Michael Clark, cómo piensa la cabeza de una U en peligro

Foto: Universidad de Chile

Reacio a las apariciones públicas, muy observador y lejos de los abrazos y sentimentalismos de Carlos Heller. El presidente de Azul Azul delega trabajo y después pide explicaciones. Se inspira en los modelos del Milan y el City, pero ahora la principal preocupación es salvar la categoría.


“¿Qué tan viable es este negocio?”, fue la primera pregunta que realizó Michael Clark, por ese entonces uno de los pocos interesados en adquirir el paquete accionario de Azul Azul del cual Carlos Heller buscaba desprenderse. “Totalmente viable, pero se debe administrar de buena forma”, respondió Cristián Aubert, en su cargo de director de la U. Aubert, quien retornó al club en marzo de 2020, con la misión de realizar la transición administrativa, comenzaba a gestar así la venta del club.

La conversación entre los dos hombres que hoy lideran el proyecto de Universidad de Chile se produjo en marzo de 2020. Fue un diálogo corto, sin mucho detalle. Clark solo quería escuchar de boca del propio Aubert su visión del futuro laico. Más allá de la respuesta del director, el hoy presidente de la U ya tenía en su cabeza toda la radiografía de la SA deportiva. El ingeniero comercial de la Universidad Católica había estudiado durante meses las memorias y los estados financieros de un club que siempre siguió de cerca. Había hecho, a través de la información pública de la sociedad anónima, un análisis preliminar histórico bien detallado. Por ejemplo, tenía registrado que entre 2014 y 2020, la concesionaria presentó pérdidas por cerca de $ 21.000 millones.

Michael Clark Varela, 44 años, casado, tres hijos, comenzó a pavimentar su llegada a Universidad de Chile desde mucho antes que asumiera como director o presidente de la U. Fueron casi 12 meses previos que estuvieron marcados por reuniones, análisis y discusiones. Negociaciones que lo llevaron a dialogar directamente con Carlos Heller para cerrar el negocio. Y con quien siguió conversando al momento del primer portazo para ejecutar la venta. Finalmente, en abril de 2021, la operación se realizó a cambio de US$ 15,5 millones. Clark fue reconocido como el cerebro de ésta.

Su conocimiento del negocio del fútbol se arrastra desde la época en que trabajó en Penta, en 2011. Con apenas 33 años, veía como Azul Azul generaba flujos envidiables. Carlos Délano, uno de los dueños del banco, destacaba por esa época en la directiva del equipo que se consolidaba en la Sudamericana. Desde ese momento, Mike, como le dicen sus amigos, se prometió que alguna vez llegaría al equipo de sus amores. BBVA y Empyrean Capital Partners son parte de su CV ejecutivo con más de 20 años de experiencia, tanto en Chile como Estados Unidos. Hoy es director ejecutivo y socio fundador de Redwood Capital, la firma de asesoría financiera que también trabajó en la operación desde sus inicios. Desde esa dualidad de funciones, fue quien llevó la idea desde Redwood a Sartor.

Sus alegrías viendo a la U, según cuentan sus más cercanos, son una de sus cartas de presentación. Son parte de sus conversaciones de asados. No olvida la victoria sobre Colo Colo en 1992, con dos goles de Eduardo Cofré. El penal fallado por Claudio Borghi, en la que después intentó batir a Sergio Vargas con una rabona, los tiene grabado en su mente.

Quienes conocen a Michael Clark Varela lo definen como un hombre un poco distante, algo frío. Observador, a tal punto que muchas veces incomoda porque da la impresión de que siempre está evaluando a su interlocutor. Una persona que cuida el dinero, que no despilfarra nada. Su estilo es totalmente opuesto a los últimos presidentes azules, reconocen desde el club. No es de andar dando abrazos como Carlos Heller y ofrecer contratos millonarios. Tampoco de palmotear la espalda de los futbolistas y luego tomar decisiones como quitarles el champú, como hizo José Luis Navarrete, ejemplifican. Es de hablar lo justo y necesario. Observar y ejecutar, sin invadir el espacio de cada uno.

Foto: Universidad de Chile.

Su arribo a la presidencia se produjo hace casi 51 días. El 30 de septiembre, la institución lo oficializaba como la cabeza del club. Cristián Aubert, quien asumía como director ejecutivo, le daba el paso al Ingeniero Comercial. Aubert, cansado de la exposición, que incluyó rayados en su contra en el portón, por el mal rendimiento del club, ya venía hace semanas queriendo tener un rol más ejecutivo. Además, esas mismas labores le impedían dedicarse a la presidencia.

El ascenso de Clark se venía trabajando hace meses. En la propuesta al directorio para ratificar su posición no hubo derecho a discusión. Su nombre venía respaldado por la mayoría de la mesa, entre ellos Tamara Agnic, Tomás Guiloff , Miguel León y el propio Aubert. “No fue una pachotada ni lo pusieron a la fuerza. Fue todo muy conversado”, dice uno de los miembros del directorio estudiantil.

Clark, poco a poco, se ha ido ganando el respeto de una mesa directiva que él mismo quiso potenciar con dos ex miembros de la casa de estudios. A través de Aubert, su mano derecha, Clark logró que Roberto Nahum y Miguel Berr, dos profesionales identificados con la Universidad de Chile, se sumaran a la concesionaria. “Es una persona muy agradable, que se ha preocupado de hacernos sentir a todos importantes. Es muy profesional. Escucha nuestras visiones y se trabaja en equipo”, dice Nahum.

Uno de los momentos que marcó un antes y un después con los directores se produjo hace unas semanas. En una reunión de la mesa de mando, el experto en negocios reconoció la sorpresa por la deuda de casi $ 6.500 millones que se desconocía de la administración anterior. Más allá de su molestia natural, no dejó que el hoyo financiero lo derrumbara. “Dijo que había que sacar esto adelante. Que no se lo esperaba, pero que no se podía hacer nada más que trabajar”, dice otro director. Su actitud estuvo lejos de algún berrinche o excusa para lo que venía, asegura la misma fuente.

En sus primeras semanas como director, Clark ya le ponía fuerza a su plan de trabajo. Se dio cuenta del exceso de trabajadores que tenía el club. “Muchos asistentes de asistentes”, comentó a uno de sus cercanos. Frente a tal escenario, recortó desde todas las áreas para intentar cuadrar los números. Su idea de profesionalizar la actividad está por encima de todo. Incluso de los ídolos, como Diego Rivarola, con quien se conversó y se le asignó una carga mayor de trabajo. A históricos como Mariano Puyol, no dudó en despedirlos. En el futuro, Clark no descarta sumar referentes a la institución. Eso sí, cada exfutbolista que se integre tendrá que ser por sus capacidades y con sueldos acordes a lo que se paga en el mercado. Ya no habrá ningún tipo de excepción como se hizo durante el pasado.

Su sello ya se distingue en La Cisterna. Según los que lo conocen, a Clark nunca se le verá entregando premios millonarios a los jugadores. Le desagrada el modelo de los equipos chilenos que centran todas sus decisiones en el presidente. Clark basa su confianza en Aubert, en lo financiero y administrativo, y Roggiero, en lo deportivo. Los deja trabajar tranquilos. El negocio está por sobre cualquier tipo de relación que se pueda generar.

Sus visitas a La Cisterna se han ido incrementando con el pasar de los días. Esta semana, por ejemplo, se hizo presente el martes, el miércoles y ayer. No ha querido instalar una oficina, pues las casi tres horas que dedica las aprovecha de diferentes maneras. Se instala en la oficina de Aubert y baja a conversar con los jugadores cuando empieza o finaliza la práctica. Le gusta respetar los espacios de trabajo de cada uno.

Foto: Universidad de Chile

Durante estos momentos de crisis, el timonel ha intentando, a su manera, acercarse a los jugadores. Ha conversado con todos, de manera individual y grupal. Ha hablado por teléfono con Fernando De Paul, el capitán del equipo, para darle apoyo. Con este último, incluso, intercambia WhatsApp. “Tenemos contacto con Luis (Roggiero) y con el nuevo presidente. Anteriormente, no teníamos mayor comunicación”, graficó De Paul, en conferencia de prensa.

Con la exposición mediática, el nuevo presidente ha debido ceder con el pasar de los días. No le gusta que se le reconozca. Se esconde de las cámaras. Durante las últimas semanas se abrió a aparecer en filmaciones internas del club frente a las críticas que aseguran su poco compromiso con el difícil momento laico.

El rechazo transversal que existe sobre la llegada de un fondo de inversiones a un club deportivo ha sido tema para Clark. Lo ha conversado con sus más cercanos. Siempre pone el ejemplo del Manchester City y el Milan, dos equipos que han destacado durante los últimos años bajo ese modelo de negocios. Este último, junto al Inter de Milán, los pone como ejemplos de equipos que quiere replicar en Chile.

Clark vive sus primeros días de azul. La presidencia, hasta ahora, no la ha podido disfrutar. Ahora toda la preocupación está en salvar la categoría. Después, en 2022, hincar el diente al nuevo proyecto. Según cuentan desde su grupo de trabajo, está seguro de que dentro de un corto plazo volverá a instalar a la U en el lugar que se merece.

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