gastos de You Wen, el traductor que acompañó al futbolista en ese periplo. También el gobierno chino se encargó de enviarlo en su etapa formativa a Brasil, país en el que estuvo cuatro años perfeccionando su técnica y donde aprendió un correcto portugués. A los 18 años, volvió a Pekín para jugar en el Beijing Gouan y hasta se dio el lujo de enfrentar al Sevilla y al Real Madrid, en una serie de amistosos.

Incluso, se dijo que parte de los 60 mil euros fueron a dar al pago del cuerpo técnico y de sus colaboradores, justo en un clima de tensión en el que el plantel llevaba tres meses sin cobrar. “El jugador es bueno técnicamente y lo que le falta de táctica lo aprenderá”, decía el entrenador Esteban Vigo, para explicar la contratación del desconocido jugador chino.

Su debut se produjo con un mes de retraso porque el Xerez no había abonado a la federación los 18 mil euros para inscribir a un jugador extracomunitario. Finalmente jugó ocho partidos y anotó un tanto, justo frente al Cádiz, el clásico rival. Los aficionados lo recuerdan como un jugador voluntarioso, que se ganó el cariño de la hinchada por ese gol. También fue seleccionado de su país, disputando solo dos encuentros.

Después volvió a su club de origen y una serie de lesiones en la rodilla lo obligaron a colgar los botines, a los 29 años. Luego, se desempeñó como comentarista. En 2003 se casó con Wu Na, excampeona mundial de tenis de mesa en la modalidad de dobles mixtos y cinco años mayor que él, con quien tuvieron a Juncheng. En 2005 nació Juncheng Shang.

El matrimonio se trasladó a Florida hace seis años para que su hijo pudiese cumplir su sueño de ser tenista. “Mi madre jugaba al tenis de mesa, que es similar al tenis, ella me ha enseñado también a cómo estar en la cancha y a lidiar con los nervios. Mi papa fue jugador de fútbol, así que podemos decir que tengo los genes deportivos por parte de los dos. Mis padres son mis mayores apoyos, tengo mucha suerte de tener esta familia”, recordaba Jerry, en una entrevista con la ITF.

Los roces

En el ambiente en que Ríos se desempeñó chocó con obstáculos culturales y también con una excesiva sobreprotección, la que según su parecer fue una de las causas del fin de su vínculo: “No creo que vuelva. Los papás metidos dentro de la cancha son de terror. Le hacen todo, no hace nada, opina. Y lo peor es que habla en chino y no le entiendo ni raja. De repente lo putea, porque se entiende cuando están a los gritos. Yo le dije al papá ‘no estoy para esta hueá, que te sales de ti. Yo tengo mi nombre igual y no estoy para un espectáculo cada vez que juegue Jerry”.

El último roce con Shang Yi ocurrió la semana pasada, en el Challenger de Cary, cuando el chileno mandó a su pupilo a entrenar saque después de haber ganado un partido que se extendió por más de dos horas. “Jugó pésimo, después del partido le dije que fuéramos a entrenar altiro. ‘¿Qué?’, me dice. ‘Sí, a entrenar’. Lo tuve entrenando una hora y ahí el papá se anduvo molestando porque cómo lo llevaba a entrenar después del partido. Entonces, yo no voy a transar mi manera de entrenar por hacer las cosas mal”, contó el zurdo de Vitacura.

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