La historia de Constantin, el bebé rumano de cuatro meses que fue separado de su padre en la frontera de EE.UU.

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Los niños inmigrantes son alojados en tiendas de campaña junto a la frontera con México en Tornillo, Texas, el lunes.

Este caso sería el del menor más pequeño en ser apartado de su familia por la patrulla fronteriza. El lactante se reunió con sus padres en Bucarest seis meses después.


En 2018, el matrimonio rumano de Vasile y Florentina Mutu decidió viajar a México para poder pedir asilo a Estados Unidos. La pareja comenzó su viaje junto a dos de sus cinco hijos, Nicolas (4 años) y el pequeño Constantin, de cuatro meses.

Según detalla The New York Times, durante su viaje se perdieron y solo el padre junto al lactante lograron cruzar la frontera, donde fueron detenidos, quedaron bajo custodia del Departamento de Vivienda y Servicios Sociales y más tarde fueron separados. 

Los Mutu vivían en Rumania. Ahí tenían un campo donde se las ingeniaban para obtener alimentos y ropa. Hasta que juntaron un poco de dinero y le pagaron a unas personas que les ofrecieron hacerlos entrar a Estados Unidos desde México. El matrimonio armó sus  maletas y tomó un vuelo rumbo a Ciudad de México, y de ahí comenzaron varios viajes en bus hasta que se perdieron y separaron. 

Intentando tomar contacto con su esposa, Vasile llegó hasta la frontera con EE.UU. y pidió un teléfono para poder llamarla, pero fue aprehendido por agentes de la patrulla fronteriza, quienes lo esposaron de pies y manos a una silla, tomaron al bebé y lo dejaron sobre una silla, y luego lo trasladaron hasta una casa de acogida en Michigan.

Mientras tanto, Florentina volvió a Rumanía, con ayuda de su familia, a la espera de obtener noticias sobre el paradero de su esposo y Constantine.

Durante dos meses, Mutu permaneció en un celda sin entender la situación, ya que no hablaba inglés ni español, y evitaba comer, dormir y solo lloraba. La situación se extendió hasta que un agente migratorio le ofreció renunciar a su solicitud de asilo y con ello -según entendió Vasile- sería deportado a Rumanía junto al menor. Sin embargo, una vez liberado y arriba de un avión, no recibió a su hijo.

Ahí comenzó una batalla legal para que el lactante fuera devuelto a sus padres, y tras cuatro meses de audiencias y juicios, el bebé regresó con su familia a Europa.

El reencuentro no fue fácil para el lactante y su familia en Bucarest. El menor no reconocía a sus padres y durante todo el trayecto del aeropuerto hasta su casa lloró y pataleó. Además se negaba a comer y quedarse dormido.

La situación se volvió tan compleja que Florentina decidió contactarse nuevamente con la madre sustituta para que hablaran sobre cómo le gustaba dormir y comer. 

Pero a pesar de su experiencia, los Mutu todavía sueñan con emigar a Estados Unidos, e incluso ya planifican entrar al país desde Canadá.

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