Ali, Jordan y Bolt estuvieron en el ascenso de Barnechea

Hugo Vilches armó y recuperó a futbolistas desechados, construyó una familia la que se potenció con filosofía y motivación. Los secretos de un club único.




El reloj marca las 18.15 del miércoles y las luces se apagan en el camarín de Barnechea. En esos momentos comienza la proyección de un último video que es seguido con un silencio emotivo, el que a medida se acerca al final va despertando gritos espontáneos entre un plantel que termina con arengas y repitiendo las palabras que día a día les inculcó Hugo Vilches: "¡Nosotros nos tenemos que querer, en el fútbol eso no pasa. A dejarlo todo por el grupo!".

Y el equipo saltó a la cancha de San Carlos y tras 90 minutos de angustia, en la tanda de los penales, logran hacer historia al ingresar a Primera División, apoyados en la inspiración de ese último video, donde Muhammad Ali, Michael Jordan y Usain Bolt aparecen en distintos momentos de sus exitosas carreras, motivando, pero preparando al grupo, tanto para el éxito como para la derrota. Y la película de Vilches no es antojadiza ni tampoco escogida al azar ni preparada en un último momento. Su trabajo con Jorge Sampaoli en la U lo aplica, pero con un sello propio.  "A medida que fuimos avanzando en el campeonato, incorporamos distintos mecanismos motivacionales. Por ejemplo, en la semifinal contra Santiago Morning, vimos los videos de las remontadas históricas de la U, el increíble final de Liverpool-Milan en una Champions y finales del mundo que se definieron en el último minuto. Ese espíritu acompañó a este grupo de jugadores, el que vio como Ali, Jordan y Bolt cumplían sus increíbles hazañas no sin antes haber sufrido derrotas (como le pasó a Barnechea en sus dos frustrados ascenos anteriores)", cuenta Vilches.

Sin embargo, el exitoso proyecto  se forjó en un principio intransable, que su DT impregnó al grupo. "El principio fundamental son los valores, generar vínculos, lazos entre los jugadores y se logró. No se exige, se convence y con ese precepto arrancamos este proyecto, buscando a los hombres adecuados, sin pensar en que ellos debían ser los jugadores más caros, escogemos buenos seres humanos", añade Vilches. Tanto así, que sus muchachos, al momento de celebrar, pregonaron el mensaje, pues en un incómodo bus que los trasladó por la comuna, tras el logro, no les impide saludar a todo un "pueblo de trabajo" que se volcó a las calles a altas horas de la madrugada. "Somos todos uno", añadió el gestor del sueño.

Justamente, Barnechea se armó  con una planilla bajísima y con varios jugadores desechados por otros clubes, o que estaban a la deriva, y con otros que Vilches conocía de la U (Riveros, Leiva, Santander y Vergara). Javier Bustos, Yashir Pinto y Bibencio Servín, entre otros, fueron regalados y recuperados por el cuerpo técnico. Y se le agregó corazón y cabeza, como dicen, al recordar el camino recorrido, sumando a Cristián Reynero y Jorge Manduca. "Sumamos un líder natural (por Reynero). Arturo Salah me lo recomendó", dice Vilches, mientras el arquero y capitán era el técnico en cancha, ese que ponía la calma, el orden y el respeto que se generó entorno al cuerpo de entrenadores.

Y la familia, como se llaman, pasó por más de una penuria, pero se refugió en principios que el club potencia en la comunidad. "Aplicamos un manual valórico de temas, el que entregamos mensualmente en un diario comunal. Nos declaramos racionalistas, tratamos de minimizar las emociones en los momentos claves. 'Mente azul, corazón amarillo', ese es nuestro lema", cierra Alberto Herrera, gerente de un club que ya es histórico.

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