Luigi Zoja: "La paranoia puede ser muy contagiosa, aun en grandes masas"

El reputado sicoanalista analiza este trastorno a nivel colectivo.




Sentirse perseguido, ver en todo traiciones y complots. Ser presa de obsesiones, desconfianzas y sospechas. Esos pueden ser los síntomas de una enfermedad mental, una que a diferencia de la mayoría, puede "contagiarse" y multiplicar su infección.

Así al menos lo sostiene Luigi Zoja (1943) en su libro Paranoia. Para alivio de muchos, no es un estudio de psicoanálisis o clínico, sino un ensayo en el más propio sentido del género. Desde la locura de Ayax al susurro de Yago, se mezclan en él asuntos tan variados como los intereses del autor.

Los estudios de Zoja han seguido una línea sinuosa (economía, sociología, psicoanálisis) y personal. En 1968, cuando había que ir a París, se fue a Suiza. Se formó en el Jung Institut y ha trabajado en Zürich, Milán y Nueva York. En el libro se relacionan la antropología, la literatura, el psicoanálisis y, sobre todo, la historia. Las dos guerras mundiales, los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki son, para él, demostraciones de sus puntos de vista. Así lo explicó en el pasado Festival Puerto de Ideas.

A nivel individual, ¿es la paranoia un estado patológico claro?

En general con los trastornos mentales, es difícil buscar un umbral preciso y correcto para todos. Todos tenemos un poco de sospecha y desconfianza: confiando en todos la vida se volvería imposible. Decimos que tiene sentido considerar verdaderamente "paranoico" al que vuelve la vida imposible a sí mismo y a los que están a su alrededor por exceso de desconfianza: en otros términos, cuando la función destructiva de la sospecha sobrepasa la función simplemente defensiva.

Su libro se centra en la dimensión colectiva. Pareciera una enfermedad altamente transmisible...

Lo interesante es, por cierto, la dimensión colectiva. Los trastornos psíquicos individuales pueden ser trágicos, pero en general no se comunican. La paranoia puede ser muy contagiosa en un grupo, incluso en grandes masas. Piense en los pogroms o los linchamientos: los que participan pueden ser personas normales, incluso afectuosas, una vez que la "posesión" colectiva termina.

¿Es difícil vivir sin un enemigo?

Sí, no es tan fácil: necesitamos una estructura psíquica bastante autónoma, un buen nivel de desarrollo de nuestra individualidad, una buena capacidad de introspección. Mejor: lo que la persona común -sin mucha capacidad de autocrítica- busca inconscientemente para "solucionar" sus problemas, sus frustraciones, más que un enemigo en general es un "chivo expiatorio". En este antiguo ritual (presente en los pueblos más diferentes) es no sólo el enemigo (sobre el cual se proyectan los males, incluso aquellos de los cuales el sujeto mismo es responsable) sino el sacrificio del enemigo, lo que actúa como un ritual de purificación de los males de todo el grupo. Esto pasó con los judíos en el país mas culto de Europa, en Alemania: el "complot judío", nunca demostrado, fue empleado por los nazis para explicar la derrota en la Primera Guerra Mundial y la inflación, dos catástrofes sin precedentes, que condujeron al pueblo casi a un estado de psicosis generalizada.

Afirma que la incapacidad de reírse es el indicador más antiguo de la paranoia.

Sí, la experiencia clínica lo prueba. Una persona con sentido crítico (entonces: capaz de autocorregirse) ante todo tiene que tener la capacidad de reírse de sí misma. El paranoico no es capaz.

Dedica gran parte de su libro al siglo XX. ¿Fue el más paranoico?

No, la paranoia colectiva fue siempre posible. Pero en la modernidad surgieron los medios de comunicación masiva. Pueden difundir una buena información general, pero también una paranoica, manipulada por líderes sin escrúpulos. La tentación es grande.

¿Un "chivo expiatorio" es un recurso político más fácil?

Seguramente lo fue en las condiciones que llamo de paranoia "hard": en el siglo pasado, Hitler y Stalin, pero creo que también en muchas dictaduras sudamericanas, particularmente en Argentina. Hoy tenemos gobiernos paranoicos "soft". No hay un delirio total, pero sí una fuerte falsificación (pensemos en Putin).

Menciona las "voces" y rumores como agentes de "transmisión". También el susurro, como en Otelo...

Sí. Particularmente en un estado de inseguridad extrema, desconfiamos. Y en el susurro privado puede parecer que, al fin, alguien que tiene confianza en nosotros nos está transmitiendo una verdad. En la Primera Guerra Mundial, en las Fuerzas Armadas Francesas, había un proverbio: "toda noticia puede ser verdadera, menos las de los comunicados oficiales".

¿A qué se refiere al hablar de "utopías minimalistas"?

Es el tema de mi último libro. El siglo XX fue dominado por las utopías maximalistas: tratando de construir un mundo mejor, en gran medida cometieron errores aún peores que los males que trataban de combatir. Pero esto no es razón suficiente para renunciar a las utopías (es decir, al deseo de lograr a una sociedad mejor): es simplemente una buena razón para renunciar a los errores. Para volver al otro tema, la aplicación del marxismo y la lucha por la justicia social se volvieron demasiado paranoicas. El capitalismo y las clases burguesas se consideraban como causas de todos los males. Necesitamos pequeñas utopías cada día: por ejemplo, defendiendo el medio ambiente (lo que empieza cuando tiramos la basura). Necesitamos ser no sólo críticos del "sistema" sino autocríticos también.

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