Estados Unidos baraja que los últimos objetos derribados tengan fines comerciales o científicos

El globo espía chino que fue derrocado el 4 de febrero. Foto: Reuters.

“Es algo que la comunidad de inteligencia está investigando”, afirmó la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, subrayando la importancia de conseguir los restos de los objetos para analizarlos.


El Gobierno de Estados Unidos está barajando la posibilidad de que los últimos tres objetos derribados sobre su espacio aéreo pertenezcan al ámbito comercial o científico, dejando la hipótesis de su procedencia china en un segundo plano.

La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, ha detallado a la prensa que los servicios de Inteligencia están considerando como explicación que los objetos identificados en el espacio aéreo estadounidense estén vinculados a entidades comerciales o de investigación, y que sean de naturaleza benigna.

“Es algo que la comunidad de inteligencia está investigando”, ha afirmado Jean-Pierre, subrayando la importancia de conseguir los restos de los objetos para analizarlos --una actividad difícil en los últimos días, ya que algunos de los objetos habrían caído en zonas de difícil acceso, según la portavoz--.

Anteriormente, el portavoz de seguridad nacional de la Presidencia estadounidense, John Kirby, ha desvinculado en un principio a Pekín de los últimos tres objetivos, a falta eso sí de analizar los restos de los artefactos. “No se puede decir de manera definitiva”, ha aclarado, reiterando la importancia de hallar los restos.

De estas pesquisas depende determinar el origen de los objetos y su cometido, ya que Washington sí que identificó como chino un primer globo derribado sobre el océano Atlántico tras cruzarse todo el continente. Pekín confirmó que era suyo, pero alegó que sólo tenía fines científicos y no de espionaje.

El Gobierno de China, en cambio, ha devuelto las acusaciones y ha asegurado que globos de Estados Unidos han violado en más de una decena de ocasiones en el último año el espacio aéreo del gigante asiático, un extremo que las autoridades norteamericanas han negado de plano.

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