La revolución sexual de EEUU vivida y relatada por Gay Talese

Gay Talese

En los 70, el periodista americano dedicó ocho años a reportear lo que consideró el gran cambio cultural de su país. La mujer de tu prójimo fue un sonado betseller y acaba de llegar en nueva edición.




Dieciocho dólares la media hora. El gerente del local, un chico melenudo y de jeans, le dijo que podía elegir la masajista que quisiera del álbum de fotos. De sombrero y traje de sastre, Gay Talese disimulaba su asombro. Había llegado allí después de ver la noche anterior el llamativo letrero en neón rojo: "Modelos de desnudo en vivo". Talese escogió a June, una graciosa rubia que parecía volver de Woodstock, la que vestía una corta falda rosada, camiseta y sandalias. Intentó conversar con ella, saber algo de su vida, pero June conocía bien la naturaleza de su negocio: mientras él se recostaba en la camilla cubierto sólo por una sábana, ella se quitó la ropa con sensual naturalidad. "¿Aceite o talco?". Talese cerró los ojos, y mientras afuera el tráfico de Nueva York marcaba su nerviosa rutina, sintió cómo las manos, el perfume y los pechos de June bajaban por su cuerpo.

Era 1972 y el reputado periodista norteamericano asistía por primera vez a un sauna erótico, instalado en su barrio, a un par de cuadras de su casa. Fue el primero de muchos que visitó ese año. Talese (New Jersey, 1932) comprobaba de primera fuente la revolución silenciosa que vivía Estados Unidos: la liberación sexual que había comenzado en los 60 y que estaba expandiendo los límites de la moral en su país.

Convencido de que la sociedad vivía un cambio radical, que desde las alcobas estaba rompiendo tabúes y convenciones, Talese se embarcó en un proyecto de enorme ambición: retratar la excitante y a veces insólita vida privada que se agitaba más allá de la fachada de las oficinas y los tranquilos hogares de la clase media.

Durante los siguientes ocho años, el autor de Frank Sinatra está resfriado no sólo visitó saunas: conoció a las masajistas y a los gerentes, algunos de ellos estudiantes de periodismo o literatura que lo habían leído y que le permitieron trabajar en sus salones como administrador. Se interiorizó de la industria de revistas eróticas, estuvo varias veces en la mansión de Hugh Hefner, en sets de películas porno y vivió meses en una comunidad de sexo libre en California.

Su matrimonio estuvo al borde del colapso, pero sobrevivió, y en 1981 Talese publicó La mujer de tu prójimo. Un cuadro vivo de la revolución sexual antes de la aparición del Sida. Naturalmente, el libro fue un escándalo.

La crítica no se mostró muy liberal: habló de un libro "procaz", "agitador" y "penoso". El Toronto Star fue más allá: dijo que a Talese "le vendría bien una buena ducha fría". Y acaso por lo mismo, fue un éxito redondo: el escritor ganó cuatro millones de dólares aún antes que el volumen llegara a librerías

Treinta años después, el texto fue reeditado en EEUU con un epílogo actual del autor. Su traducción acaba de llegar a Chile y antecede a su nuevo libro, El voyeur del motel, que nació precisamente del éxito de La mujer de tu prójimo (ver recuadro).

La comunidad

California. En las colinas cerca de Los Angeles, el matrimonio de John y Bárbara Williamson han formado una comuna utópica. Quieren cambiar el mundo, romper con las ataduras de la moral, pero no desde la política sino desde las camas, las piscinas, los prados y todos los espacios donde pueda practicarse el sexo libre.

Los miembros de la comunidad se mueven desnudos por la propiedad, hacen tareas domésticas y al atardecer celebran fiestas de sexo colectivo. Eso no impide que de día también puedan tener relaciones. Así lo experimenta Talese: está en la sala de huéspedes, desnudo frente a la máquina de escribir, cuando aparece Bárbara Williamson, la mujer del gurú, y tras un suave masaje en su espalda, lo lleva hasta su cama.

El relajo de la sexualidad que retrata Talese habría sido impensable para la generación de sus padres. Esta revolución silenciosa venía librándose hace años contra censuras, prohibiciones y persecuciones a libros, películas y revistas con contenido erótico. De hecho, mientras los hippies proclamaban el amor libre en los 60, el editor Samuel Roth aún estaba en la cárcel por su publicaciones "obscenas". Fascinado por la literatura erótica europea del siglo XIX, fue el primer editor en EEUU de Ulises de Joyce, lo que lo condujo a prisión. Al salir, siguió publicando en forma clandestina a DH Lawrence y otros autores prohibidos, que invariablemente lo convirtieron en prisionero de la libertad de expresión.

Como aquella, Talese rescata también la historia de Anthony Comstock, un adicto a la pornografía que se transformó en un fanático censor. Y la de Dianne Webber, una bella modelo de desnudos de Playboy en los 50, así como de una galería de personas reales que le dieron vida a este cambio cultural. Lo curioso, anota el autor, es que aun con todo ello -la píldora, el aborto, las relaciones prematriomoniales, etc.- la Biblia seguía siendo uno de los libros favoritos de los estadounidenses.

Más allá de las escenas de sexo y de la participación del autor en ellas, Talese compone en La mujer de tu prójimo una gran crónica sobre la sexualidad en los EEUU durante el siglo XX. El éxito del libro duró un par de años, hasta el pánico que sembró la explosión del VIH. Pero esa es otra historia.

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