El misterioso “voto especial” de Nebraska que puede terminar siendo clave en la elección presidencial de Estados Unidos

Votantes haciendo la fila en Omaha, la principal ciudad de Nebraska. Foto: Ahmed Morsi/AP

Hay dos estados que reparten sus electores de una manera que difiere de la fórmula de que "el ganador se lleva todo". Y existe un escenario en el que uno de ellos marcaría la diferencia para llegar a la Casa Blanca.


Es uno de los detalles que se comenta cada cuatro años cada vez que nos enfrentamos a una elección presidencial de Estados Unidos: el país no usa un sistema de votación directa, sino una fórmula de electores que representan a cada uno de los 50 estados. Y la inmensa mayoría lo hace con la misma fórmula: el ganador, sea por un voto o por el 99% de los sufragios, se lleva todos los electores.

Sin embargo, la regla tiene dos excepciones. Esto porque los estados tienen potestad para decidir cómo designan a sus electores. Y tanto Maine, en el extremo norte de la costa atlántica, como Montana, en el corazón del continente, optaron por un modelo donde asignan electores no sólo por el triunfo a nivel estatal, sino también al que gane los distritos parlamentarios en que se subdividen.

En ambos casos la fórmula es la misma: quien se lleva un distrito, se queda con un delegado. Y en un momento en que los cambios demográficos han incentivado las diferencias entre los patrones de voto de las zonas urbanas y rurales, esto ha abierto oportunidades para que las campañas realicen estrategias específicas para tratar de quedarse con esos electores solitarios.

Las fórmulas han dado resultado. Por ejemplo, Barack Obama se quedó en 2008 con el elector del distrito que incluye a la ciudad de Omaha en Nebraska, pese a que perdió el resto del estado. Y en 2016, Donald Trump obtuvo un delegado en Maine, que -según los primeros cálculos- mantendría en 2020.

Sin embargo, durante la larga noche de resultados, el elector de la zona de Omaha -el distrito 2 de Nebraska- tomó una relevancia especial.

Esto porque hay un camino donde este delegado se convierte en la diferencia para llegar a la Casa Blanca de forma inmediata o que exista el escenario inédito de un empate electoral, lo que obligaría al Congreso a decidir.

¿Qué ocurre? Si consideramos que se mantienen las votaciones de la elección de 2016, pero que Joe Biden logra sumar a su cuenta los estados de Arizona (11 electores), Wisconsin (10) y Michigan (16), esto le daría 269 electores, en empate exacto con Trump.

Sin embargo, el “elector solitario” del segundo distrito de Nebraska, el mismo que ganó Obama, podría romper esa paridad. En 2016, ese elector fue para Trump, pero de acuerdo a las primeras cifras de la noche electoral, el candidato demócrata aparecía como favorito.

De ocurrir ese escenario inusual, Biden llegaría a 270 y Trump a 268 delegados. Lo más probable es que la resolución sea más clara e involucre otra combinación de estados, pero si llega a ocurrir, la particular fórmula de Nebraska habrá contribuido de manera decisiva a la resolución de unos comicios históricos.

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