El año en 50 palabras: R - S - T

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R

Referéndum

Sí o no

Por Patricio Tapia

Frente al espectáculo majestuoso de los votantes ejerciendo la soberanía popular, frente a esa fiesta de la civilidad del pueblo haciendo realidad la democracia directa, participando efectivamente en el poder con un "sí" o un "no", no queda más que el silencio sobrecogido.

Sin embargo, varias consultas populares este año han supuesto serios cuestionamientos al mecanismo de democracia directa por antonomasia que es el referéndum o plebiscito. Los casos más sonados fueron el triunfo del Brexit en Reino Unido y el 'No' a la firma del tratado de paz entre Colombia y las FARC. Pero hubo otros: los húngaros se opusieron a aceptar su cuota de refugiados y los tailandeses aprobaron una nueva Constitución que consolida el poder de la junta militar golpista que los gobierna.

¿Acaso que es cierta esa afirmación que se atribuye a Churchill: "El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio"? Los referéndums, ya sea a iniciativa del gobierno o de la ciudadanía, tienen el problema de que se pueden tomar decisiones con poca información y un voto sobre un tema de importancia resulta siendo sobre la popularidad o impopularidad de un partido o dirigente político; también pueden tener la intención de poner un sello de legitimidad popular en algo ya decidido por los dirigentes, o incluso significar el abuso manipulativo por gobernantes autoritarios. Todo lo cual puede deparar sorpresas y reveses a los convocantes: basta recordar el plebiscito del Sí y el No en 1988 para la continuidad de Pinochet. O que a la hora de sopesar valores, la gente no opte por los supuestamente "buenos": que la paz no sea tan importante frente a la indulgencia con las FARC, que la estabilidad económica sea menos considerada que el prejuicio contra la inmigración. Incluso puede ser la oportunidad de expresión de cuestiones que nada tienen que ver con la decisión concreta, como la desconfianza juvenil ante las instituciones y procesos políticos.

S

Sename

Vergüenza nacional

Por Matías Sánchez Jiménez

Murió de pena. Esa fue la explicación de Marcela Labraña, ex directora del Servicio Nacional de Menores (Sename), tras la muerte de Lisette Villa Poblete (11), el 11 de abril en un hogar de la institución. Según la directora, la menor habría sufrido un paro cardiorrespiratorio después de descompensarse por la pena de no ser visitada por su madre. Hoy, ocho meses después, se comprobó que la niña, tras un ataque de ira, fue puesta en el suelo, boca abajo y con los brazos inmovilizados por dos auxiliares del centro, quienes se sentaron en su espalda, impidiéndole respirar y asfixiándola hasta morir. La muerte de Lisette desencadenó la mayor crisis de la década en el sistema de protección de niños en Chile, revelando el número de fallecidos en los últimos once años, bajo la protección del Sename: 865. Pero las muertes no fueron lo único que se descubrió, también se supo de una red de prostitución que involucraba a los menores, deudas a organismos colaboradores por más de ocho mil millones de pesos y torturas en los centros. La presidenta Michelle Bachelet, tras conocer la situación del organismo, anunció un plan de acción que incluye $ 2.500 millones para mejorar la atención en los centros y comentó que "como sociedad y como Estado les hemos fallado a estos jóvenes y niños más vulnerables".

Stranger Things

La nueva vida de sus protagonistas

Por Marcelo Córdova

Fue la gran sorpresa televisiva de 2016. Una serie que, cuando debutó en julio, no estaba en el radar de nadie y que gracias al boca a boca se volvió imprescindible. Su ambientación en la década de los 80 y sus homenajes a filmes y música de la época como The Goonies ayudaron a que la historia de la misteriosa chica Eleven y sus amigos se volviera en una de las más exitosas de Netflix.

La serie no sólo superó la audiencia de la segunda temporada de Daredevil y la cuarta de House of Cards, sino que este mes consiguió nominaciones a los premios SAG y los Globos de Oro. Así les ha cambiado la vida a algunos de los protagonistas del hit televisivo de 2016:

Millie Bobby Brown (Eleven): Tiene sólo 12 años y ya ha aparecido en el video Find Me de la banda Sigma y en la portada de la revista Interview. La actriz dijo que quiere interpretar a una joven Princesa Leia en algún filme de Star Wars y también anunció visita a Chile en mayo de 2017.

Winona Ryder (Joyce Byers): La actriz estaba prácticamente en el limbo hollywoodense tras protagonizar hits ochenteros como Beetlejuice. Pero debido a Stranger Things volvió a la tapa de la New York Magazine -con el título "Winona por siempre"- y ya prepara su regreso al cine en Beetlejuice 2.

Finn Wolfhard (Mike Wheeler): Interpreta al mejor amigo de Eleven y tras el éxito de la serie también apareció en el video musical "Sleep In The Heat" de la banda punk canadiense PUP. El próximo año estará en el remake de la cinta de horror It, interpretando al personaje Richie Tozier.

T

Tareas

La rebelión de los papás

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Por Tania Opazo

Cuando la abogada Paulina Fernández fue entrevistada en Tendencias en abril a propósito de la campaña "La tarea es sin tareas" que había junto a la sicóloga Vinka Jackson, su grupo de Facebook tenía 1.700 integrantes.

Hoy llegan casi a los 70 mil y a la causa llegó hasta el Congreso, ya que en junio parlamentarios de la Nueva Mayoría ingresaron un proyecto de ley para regular el exceso de tareas escolares, el que en octubre se aprobó y pasó a la Comisión de Educación del Senado. El Mineduc también hizo su parte y envió una circular a 12 mil colegios con recomendaciones, entre las que se destacaba no enviar trabajos los fines de semana.

Mientras que los líderes de la campaña afirman que lo que está en juego es la libertad de las familias para decidir cómo aprovechar el poco tiempo libre que tienen para estar juntos, los críticos de la iniciativa afirman que los profesores y colegios deben la libertad para decidir cómo enseñar. El académico de la Universidad Católica Francisco Gallego, por ejemplo, dijo a Pulso, que una ley "antitareas" sería una pésima regulación y que no ve por qué "gastar tiempo de los legisladores […] siendo que hay otros temas que deberíamos estar discutiendo en educación".

La profesora de la Universidad Alberto Hurtado Alejandra Falabella afirma que en un régimen de jornada escolar completa es conveniente normar, con flexibilidad, el uso de tareas escolares como se hace en otros países, lo que no significa necesariamente legislar. "Se debiera recuperar la propuesta inicial de esta política al incorporar tiempo de libre disposición en el horario escolar para que los alumnos puedan estudiar de forma autónoma, investigar en la biblioteca o estimular trabajos colectivos. Ello, con el fin de formar hábitos de responsabilidad, gestionar el tiempo personal y desarrollar habilidades cognitivas superiores".

Trolls

El debate del odio

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Por Cristóbal Fredes

Hace justo diez años, el premio Persona del Año de revista Time no fue para un político ni un empresario ni un activista. Se lo llevó "You", aludiendo los usuarios de la web y a las millones de personas que de forma anónima generaban contenido en sitios como Wikipedia, YouTube, MySpace y Facebook. "Sí, tú. Tú controlas la era de la información. Bienvenido a tu mundo", se leía.

Una década más tarde, la misma revista llevó a mediados de año en su tapa otro símbolo de usuarios anónimos, pero que representaba precisamente lo contrario: un troll. Adentro, un artículo sobre cómo estaban arruinando la web y convirtiéndola en un vertedero.

Los trolls nacieron con internet, pero fue este el año cuando más se multiplicaron y consiguieron hacerse notar. Jonathan A. Greenblatt, presidente de la Liga Antidifamación (una ONG judía) dijo que este aumento de odio online era preocupante y diferente a todo lo que han visto en la política moderna. "Hace medio siglo, el KKK quemaba cruces. Hoy, los extremistas están quemando Twitter", declaró.

Hay trolls de diversa índole y gravedad, desde los que se dedican a hacer spoilers de películas hasta los que se abocan al hostigamiento de cualquier persona, preferentemente de alguna minoría. Un estudio canadiense sobre ellos encontró que responden a rasgos oscuros de personalidad: son psicopáticos, narcisistas y particularmente sádicos. Pero en el reportaje de la revista Time, una ex trabajadora de Reddit, una red social muy popular en Estados Unidos, que fue amenazada por usuarios por haber contribuido al cierre de un grupo de conversación dedicado a odiar a gente gorda, dice que el troll no es un loser en un sótano comiendo Doritos y que sus acciones pueden venir de gente completamente normal, hombres y mujeres, muchos profesionales.

Hay quienes creen que bastaría con esforzarse en aplicar en la web las mismas leyes que se aplican en la vida real para solucionar los casos más extremos. Otros —con razón— ven en eso una dificultad enorme siendo la red un espacio donde prima el anonimato. Una solución más plausible ha comenzado a sonar con fuerza: la propia tecnología. Un artículo de septiembre de la revista Wired apuesta por el trabajo que hace una compañía de Google, Jigsaw, de detectar tempranamente comentarios y patrones abusivos utilizando inteligencia artificial. Así, las máquinas podrían solucionar "el problema muy humano de hacer que la gente sea más amable en internet".

Trumpismo

La realidad negada

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Por Juan Paulo Iglesias

"Trump no va a ganar". Con esa sentencia tajante un periodista chileno, experto en temas internacionales, cerró una discusión que consideraba inconducente. ¿Qué sentido tenía debatir sobre los efectos de un eventual gobierno del empresario en América Latina si no había "ninguna posibilidad" de que el republicano ganara? "Relájense, Trump no puede ganar", escribió en junio Jon Wiener, columnista de la revista progresista estadounidense The Nation mientras que el republicano Karl Rove, considerado el cerebro electoral detrás de los dos triunfos de George W. Bush, también lo dio por perdido.

Sostener frente a esa suerte de "consenso mundial" que el empresario SÍ podía ganar, era a lo menos atrevido. ¿Cómo los estadounidenses podían equivocarse tanto y elegirlo a él? Más que datos, lo que había tras esas afirmaciones era un sentido de superioridad.

Por eso, quienes sosteníamos que Trump SÍ podía ganar –insisto con las mayúsculas-, tendíamos a recibir una risa irónica, un comentario burlón sobre las eventuales medidas radicales que pondría en práctica o una frase que asociaba el diagnóstico con una supuesta simpatía por el candidato. Nunca una respuesta seria, pese a que la sospecha respondía a datos objetivos y al convencimiento de que el EEUU profundo es muy distinto al de las costas.

Poco importan en ese país los sondeos a nivel nacional. Las elecciones se deciden en un puñado de estados, tradicionalmente los mismos. Ahí, la distancia entre uno y otro candidato fue estrecha hasta el final, incluso después de los tres debates y de las revelaciones de sus dichos sobre las mujeres, que según los principales medios habían sepultado sus opciones. En Ohio –el estado barómetro- mantuvo ventaja en los sondeos hasta el último día. En Florida, otro estado bisagra o swing state, la diferencia entre Hillary y Trump fue siempre marginal y variaba sin un favorito claro.

Incluso en otros estados como Wisconsin, Carolina del Norte y Pennsylvania la carrera nunca estuvo corrida pese a lo que algunos medios sugerían. Pero aquí surge precisamente la otra clave: en el agresivo ambiente anti-Trump que reinaba en el establishment de Estados Unidos e incluso del mundo era evidente que el candidato que podía eventualmente beneficiarse de un voto oculto era él y no Hillary. Y eso finalmente sucedió. El voto a favor de ella se concentró en la costa Noreste y en California, donde están los principales medios, las principales universidades y los principales think tanks que son los que guían el debate político e intelectual y para ellos, un triunfo de Trump era imposible. Por eso, la madrugada del 9 de noviembre les costó salir de su asombro. El resto de Estados Unidos había votado por Trump, porque encarnaba mejor el creciente sentimiento antiestablishment, el descontento por la economía y el profundo cansancio de algunos sectores con el proselitismo de lo políticamente correcto (ver Hipersensibles).

A los que no nos sorprendimos ese día –y fuimos reconocidos por ello en nuestro micromundo- nos queda la pequeña satisfacción de que al menos no hemos perdido del todo el olfato.

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