El acertijo sobre el futuro del Presidente y sus ministros políticos: ¿Cuál es la salida?

Tuvo que llamar él mismo, infructuosamente -además de sus ministros-, para tratar de alinear votos ayer en la Cámara: solo 25 votaron en contra y 43 a favor o se abstuvieron. El peso de la derrota instaló otra vez la presión sobre el gabinete, partiendo por el ministro Blumel, cuando el equipo político apenas lleva un mes y cinco días. Acá cuatro expertos aventuran qué puede hacer el mandatario: entre ellos advierten debilidad de la figura presidencial y una opción es que ceda poder e instale jefes de cartera más fuertes.


Derrota. La palabra más repetida en el gobierno y en sus filas después de lo acaecido ayer en el Congreso obligó a salir esta mañana a todo el comité político a encararla en los Patios de La Moneda. Sus partidos se propinan todavía más críticas endosándose porciones de la culpa, y se ha vuelto a instalar la duda de cómo el Presidente sale de este callejón y de si basta o no con un cuarto cambio -si es que lo hace- a su equipo de ministros políticos desde el 18 de octubre, con su última versión apenas asumida hace un mes y cinco días.

Pero no solo la cuestión de si esto se salda o no con la eventual salida del ministro del Interior, Gonzalo Blumel, ocupa a los cuatro expertos que desmenuzan esta crisis para La Tercera PM. También la debilitada autoridad del mandatario, que ayer llegó a llamar él mismo a diputados para tratar de convencerlos infructuosamente que no se desmarcaran.

“Me sorprende mucho, estoy perplejo con que en un contexto de pandemia esté pasando esto. Hace un mes fue el último cambio de gabinete, y entonces el Presidente ya había dado una señal a los partidos de buscar equilibrios al fichar a Claudio Alvarado y Cristián Monckeberg. La actitud de Chile Vamos es autodestructiva y el gobierno tiene que buscar la manera de hacerse cargo del desorden de su coalición”, parte advirtiendo el gerente de Asuntos Públicos de Cadem, Roberto Izikson.

Pero ante la cuestión de si este mismo comité político podrá mantenerse íntegro, Daniel Mansuy, académico de la Universidad de los Andes e investigador asociado del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), cree que “no, tiene que haber cambios, porque lo grave de ayer es un desorden generalizado. El gobierno tiene la responsabilidad de conducir y hace meses no lo ha logrado. Si de aquí a dos semanas no ha habido ningún cambio, van a chocar con la misma piedra si este proyecto sigue avanzando”.

¿Blumel? “Es un tragedia lo suyo. Es un hombre muy talentoso, le tengo aprecio, pero está en el lugar equivocado. Que no haya estado ayer en el Congreso me confirma eso. Sus talentos serían mejor aprovechados en un ministerio sectorial, aunque ya es tarde. Donde está no tiene liderazgo interno para conducir una crisis así, y tampoco parece sentirse cómodo con temas de seguridad pública. Es un tema de casting, no personal”, asevera.

El doctor en Filosofía y director del Instituto de Filosofía de la Universidad Diego Portales, Hugo Herrera, hace ver también que “Blumel tiene un problema de base, él es virtuoso, pero es un hijo del Presidente, se crió políticamente a su lado. El ministro del Interior tiene que ser un jefe de gobierno”. Pero además, según Cristián Valvidieso, fundador de Criteria Research, “de alguna manera la crítica contra él también es contra la autoridad presidencial, y Blumel está al medio de eso. Pegarle a él es acrecentar la disputa de fondo contra el Presidente por su forma de gobernar”.

Como nadie está en la cabeza de Piñera, la decisión en este punto sigue siendo un misterio. Pero si cambiara a su jefe de gabinete, su perfil debería ser “el de un primer ministro, alguien poderoso, con una agenda política propia, con calado, y con quien el Presidente tenga que discutir”, apunta Herrera. Solo por enumerar, advierte, piensa en perfiles como “Andrés Allamand o Mario Desbordes”, aunque si se tratara de cualquiera de ambas, reconoce, sería otra fractura en RN. Eso sin siquiera pensar en que los equilibrios políticos en La Moneda obliguen a mover el resto de las piezas.

Izikson apunta que “es difícil pensar en algún nombre dado el contexto; no sé si lo hay. Pero se necesita alguien con trayectoria, redes con el Parlamento, mucha muñeca y liderazgo para generar consensos. Lo que no hay ahora es un gabinete que logre eso”. Mansuy es de la idea que Piñera “ceda, entregue poder, y eso implica nombrar nuevos ministros empoderados, con autonomía”.

Pero eso tiene un problema, según Valdivieso. “Elegir alguien más duro, por así decirlo, tiene lógica, pero la historia dice otra cosa. Cuando tuvo un gabinete de peso, con Andrés Chadwick a la cabeza, nadie le paró los carros al Presidente: igual se fue a China con sus hijos”, dice. Pero un nombre que ordene con fuerza al sector abre otro peligro: “El atrincheramiento político del gabinete trae el riesgo de la polarización social”.

Más allá de otro cambio, Hugo Herrera sostiene otra cosa: que la cuestión pasa “por la actitud del Presidente. Se trata de si el Presidente va a dejar de sacarse fotos en Plaza Italia o ir a comprar vino, y si va a comenzar a conducir el proceso político, tomar conciencia de la importancia de su rol. El problema es la Presidencia de la República”.

Y para ilustrar su punto grafica: “Si tenemos un Presidente que está dedicado a pirquinear votos, llamar por teléfono, dedicarse al detalle y sacar medidas pro clase media como si fueran parte de una negociación política barata con su propio sector, ¿qué le queda a un ministro, más que decirle que le pone el cargo a disposición?”.

“No le veo mucha salida, es un diseño que fracasó, que hizo agua por todos lados”, cierra Mansuy, aunque hay, dice, una lección del pasado: “Guardando las proporciones, en su primer gobierno Michelle Bachelet le entregó poder a Edmundo Pérez Yoma en un momento dado. No se querían tal vez personalmente y hasta quizás no se llevaban bien, pero Pérez Yoma le ordenó el gobierno en un momento crítico”.

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