Niñas de 11 años pidiendo liposucción: alertan explosiva alza de cirugías plásticas en jóvenes por uso de redes sociales en pandemia

Foto: Joevy Lee (unsplash)

Luego de la pandemia, muchos adolescentes buscaron acercarse a la imagen distorsionada por los filtros de redes sociales. Expertos analizan cómo esta dismorfia provocó que cada vez más jóvenes busquen cambiar rasgos de su cuerpo.


Ojos rasgados, narices finas, pómulos elevados o labios gruesos. Los filtros de belleza utilizados en aplicaciones como Instagram, Tik Tok o Snapchat han creado una demanda cada vez mayor entre los más jóvenes por parecerse a lo que ven en pantalla. Según reconocen especialistas en cirugía estética y salud mental, esa moda afecta la manera con la que los usuarios, particularmente los adolescentes, se ven a sí mismos, agudizando sus inseguridades.

El principal factor a considerar que intensificó esta tendencia: la pandemia. El encierro mantuvo a las personas más pendientes de sus pantallas, de las imágenes que transmitían en sus redes sociales y de la apreciación que tenían sus pares a través de las reacciones y comentarios dados en una publicación. ¿De qué forma alteró este fenómenos la percepción de los jóvenes y qué consecuencias ha traído esto hasta ahora?

“Aquí ocurrieron dos cosas. Por un lado empezamos a diagnosticar más cirugías. Los niños, niñas y adolescentes que perdieron la etapa de familiarización por la pandemia empezaron fijarse en estos ‘falsos ídolos’ a cánones que como adultos lo podemos considerar como errados, donde tienes que ser bonito, muy influenciado por las redes sociales”, expresa el Dr. Esteban Torres, médico perteneciente a la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica.

Según detalla el especialista, lo primero que aumentó debido a la pandemia fueron los procedimientos dermoestéticos, es decir, métodos para tratar expresiones con toxina botulínica u otros componentes. “Lo otro que aumentó muchísimo fueron las cirugías de entorno corporal, como liposucción, abdominoplastia, ginecomastia y la extracción de las bolas de Bichat”, agrega Torres. Estas últimas son bolas de grasa encapsuladas a la altura de las mejillas.

Asimismo, y luego de la pandemia, el especialista detalla que hubo un boom de cirugía plástica. “Empezaron a llegar muchos adolescentes y preadolescentes, de 11 a 15 años, que venían a operarse la nariz, a hacerse liposucción. Cuando los miras te das cuenta que no tienes la misma apreciación de lo que los demás vemos en su cuerpo”, expresa el médico.

¿Por qué se produce este fenómeno? Según la psicóloga, Carolina Baar, “muchos adolescentes buscan asemejarse a los filtros de redes sociales, lo que puede tener que ver con una baja autoestima, que se refleja en querer parecer alguien que no son. Junto con eso, tratan de pertenecer a un grupo y ser parte de él más allá de ellos mismos, por parecerse e identificarse con apariencias, acciones y sentimientos de sus pares o del grupo donde están insertos”.

Esta tendencia, que fue estudiada en Estados Unidos a principios de 2018, fue descrita como trastorno dismórfico corporal, o “dismorfia de Snapchat”. En otras palabras, se refiere a la frustración por no alcanzar la imagen idealizada de uno mismo que proyecta el filtro de la plataforma y obsesionarse con querer alcanzarla. En Estados Unidos, un 55% de los cirujanos plásticos han informado sobre un aumento de pacientes que acuden a su consulta porque quieren parecerse más al reflejo de sus filtros. Dentro de esa lógica, las cirugías estéticas más demandadas son aquellas relacionadas con la corrección de la asimetría facial, la caída de los párpados y el aspecto de la nariz.

“Todos los pacientes que tienen trastornos de alimentación y alteración de la imagen corporal sueñan con la cirugía plástica. De nariz, muslo, abdomen, etcétera. La fantasía de realizarse cirugía plástica se triplicó prácticamente con todos los trastornos de apreciación corporal que se dieron durante la pandemia”, remarca la psicóloga María Elena Gumucio, especialista de la Unidad de Trastornos de Alimentación de la Red de Salud UC. Según agrega, la alternativa de pasar por el quirófano para realizar una cirugía estética está pensada como una salida “rápida y fácil por ellos”.

Según profundiza, esto tiene que ver con que la persona percibe negativamente su cuerpo, “menos flacas o más gordas de lo que están. Con que los adolescentes hayan estado tanto tiempo encerrados por la pandemia, sin el contacto de los pares y sin tener acceso a las variables para que los adolescentes puedan armar su identidad, se produjo naturalmente un efecto muy negativo de aumento de los niveles de angustia y un aumento obsesivo del uso de las redes sociales y de la imagen corporal”.

Con las redes sociales como una de las pocas vías de visibilidad con los pares, “los adolescentes empezaron a ser obsesivos con el cuerpo, con personas sumamente adictas al deporte, donde llegaron a exhibir sus músculos o abdominales en redes sociales, usando muchas veces filtros para resaltar esto”, manifiesta Gumucio. Asimismo, la especialista remarca que “el cuerpo, a través de las RRSS, es una manera de poder interactuar socialmente y sentir pertenencia.”

Por otro lado, también hubo personas que se angustiaron y aumentaron su ingesta de alimentos, lo que se tradujo en un alza del peso. “Eso generó que al momento de salir, muchas personas no se atrevían por el temor a que los vieran como son en la realidad. Todo porque usaban muchos filtros y porque pensaban que las personas los iban a ver cómo eran a través de las redes”, declara Gumucio.

De vuelta a ser real

Según confiesa el Dr. Torres, luego de la pandemia se han triplicado los casos de quienes consultan por cirugías estéticas y pueden tener señales de dismorfia, sobre todo a la hora de salir y volver a encontrarse con quienes frecuentaron por casi dos años a través de una pantalla. “Es importantísimo que los papás estén siempre atentos. Cuando un niño o niña les diga que quiere ir a un cirujano plástico porque hay algo que les molesta, primero tienen que aplicar cordura. Deben saber primero si el menor tiene la razón al respecto, y si no la tiene es recomendable visitar un psicólogo porque estamos frente a un problema que se debe resolver”, añade.

El cirujano plástico es el único médico especialista que puede negarse a realizar una intervención, siempre y cuando se trate de algo estético y no reconstructivo. “Lo que hacemos ahora es que le explicamos tanto al adulto como al adolescente que lo que buscan es una distorsión de la realidad. Debemos explicar que da la impresión de que su consulta está gatillada por factores psicológicos, y con ese discurso se trata de que lo vea un especialista en salud mental.

Para Gumucio, es importante destacarle al cuidador de una adolescente que “aunque el joven se opere, no va a cambiar los niveles de angustia basal asociados a la dismorfia. Van a sustituir síntomas, estarán contentos por un rato pero eso cambia porque la dismorfia tiene unas raíces mucho más profundas”. Esto, según complementa, se trabaja “con una aceptación del propio cuerpo, que tiene que ver con la integración de la identidad, con ver cómo un adolescente vive su vida de una manera más integrada en su desarrollo como persona, aprendiendo a descubrir cuáles son sus deseos e intereses. Es un trabajo mucho más profundo”, asevera la psicóloga.

El exceso de filtros e imágenes distorsionadas a través de redes sociales ha logrado desarrollar nuevas incursiones para compartir momentos a través de dispositivos móviles. A mediados de este año ha generado gran revuelo la plataforma francesa BeReal, que precísamente promueve lo contrario a las redes sociales convencionales: subir fotografías sin filtro y con la mayor naturalidad posible. “Todo lo que apunte a darle valor a lo real, a los genuino, a los vínculos de la experiencia, es muy positivo”, concluye Gumucio. Según su apreciación, “es a donde tenemos que ir, a quitarle el valor al cuerpo como fuente de autoestima, y promover la posibilidad de vincularnos de manera genuina, diferenciada, sana, de compartir momentos”.

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