Marcela Cubillos: facha y cuica

La Ministra Marcela Cubillos participa de la Comision de Educacion del Senado. 10/10/2018
Raul Zamora/Aton Chile

Hoy no se vota una acusación con fundamentos, sino que se está juzgando a alguien por su origen y se le discrimina por las convicciones que defiende y las oportunidades que tuvo. ¿Es un pecado ser de derecha y haber tenido las oportunidades que ella tuvo?


Parafraseando a la senadora Yasna Provoste, que al ser destituida como ministra de Educación dijo que muchos no la querían porque era chica, negra e india, uno podría decir que a Marcela Cubillos no la quieren por ser facha y cuica. Es la única forma de explicarse el hecho de que hoy estemos ad portas de su destitución, basada en una acusación sin fundamentos y tan pobre como la que se vota hoy en la Cámara de Diputados.

Marcela Cubillos Sigall estudió en el colegio La Maisonnette, fue puntaje nacional en la Prueba de Aptitud Académica y se tituló como abogada en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Hija de un ex ministro de Relaciones Exteriores; nieta de un ex comandante en Jefe de la Armada y embajador en Brasil; esposa de uno de los senadores más influyentes y de larga trayectoria en el país. Cubillos pertenece y representa, como pocos, a la elite política que maneja las redes de poder en Chile. Para colmo de sus detractores, con apenas 21 años participó de la franja del Sí y se hizo militante de la Unión Demócrata Independiente, para luego convertirse en diputada y hoy flamante ministra del gobierno de Sebastián Piñera.

De cierta forma, para muchos en la izquierda, Cubillos representa lo peor de la derecha. Rechazan su pasado pinochetista, resienten su cuna de oro y detestan su formación gremialista. Encuentran incomprensible que esté a cargo de la educación pública y que, más encima, tenga el descaro de criticarlos, sacarlos al pizarrón y enfrentarlos con decisión y carácter en materia educacional. En definitiva, Cubillos se ha convertido en el símbolo del desprecio que la izquierda siente por aquellos servidores públicos de derecha, honestos y comprometidos, que decidieron renunciar a sus posiciones cómodas para servir a los chilenos de manera desinteresada.

Ese es el trasfondo de lo que se juega hoy en la Cámara de Diputados. Hoy no se vota una acusación con fundamentos, sino que se está juzgando a alguien por su origen y se le discrimina por las convicciones que defiende y las oportunidades que tuvo. ¿Es un pecado ser de derecha y haber tenido las oportunidades que ella tuvo?

Hace 11 años, Yasna Provoste Campillay no fue acusada ni juzgada por ser chica, negra ni india como ella afirma. Esa fue una fallida estrategia comunicacional de victimización, al igual que su cinematográfica entrada a un convento después de ser suspendida por la Cámara de Diputados. No, Provoste fue acusada y destituida por graves infracciones a la ley, por no cumplir su deber como ministra y por la falta de diligencia en resolver los desórdenes administrativos que existían en su gestión. Eso es lo que quedó en evidencia luego de los informes de Contraloría, de pruebas como las actas de traspaso y los informes de auditoría existentes que demostraban inequívocamente el conocimiento y la responsabilidad de la ministra en los graves hechos denunciados en esa época.

En contraste, la acusación a Cubillos es una mala copia del texto y del proceso que destituyó a Provoste. Argumentos forzados, mensajes de redes sociales como evidencia y falencias en la interpretación normativa que harían tambalear el escrito en cualquier instancia judicial. Por si fuera poco, no existen informes de Contraloría ni exposiciones del Contralor que avalaran ninguno de los argumentos esgrimidos en la denuncia. En síntesis, una canallada disfrazada de aberración jurídica, que busca darle legitimidad a la venganza como método de acción política en nuestro sistema democrático.

Venganza de aquellos que les irrita que una mujer educada en un colegio privado, esté dispuesta a sacrificarse por mejorar la educación en los liceos públicos de Chile. Venganza de aquellos que les incomoda que alguien de derecha sea intransigente a la hora de luchar por sus convicciones y se resista a implementar malos proyectos para Chile. Venganza, en definitiva, de aquellos que desprecian a las mujeres de derecha que alguna vez fueron rostros del fin de la dictadura y que hoy representan, luego de años de esforzado trabajo y preparación, el futuro de la derecha en Chile.

Espero que prime la sensatez por sobre la pasión, y la moderación por sobre los extremos. Espero también que aquellos que están pensando su voto, opten por la coherencia de rechazar una acusación injusta y no por la conveniencia de aprobar esta infamia política.

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